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Martes negro para México
El martes 5 de noviembre podría definir el sexenio de Claudia Sheinbaum. Aunque los eventos parecen no tener ninguna relación entre sí, la decisión de la SCJN de confirmar la reforma judicial y la abrumadora victoria de Donald Trump en EU definirán el rumbo económico de México al menos durante los próximos dos años. Si hace seis meses había un ambiente de optimismo entre los actores económicos en México, ese mundo se acabó.
La decisión de la Corte, que no pudo o no quiso echar para atrás la aberración de la reforma judicial, confirma que enfrentaremos un caos administrativo y judicial. La elección de jueces va a ser un desastre, y hasta que suceda, viviremos en un limbo legal donde cualquier decisión, fallo o sentencia que se emita carecerá de certidumbre. Sobra decir que esto dañará aún más el ambiente de inversión. La votación de ayer, que no declaró la inconstitucionalidad de la reforma judicial, no hizo más que terminar de minar el optimismo de quienes pensaron que podría haber una salida negociada. La reforma judicial va en marcha, y va con todo.
Difícil que algo sea más trascendental que la decisión de la SCJN, pero la contundente victoria de Trump, —con aparente control en el Senado y la Cámara de Representantes— será clave para los primeros cuatro años del gobierno de Sheinbaum.
Si bien las presiones de EU en temas de derechos humanos y Estado de derecho serán menos exigentes, las implicaciones en la relación bilateral en materia de seguridad serán muy profundas y mejor analizadas por expertos. Sin embargo, es claro que la relación económica y comercial se verá afectada por migración y tráfico de drogas. Trump advirtió el lunes que si México no detiene estos flujos, impondrá aranceles a todas las exportaciones mexicanas. Aunque esta amenaza es poco verosímil por los efectos inflacionarios que tendría, marca la pauta de cómo será la relación con México.
Otro gran obstáculo serán las inversiones chinas en México y la noción de que China usa a México como “trampolín” para entrar al mercado americano. Aunque los datos no muestran esta avalancha de inversión china, existen evidencias de triangulaciones, como las documentadas por Christine Murray en el FT esta misma semana. El gobierno de Biden ya había presionado en este ámbito con temas como el aluminio, pero ahora la política será más severa. Trump ha mencionado un arancel de 500% a autos chinos hechos en México y en general castigos al transbordo de productos chinos. Cómo piensa México implementar estos controles es aún un enigma, pero crear una nueva Comisión Nacional de Inversión Extranjera que valide las inversiones en México, al igual que el CFIUS, no será tarea sencilla y creará aún más riesgos de corrupción.
En la visión de Trump, no hay nearshoring o friendshoring a México; el nearshoring es para EU. Lo demostró en su gobierno anterior con la cancelación de la planta de Ford en SLP, y veremos cuál es el destino de la nueva planta de Tesla ahora que el CEO es el primer asesor e impulsor de Trump.
La narrativa del nuevo momento mexicano se esfumó. Nunca fuimos la última coca en el desierto como algunos creían, y ahora estamos en una situación más que compleja. Tanto por nuestros propios errores como por factores externos. Esta es la nueva realidad; ojalá la entendamos rápido y el gobierno actúe en consecuencia. Envolverse en la bandera, retrasar felicitaciones y esconder la cabeza quizá gane adeptos en México, pero no sólo no mejorará la situación, sino que probablemente la haga peor.