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Opinión

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Premio Nobel de Economía 2024

El premio Nobel se entregó a tres economistas: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson, por sus trabajos teóricos para tratar de explicar los elementos que explican las diferencias estructurales entre países pobres y países ricos.

“Tradicionalmente, la economía ha ignorado la política, pero comprenderla es crucial para explicar la desigualdad mundial”.

Daron Acemoğlu, Premio Nobel de Economía  

Recientemente se anunciaron los ganadores del Premio Nobel de Economía 2024. El premio se entregó a tres economistas: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson, por sus trabajos teóricos para tratar de explicar los elementos que explican las diferencias estructurales entre países pobres y países ricos.

En el caso de Acemoglu y Robinson en el libro “Por qué fracasan las naciones”, comparan los niveles de desarrollo entre países y sociedades de similares características originales, pero con notorias diferencias en el desarrollo económico.

Ese análisis explica las diferencias que existen entre países con desarrollos políticos e históricos previos similares como los casos de Corea del Sur y Corea del Norte, la Alemania dividida en la Guerra Fría, entre otros casos.

Los autores analizan aspectos como el desarrollo económico, las instituciones políticas, factores sociológicos o culturales (como la religión), así como los marcos legales, para tratar de entender cuáles son los elementos que condicionan la prosperidad de los países.

Su conclusión es que, aquellas naciones que tienen lo que denominan instituciones económicas extractivas, tienen un efecto negativo sobre el ahorro, la inversión y desincentivan los procesos de innovación. A su vez, estas instituciones económicas extractivas son apoyadas desde instituciones políticas de la misma naturaleza que generan una concentración de poder en grupos específicos de la sociedad.

De acuerdo con este enfoque, las instituciones extractivas parten de restringir el acceso de oportunidades y recursos, concentrando la generación de valor, en entornos que además propician y fomentan la corrupción. Por el contrario, aquellos países que presentan mayores niveles de crecimiento y desarrollo económico se caracterizan por las denominadas instituciones inclusiva, que promueven, a través de los arreglos institucionales, una mayor participación de los distintos grupos en la economía, garantizan derechos de propiedad, tienen un marco que fomenta la competencia y, todo ello, en conjunto favorece el desarrollo futuro.

También destaca la idea de que frecuentemente, los procesos de cambio revolucionario o de transiciones políticas, no siempre se traducen en un cambio en estructura o tipo de instituciones. En cierto sentido, ello nos recuerda la llamada “Ley de Hierro de la Oligarquía” de Michels, que plantea la idea de que la destrucción de una oligarquía generalmente deviene en el surgimiento de una o varias nuevas oligarquías.

Su conclusión no es fatalista. Plantean que países con instituciones extractivas pueden mejorar si llevan a cabo reformas que, de manera institucional y sólida, promuevan el establecimiento de instituciones y acuerdos que garanticen el Estado derecho y propicien del empoderamiento de mayores grupos de la población.

Por otro lado, el mismo Acemoglu pero en coautoría con Simón Johnson, describen en el libro “Poder y Progreso”, la idea de que el progreso no es un destino, ni garantizado ni negado, para los países; sino que depende fundamentalmente de la capacidad de evolución y innovación tecnológica que genera prosperidad.

Describen a nivel histórico cuáles han sido los principales procesos de disrupción tecnológica y cómo ellos han afectado el desarrollo y el progreso. Enfatizan la importancia de la educación, el desarrollo tecnológico y la inclusión social, como factores fundamentales para propiciar un progreso económico, que a su vez también depende de las instituciones políticas y sociales que determinan la trayectoria del desarrollo tecnológico.

Resulta pertinente este premio, en un entorno mundial en el que, ante la desconfianza en los resultados frecuentemente negativos de algunas instituciones, pareciera que la respuesta generalizada de los ciertos grupos políticos de diversos países es destruirlas, provocando mayores niveles de concentración de poder, en vez de encontrar mecanismos que las perfeccionen y generen mayores niveles de participación, lo que a su vez promueva la equidad y el progreso.

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo.

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