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La Magia de una Navidad Sustentable

OpiniónEl Economista

Las fiestas decembrinas son una de las épocas más esperadas del año. Es un momento de alegría, reuniones familiares, tradiciones y generosidad. Sin embargo, también se han convertido en un periodo de consumo desmedido, con impactos significativos para el medio ambiente. En este contexto, surge la pregunta: ¿podemos celebrar estas fechas de manera sustentable sin perder la magia que las caracteriza?

El primer paso para unas fiestas más responsables es reflexionar sobre el consumo. Durante diciembre, el aumento en la compra de regalos, decoraciones y alimentos es notorio. Las calles y centros comerciales se llenan de compradores buscando el obsequio perfecto, pero este frenesí tiene un costo. Según datos del Banco Mundial, los residuos sólidos pueden incrementarse entre un 25% y 30% en esta temporada debido al exceso de empaques, plásticos y productos desechables. Esto plantea un reto urgente: ¿podemos reducir nuestra huella ambiental sin sacrificar la esencia de las fiestas?

Una solución está en los regalos sustentables; en lugar de optar por productos industriales o de moda pasajera, podríamos elegir experiencias, productos artesanales o hechos a mano, que no solo son más significativos, sino que también tienen un menor impacto ambiental. Además, regalar tiempo, como una cena casera o un paseo en familia, puede ser más valioso que cualquier objeto material.

Otro aspecto clave es la decoración. Aunque las luces navideñas son hermosas y crean una atmósfera acogedora, también son responsables de un incremento en el consumo energético. Optar por luces LED y limitar el tiempo que permanecen encendidas puede marcar una diferencia significativa. Además, reutilizar adornos de años anteriores o crear decoraciones con materiales reciclados fomenta la creatividad y reduce el desperdicio.

La comida también juega un papel crucial en estas celebraciones. Las cenas abundantes y los banquetes son una tradición, pero también generan grandes cantidades de desperdicio. Planificar las comidas con anticipación, calcular las porciones adecuadas y aprovechar los sobrantes son medidas sencillas que ayudan a disminuir el impacto ambiental. Además, priorizar alimentos locales y de temporada reduce la huella de carbono asociada a su transporte y producción.

El envoltorio de los regalos merece una mención especial. La mayoría de los papeles de regalo tradicionales no son reciclables debido a los tintes, plásticos y acabados brillantes que contienen. Optar por alternativas como papel kraft, telas reutilizables o incluso periódicos antiguos no solo es una opción más ecológica, sino también una oportunidad para personalizar los obsequios de manera creativa.

También es fundamental cuestionar las tradiciones que hemos normalizado, por ejemplo, los árboles de Navidad representan un dilema ambiental. Aunque los árboles artificiales pueden reutilizarse durante varios años, su fabricación implica un alto costo energético y el uso de materiales no biodegradables. Los árboles naturales, si provienen de cultivos responsables, pueden ser una mejor opción, siempre y cuando se desechen adecuadamente, como en programas de reciclaje que los convierten en composta.

Además, las fiestas son una oportunidad para reflexionar sobre el consumismo en general. En lugar de centrarnos en la cantidad, podríamos priorizar la calidad y el significado de cada elección. Esto no solo beneficia al planeta, sino también nos permite redescubrir el verdadero espíritu de la temporada: la conexión con nuestros seres queridos, la gratitud y el compartir.

La sustentabilidad no está peleada con las tradiciones ni con la alegría de celebrar. Al contrario, incorporar prácticas responsables puede enriquecer nuestras experiencias. Imagínate una Navidad donde cada regalo cuente una historia, donde cada decoración sea un testimonio de creatividad y donde cada comida se disfrute plenamente, sin culpa por el desperdicio.

La clave está en la educación y hacer conscientes a todos. Hablar de estas alternativas con amigos y familiares puede inspirar un cambio colectivo. Las pequeñas acciones individuales, sumadas, tienen el poder de transformar nuestras comunidades y, eventualmente, nuestro planeta.

Las fiestas decembrinas pueden ser una oportunidad para celebrar de manera consciente, reduciendo nuestro impacto ambiental sin renunciar a la alegría y la diversión. Recordemos que la magia de estas fechas no reside en el consumo desenfrenado, sino en los momentos que compartimos y en el amor que damos y recibimos. Este diciembre, hagamos de la sustentabilidad una parte esencial de nuestras tradiciones y demos un regalo invaluable al mundo: un futuro más sostenible para todos.

¡Felices fiestas queridos lectores!

*La autora es académica de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana.

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