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Opinión

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Trump: La mayor amenaza para la democracia y la paz global

Después de pasar quince días en EU entre Washington, DC, Columbus, Ohio y Nueva York, estoy más preocupada que nunca por el alma democrática de mi país natal. Mientras a principios de año pensé que el Presidente Joe Biden lograría quedarse en la Casa Blanca, el riesgo de una segunda presidencia de Donald Trump ha aumentado. Las razones son variadas y complejas. 

Trump llegó a la presidencia por primera vez con el argumento de que manejaría el país como uno de sus negocios; ahora sabemos que su gestión de la política también se basa en el fraude. 

No tenía una trayectoria política porque Trump nunca había ocupado un cargo público antes de ser presidente. Y vale la pena recordar que él no fue electo con la mayoría de los votos, sino gracias al sistema anti democrático del Colegio Electoral del país, donde lo que cuenta es la suma de los votos electorales de cada estado. Es una falla institucional que EU pronto debería enfrentar, aún y cuando se requiere cambiar la Constitución. 

¿Cuál es la situación actual, entonces? Después de la insurrección del 6 de enero de 2020, ya sabemos quién es Trump y cómo actúan sus seguidores. Respetan poco a las instituciones y la violencia es una herramienta que consideran opcional. 

Hay cinco factores que favorecen al regreso de Trump: las imperfecciones del sistema electoral mencionadas anteriormente; el nacionalismo; la “crisis” migratoria en la frontera; la situación actual de los medios de comunicación; y la poca popularidad del presidente Biden.

El nacionalismo es distinto al amor a la patria, o al patriotismo. El nacionalismo se basa en una creencia de superioridad, ve al mundo en blanco y negro, y a menudo glorifica la violencia. El movimiento nacionalista de ultra derecha y de supremacia blanca de Trump es poderoso porque está amparado por el Partido Republicano, la cáscara de un jugador democrático anterior. 

Hoy en día cuando hablamos de los medios de comunicación, no hablamos necesariamente de periodismo, sino de la forma en que nos llegan las noticias; son los algoritmos que importan. Todos recibimos información que refuerza nuestras opiniones en lugar de contrastarlas con otras distintas. Estas burbujas informativas son barreras para el entendimiento entre los dos campos en EU. El país literalmente está fracturado en dos.  

Otro lastre para Biden es el tema de la inmigración por la frontera con México. El desorden allí se percibe como una amenaza en la imagen colectiva. Junto con el Gobernador Greg Abbott de Texas, Trump infunde el miedo para pintar una crisis humanitaria como una crisis de seguridad nacional. Según el Pew Research Center, el 80% de los estadounidenses consideran que el gobierno de Biden está manejando mal la situación. 

Y por último, a pesar de muchos factores que deberían actuar a su favor - una economía fuerte, logros legislativos que sientan las bases para mayor inversión en infraestructura y la protección al medio ambiente, entre muchos más - el presidente Biden no es popular. El conflicto en Gaza solamente ha empeorado la situación, dado que muchas personas, sobre todo los jóvenes, culpan al presidente por las masacres de civiles. Michigan, un estado industrial con una población afroamericana que apoyó a Biden en la última elección, también tiene el mayor porcentaje de árabes americanos y ahora está en riesgo para el cálculo electoral del partido de Biden.

Una segunda presidencia de Trump es un grave peligro para la salud de la democracia de EU y también para la estabilidad geopolítica del mundo. Trump en varias ocasiones ha cuestionado la importancia estratégica de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que en julio celebra los 75 años de su creación. La OTAN se fundó como un mecanismo de protección vis-a-vis la antigua Unión Soviética y recientemente países como Suecia y Finlandia se han afiliado como una estrategia para proteger su soberanía ante la amenaza de Rusia bajo Vladimir Putin. 

Trump se ha quejado amargamente que los europeos no pagan lo suficiente para financiar su propia defensa. En febrero de este año dijo que él dejaría a Rusia “hacer lo que diablos quiera” a los países en Europa que no pagan a conciencia sus cuotas, lo cual pone en duda una alianza que ha mantenido la paz en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. 

¿Y qué implicaría para México? Más presión en varios frentes, sin duda. Ahora Trump considera al T-MEC como suyo, así que hay menos riesgo de que salga del acuerdo por razones de su propio orgullo, pero sin duda las conversaciones de revisión en 2026 serán más ríspidas si él llega a la presidencia. Independientemente de quién sea el próximo presidente de EU, México muy probablemente estará presionado para limitar las inversiones de China en el país, particularmente en áreas como la tecnología, uno de los pocos temas donde sí hay coincidencia entre las dos fuerzas políticas. 

Trump también tomaría una línea más dura en contra del crimen organizado en México. Podemos esperar que los Republicanos pongan sobre la mesa el uso del ejército estadounidense para poner las cosas en orden. Dicho eso, me parece poco probable una acción militar, sobre todo porque a Trump no le importa el resto del mundo —menos aún el vecino al sur que desprecia— y prefiere una estrategia aislacionista. 

Todavía quedan seis meses antes de que los estadounidenses acudan a las urnas y mucho puede cambiar. A lo mejor, justamente los riesgos que Trump trae a la mesa terminan por desalentar a muchos votantes y Biden logra triunfar. Pero es una moneda al aire. 

Supuestamente, Winston Churchill dijo alguna vez que “los americanos siempre hacen lo correcto, cuando ya han intentado todo lo demás”. Ojalá el 5 de noviembre los mejores instintos predominen con el fin de proteger a la democracia y evitar más conflictos bélicos a nivel mundial. 

PD: Con tanto en juego, no es de sorprenderse que pocos estadounidenses estén conscientes de que en una semana habrá una elección presidencial en México. Eso sí, cuando se den cuenta de que hemos elegido a una mujer presidenta antes que ellos, seguro nos voltean a ver.

Amy Glover es politóloga experta en la relación bilateral, estadounidense por nacimiento, mexicana por elección.

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