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Opinión

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Sin margen fiscal

El proyecto de presupuesto 2024 abandonó la estrategia de disfrazar a las finanzas públicas como conservadoras, austeras y disciplinadas. Es una propuesta claramente expansiva sin precedente en varias décadas que se refleja en las métricas fundamentales del desempeño de las finanzas públicas: un déficit presupuestal de 4.9%, un déficit de requerimientos financieros de 5.4%, un déficit primario de 1.2%  y un saldo de la deuda que alcanzará 48.7%, cifras todas como proporción del PIB.

Presento algunas reacciones personales. El gasto de la Secretaría de Salud se recorta en casi 56% en términos reales (122,000 millones pesos) ante las apremiantes necesidades de medicinas, vacunas y atención médica. Hacienda lo justifica señalando que reasignó recursos aumentándole al IMSS 124,000 millones para destinarlos al IMSS Bienestar. Sin embargo, el IMSS Bienestar no será operado por el IMSS y deberá ser una entidad fuera de éste que no sabemos si ya fue creada. Quizá se asignó ese monto al IMSS para que luego se lo transfiera a la nueva entidad de la cual no se conoce su costo de operación.

La evidente falta de espacio fiscal se refleja en que el 22% del gasto total está comprometido para el pago de pensiones que alcanza 1.9 billones de pesos (5.8% del PIB), de los cuales 465 mmp financian la Pensión del Bienestar para Adultos Mayores, un aumento real de 31%. Dicha pensión aumentará en 25% en un año electoral.

Este presupuesto rompe con un principio que se había respetado que es la coordinación entre las políticas fiscal y monetaria. El Banco de México había contemplado el inicio de un ciclo de baja de tasa de interés probablemente hacia fin de año o inicios de 2024. Para esa estrategia, toma en cuenta una expectativa de déficit fiscal que obviamente no era de 5.4%.  Ahora, con la magnitud del déficit planteado, el ciclo a la baja se retrasará, pues las decisiones de política monetaria deberán compensar la expansión fiscal. Es decir, se prolongará el periodo de tasas elevadas.

Este presupuesto está sostenido por hilitos. Bajo ciertas condiciones puede funcionar, pero es muy frágil para enfrentar cualquier situación fuera de lo previsto. En conclusión: ¿Preocupa que este sea un presupuesto tan expansivo en un año electoral? Sí. ¿Tiene un sesgo electorero? Sí. ¿Puede llevar a una crisis económica y/o fiscal en 2024? No. ¿Las calificadoras podrían degradar a la deuda soberana en 2024? Probablemente no. ¿Los márgenes fiscales para acomodar cualquier choque (caída del precio del petróleo o ajuste cambiario) son sumamente limitados? Sí. Considerando este presupuesto en un horizonte más amplio, ¿hay sostenibilidad fiscal a mediano plazo? No. ¿Con los alivios financieros contemplados, tiene viabilidad PEMEX en el mediano plazo? Claramente no. ¿Planta este presupuesto una semilla para tener una crisis fiscal en 2025? Muy probablemente sí. ¿Heredará esta Administración a la próxima Presidenta pocos márgenes de maniobra fiscal que forzosamente conducirán a una reforma tributaria y de gasto público? Evidentemente sí, pero sería planteada en 2025 para entrar en vigencia en 2026. Otro par de años perdidos.

Twitter: @frubli

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Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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