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Opinión

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Dos Coreas: la del futuro y la del pasado

Corea del Sur es sinónimo de futuro; su cultura no es presa de atavismos.

Corea no se detiene en el éxito del presente porque su inquietud por el futuro es incentivada por dos fuerzas centrífugas: la educación y la creatividad.

La tecnología y los automóviles despuntaron décadas atrás, y ahora son el K-POP y su gastronomía sus nuevos embajadores globales.

Thomas Sommer es empresario francés en la industria de las series de televisión. Vive en Seúl desde hace varios años por el enorme crecimiento que ha tenido el sector. Me comenta que lo primero que le llamó la atención de la cultura coreana es que siempre piensa en el futuro a diferencia de otras culturas.

Jaeho Yeom también me lo comenta. Él es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Standford y participa en estos días en un evento sobre inversiones en Corea. Su presentación lleva como título “El presente y futuro de la Inteligencia Artificial en Corea”.

Corea es el mejor amigo de la inversión extranjera, me comenta; no se requiere mayor información para definir el perfil del país.

La historia puede convertirse en una cárcel, y aquellos países que siguen deambulando por el interior del laberinto de la historia producen generaciones perdidas.

El soft power es “la otra diplomacia”, comenta Yeom. No es la que usa los canales oficiales de los gobiernos, se trata de la que usa a la cultural para generar empatía con el mundo.

Al caminar por Seúl van surgiendo fragmentos de esa creatividad, no importa que el entorno urbano no pertenezca al mundo de las K-Pop, las series o la literatura. Se pueden observar semáforos incrustados en el piso donde terminan las banquetas. ¿Qué burócrata podría llegar a pensar en los peatones que observan más tiempo las pantallas de sus teléfonos que los rostros de la gente?

La respuesta es sencilla: los coreanos.

Hace algunos años, Corea se percató que los ingresos anuales de taquilla de la película Jurassic Park equivalen al valor de exportación de 1.5 millones de automóviles.

¿Deberíamos fabricar automóviles o películas? Pregunta Jaeho Yeom. “Incluso si nuestro país exporta un automóvil que nos costó producir durante dos años, su recaudación económica es equivalente a la taquilla de una sola película estadounidense”.

Así nacen los éxitos internacionales de Parásitos o Tren a Busan, dos películas coreanas que le han dado la vuelta al mundo. O qué decir de El juego del calamar, la serie coreana más exitosa de Netflix con más de 1,650 millones de horas de transmisión solo las primeras cuatro semanas de su estreno.

La escritora coreana Han Kang ganó este año el Premio Nobel de Literatura.

El futuro sí puede protagonizar el presente.

Corea del Sur lo hace. Su vecina, la del Norte, eligió el pasado.

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Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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