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Opinión

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Respeto y corrección

Las personas tenemos derecho a la libre determinación de nuestra personalidad, siempre que respetemos la de los demás: no soy libre de convertirme en asesino. La identidad, cómo me percibo y me perciben los demás, juega un papel importante en dicha libertad. La forma en que me nombro y me nombran, también. Pocas cosas son más sencillas que llamar a los demás como piden que los nombres. Acudir a las reglas ortográficas o listas de nombres para “corregir” la manera en la que alguien pide ser nombrado es irrespetuoso y simplón. Siempre me he preguntado cómo será la brújula moral de las personas que anteponen las reglas del lenguaje al respeto a otras personas. ¿Por qué las reglas de escritura y habla habrían de ser más importantes que la libertad de escoger personalidad e identidad? Es meritorio lo testarudos que pueden ser los españoles y argentinos a la hora de escribir con jota el nombre de México y el gentilicio “mexicanos”. Seguro que las reglas lo permiten, qué duda cabe que así se escribió en algún momento pretérito, pero hoy quienes somos mexicanos nos identificamos con la equis. Así, no es asunto de corrección, es asunto de respeto. Es bien posible escribir conforme a las normas y ser un irrespetuoso. Lo mismo sucede con los nombres propios. La cantidad de veces que he escuchado a una persona decirle a otra que su nombre no se escribe de tal o cual manera: «Ximena se escribe con jota». Otra vez la misma historia, el mismo pleito vacío, de matón de quinta. 

Todo lo anterior sirve como preámbulo a la petición de la presidenta Sheinbaum de que le digan «presidenta», con «a». Pero va sobre todo al conjunto de quejosos que insiste en que se escribe con «e», pese a que el propio diccionario al que acuden para decidir la forma correcta e incorrecta de escribir dice que presidente es variable según el género. Y ahí sí la batalla es ridícula: ni siguen las reglas ni respetan la forma en la que una persona quiere ser nombrada. En el caso de comandanta, donde comandante es invariable, entendería la postura apegada a la norma, aunque mi postura, como debe ir quedando claro por lo dicho aquí, es que si la presidenta Sheinbaum pide ser llamada Comandanta Suprema del ejército, así se haga, pese a la norma. El respeto va antes que la supuesta corrección lingüística (más que corrección es apego a la norma plasmada).

El debate sobre la «a» debiera ser intrascendente. Mejor preocuparnos por el futuro de México, que deseo sea democrático, igualitario, justo, pacífico, con división de poderes, estado de derecho, sistemas educativo y de salud de calidad, etc. Es ahí donde debemos poner el acento, porque la inercia de la presidencia que terminó va en dirección contraria. ¿Querrá la presidenta cambiar el rumbo? ¿Podrá?

X: @munozoliveira

L.M. Oliveira es escritor. Autor de "El mismo polvo" y "El oficio de la venganza". Es Titular A en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe.

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