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Opinión

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Sánchez regresará el tema catalán a la cancha política; es necesario

A Pedro Sánchez le ha tocado gobernar en la era del enojo. Desde el primer día de su gestión la oposición lo abofeteó al decirle que su gobierno era ilegítimo. Un señalamiento anómalo y sin sustento jurídico porque no embona con la realidad que emerge de las urnas. Su partido, el PSOE, sumó los escaños de aliados para obtener la mayoría, condición necesaria para formar un gobierno legítimo, sin embargo, el señalamiento de “ilegítimo” podría, hoy en día, concatenarse con las tesis de la secta conspiracionista de moda, QAnon.

Pedro Sánchez se encuentra allanando el camino para otorgar indultos a los políticos catalanes que fueron bandera del referéndum de independencia ocurrido el 1 de octubre de 2017. Un acto, sí, nacido de la ilegalidad porque se sustentó de dos leyes articuladas por el Parlamento catalán fuera de la Constitución.

El máximo tribunal decidió imponer a 12 políticos penas entre 9 y 15 años de cárcel, siendo la máxima a Oriol Junqueras, en ese entonces vicepresidente y líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido que hoy preside el Gobierno de la Generalitat. Fue acusado de haber cometido un acto de sedición.

Para algunos, la sentencia pudo reflejar un acto desproporcionado a lo que realmente ocurrió. Fue una declaración de guerra política, pero sin armas; sí existió desobediencia jurídica, pero el escenario se disipó en el momento en que la Autonomía fue tomada, bajo el artículo 155 de la Constitución, por parte del Gobierno español de Mariano Rajoy con el apoyo del principal partido de oposición, el PSOE, cuyo líder era Pedro Sánchez.

Sánchez es presidente y el líder del principal líder de la oposición es Pablo Casado (PP). El presidente Sánchez podría indultar a los presos durante las próximas semanas o meses para reforzar y asegurar el apoyo que ERC la da a su legislatura, sin embargo, su decisión lo hará ingresar a un proceso de desgaste súbito en un momento en el que su imagen se encuentra muy debilitada. Solo hay que ver su fallido objetivo de arrebatarle al PP la presidencia de Murcia a través de una moción de confianza, acto que terminó con el adelanto de elecciones en la Comunidad de Madrid donde el PSOE fue arrollado por el PP de Isabel Díaz Ayuso.

Pedro Sánchez defendió la posibilidad de otorgar los indultos el pasado martes en el Congreso. “Hay tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia”.

La herencia que recibió del llamado procés se la dejó Mariano Rajoy quien decidió judicializar la política dando la espalda a los catalanes no solo cuando era presidente de España, lo hizo desde hace 15 años cuando era presidente del PP e intentó descarrilar las reformas del estatuto catalán aprobado, legalmente, por el parlamento catalán, las cortes españolas y avalado vía referéndum en Cataluña.

Se entiende que la pequeña estatura política de Pablo Casado, al oler a sangre, intente polarizar la crisis política catalana porque la traducirá ganando activos electorales, pero llama la atención las declaraciones políticas del presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes: “Un indulto, cuando no hay concordia, es difícil de aceptar”.

Se entiende que el Supremo se oponga a los indultos por consideraros una “solución inaceptable”; fue el tribunal sentenciador, y lo que hizo público el lunes es coherente con su sentencia. Aseguró que la falta de arrepentimiento de los presos catalanes, “los valores antidemocráticos” que mantienen al día de hoy son comportamientos que “están en las antípodas de lo que cabe esperar de quien aspira a ser indultado”.

Pero lo dicho por Lesmes es un error porque sus palabras se traducen como una valoración política. En el argot futbolístico, lo dicho por Lesmes está en fuera de lugar. El balón está en la cancha política de Pedro Sánchez.

El indulto llevaría el problema catalán a otro estadio. Un escenario propicio para la concordia.

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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