Frente a la incertidumbre regional, usar al desarrollo de vivienda como motor económico

El sector vivienda está, como no había pasado desde hace décadas, bajo el reflector público. Hoy el gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum ha elevado la importancia de brindar vivienda a los mexicanos, vivienda asequible y digna.  

Alrededor de ello, podemos hablar de los retos que tenemos al frente para dotar de un hogar a cada mexicano. Por ejemplo, en principio, el rezago: la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano estima que hay un déficit de 8.5 millones de viviendas en todo el país, una cifra que crece año con año.

Más allá de los desafíos, la construcción de vivienda, un sector con una fuerte demanda de insumos locales y mano de obra, representa una oportunidad sin precedentes para impulsar el desarrollo económico y social del país.

Construir casas y departamentos para los mexicanos es, por excelencia, uno de los motores para las economías locales. Se trata de una actividad que tiene un doble efecto: por un lado, permite abatir el rezago; por el otro, su impacto económico puede llegar a ser 6% del Producto Interno Bruto (PIB) –cerca de los 2 billones de pesos, es decir, cercano al PIB de dos de los estados más industrializados de México: Nuevo León y Jalisco.

Si lo ponemos en términos sociales, rebasaría, por mucho, los recursos que el gobierno federal estaría destinando en 2025 a programas de bienestar y desarrollo social. El gasto para las secretarías de Bienestar y Educación Pública llega a 1.045 billones.

Sin embargo, los beneficios sociales de impulsar la construcción de vivienda van más allá de generar riqueza al sector y al país, pues impactan directamente en la vida de quienes trabajan en ella. Algunos de estos impactos son los siguientes:

1. La construcción, como mencioné, tiene un alta demanda de mano de obra. Por cada vivienda construida, se generan aproximadamente cinco empleos directos y tres indirectos. De concretarse la propuesta de la actual administración federal de construir 1 millón de viviendas, esto representaría 8 millones de empleos en seis años.

2. Impulso al empleo formal. Las desarrolladoras de vivienda ofrecemos empleos formales para hombres y mujeres. Creemos en ir avanzando para que cada vez más mexicanas y mexicanos puedan contar con seguridad social.

3. Impulso a empresas que forman parte de la cadena de valor. La mayoría de los materiales de construcción que se utilizan en la vivienda –hablamos de acero, cemento, tabiques, pintura, aluminio– son de fabricación nacional. Es una oportunidad de hacer crecer este sector.

Para alcanzar las metas de construcción se requerirá una inversión intensiva tanto del sector público como privado, así como una planeación clara y prudente en su operación. Muchos actores del sector financiero tienen en sus planes apoyar con créditos a los desarrolladores. Los principales bancos del país han levantado la mano y dispuesto recursos para que los constructores cuenten con un respaldo financiero. A este grupo habría que sumar a las instituciones público-privadas y los sectores gubernamentales, como el Infonavit, el FOVISSSTE y la Sociedad Hipotecaria Federal.

Con esta intención, uno de los mayores retos será tener una gestión clara y prudente de los recursos, con instituciones sólidas y con experiencia para gestionarlos. De ello dependerá, en gran medida, que se alcancen las metas de construcción.

La construcción de vivienda se puede convertir, en este 2025, en la gran oportunidad para México de generar desarrollo local en tiempos de incertidumbre, donde el crecimiento esté más allá de la discusión sobre aranceles, fronteras y presiones internacionales.

Entregar una vivienda y escriturarla es dar certeza jurídica y plusvalía a las familias. El activo más importante de cada familia mexicana es su casa y estamos en un momento especial para poder cumplir con este anhelo.

*El autor es presidente de la Canadevi Valle de México.