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Política

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La propuesta de López Obrador sobre refinación es viable sólo si tiene lógica de mercado

En lo que coinciden tanto detractores como simpatizantes es en que ya no existen las condiciones para volver al esquema de combustibles subsidiados y de control de precios existente antes de la apertura a la inversión privada del sector energético.

  • El candidato de Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PES), Andrés Manuel López Obrador, ha prometido que, en caso de ganar la elección presidencial, construirá una refinería con capacidad para procesar 300,000 barriles diarios de combustibles y reactivar las seis refinerías con las que ya cuenta el país.
  • De elevarse la producción de combustibles al 90% de la capacidad de las seis refinerías en el país se podría revertir el déficit energético actual. Analistas advierten que deben evitarse a toda costa los subsidios y el control de precios.
  • Construir una refinería de gran producción en el Sureste es inviable por la falta de infraestructura logística. Los especialistas consideran preferible erigir dos o tres de pequeñas para cubrir demanda de combustibles regional.
  • La reactivación de la refinación de Pemex y una eventual reducción del precio de los combustibles beneficiaría a los consumidores, pero sin un plan de negocio conforme a la lógica del mercado podría desalentar inversiones privadas en la cadena de valor del petróleo.

Andrés Manuel López Obrador, candidato por Morena a la Presidencia de México, ha propuesto reactivar la industria de la refinación para lograr la soberanía energética en combustibles, invirtiendo en la modernización de las refinerías de Pemex y sumando una nueva planta. Una decisión así, en las condiciones generadas en el sector tras la reforma energética, tendría efectos sobre la inversiones energéticas, el incipiente mercado libre de combustibles, la política energética, las finanzas públicas y los fundamentales macroeconómicos del país.

Incluso quienes se han pronunciado a favor del plan difieren en varios puntos con la propuesta del candidato de Morena. En lo que coinciden tanto detractores como simpatizantes es en que ya no existen las condiciones para volver al esquema de combustibles subsidiados y de control de precios existente antes de la apertura a la inversión privada del sector energético.

La viabilidad y pertinencia del proyecto ha sido cuestionada tanto por los adversarios electorales como por expertos y analistas del sector energético. Las críticas van desde que la entrada de Pemex como competidor a un mercado de combustibles en ciernes podría acabar con las condiciones de libre mercado buscadas por la reforma energética, hasta la afirmación categórica de que la refinación no es un negocio productivo per se.

En los últimos años, Pemex ha disminuido la producción de combustibles. El estado financiero de la estatal en el 2017 fue negativo, arrastrado a la baja por los costos de la importación de combustibles, que creció 116% con respecto al 2016. Este incremento en el volumen de importaciones se explica por el estancamiento en que se encuentra el sistema de refinación de la petrolera estatal.

La balanza comercial de productos petroleros alcanzó al cierre de 2017 el mayor déficit en 25 años y logró acumular tres años consecutivos de pérdidas para México. Durante el año, México exportó al mundo 23,608 millones de dólares en productos petroleros e importó 42,010 millones de dólares de estos bienes, lo que derivó en un déficit comercial para el país de 18,402 millones de dólares.

La decisión política de asegurar la autosuficiencia energética aumentando la producción de combustibles de Pemex debe hacerse con una lógica de mercado o estará destinada al fracaso, concuerdan analistas consultados por El Economista. Sólo si el proyecto se lleva a cabo con este enfoque y en asociación con empresas privadas, propiciando el desarrollo de un mercado de combustibles eficiente en México, podría tener efectos positivos tanto para el país como para las inversiones.

El proyecto de infraestructura

Abel Hibert, miembro del equipo económico de López Obrador, detalló el plan del tabasqueño. Explicó que el objetivo estratégico es disminuir el déficit actual en combustibles, aumentando la producción, y alcanzando la autosuficiencia. Para lograrlo, se proyecta una reconfiguración de las seis refinerías de Pemex, diseñadas originalmente para procesar petróleo ligero, para hacerlas aptas para procesar el petróleo pesado que se produce en México.

El segundo paso es la construcción de una refinería con una capacidad para procesar 300,000 barriles de combustibles diarios. El plan contempla que en Tabasco o Campeche, estados productores de petróleo, se asiente la obra. Sobre la logística de la distribución desde estos puntos, en los que se carece de poliductos y el sistema carretero es deficiente, Hibert dijo a El Economista que el transporte se haría por vía marítima desde puertos del Golfo de México.

El analista de energía y economía Ramsés Pech afirma categórico que, si bien el plan es viable, el mercado no lo requiere tal y como se propone. “Las refinerías no se construyen en función del volumen de la planta, sino de la demanda del mercado y sus proyecciones para el futuro”, dijo Pech. Con un solo proyecto de 300,000 barriles, al cubrir la demanda de la región, restarían 180,000 barriles, que no podrían distribuirse hacia los centros de consumo en el centro del país dada la carencia de infraestructura logística. Aconseja en cambio construir tres refinerías pequeñas en la región con una producción inicial de 20,000 barriles de combustibles, que fueran escalando gradualmente para cubrir la demanda de Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, que calcula en 120,000 barriles diarios.

Sobre la reconfiguración de las refinerías de Pemex, el análisis de Pech indica que la capacidad de refinación en el país es de 1.2 millones de barriles diarios. En México —añade el analista— diariamente se consumen 800,000 barriles de gasolina, 450,000 barriles de diésel y 1,500 barriles de gas propano y otros productos de la refinación. De activarse las refinerías al 90% de su capacidad, dice Pech, cubrirían 85% del total del mercado interno, reduciendo a 15% el volumen de las importaciones y cubrir así la demanda de combustibles del país. Suman 12 años desde la última vez que una refinería de Pemex operó al 80% de su capacidad instalada.

¿La refinación sería un negocio para el país?

“En términos generales, la industria de la refinación en México nunca ha sido un buen negocio para Pemex”, dijo Luis Miguel Labardini, socio del despacho Marcos y Asociados, especializado en energía. La refinación tradicionalmente ha tenido pérdidas por diferentes razones: la política de precios, por la que Pemex ha tenido que absorber subsidios; por ineficiencias operativas, y por la ausencia de un mercado, dijo el especialista. Crítico de la propuesta de López Obrador, opina que la construcción de refinerías por parte del gobierno sería un fracaso en la medida en que no responderían a una lógica de mercado. Para Labardini, el argumento de no ser deficitarios en gasolinas no justifica la inversión gubernamental en refinación, que además, señala, desalentaría la inversión privada.

Leticia Armenta, directora del centro de estudios económicos del ITESM, dijo que la lógica productiva dice que es mucho mejor exportar bienes de valor agregado que exportar materias primas. Es el mismo caso para el petróleo —siguió Armenta—, pues es mucho mejor exportar petroquímicos, de los que las gasolinas son sólo uno de los muchos productos que se pueden obtener del petróleo.

Reducción en el precio de las gasolinas

Alejandro Limón, investigador del área de energías y finanzas públicas del CIEP (Centro de Investigación Económica y Presupuestaria), afirma que los beneficios de reactivar la industria de la refinación se podrían ver en el plazo de un sexenio. Los precios de los combustibles se reducirían no sólo por cuestiones de logística, sino porque el precio de las gasolinas refinadas en el país no estaría ligado al tipo de cambio y a los precios internacionales del petróleo, tal y como sucede con las gasolinas importadas.

Parte del precio de venta de los combustibles está determinado por el costo de producción. Gonzalo Monroy, director de la Consultora GMEC especializada en el sector energético, explica que el costo de producción está determinado por la capacidad de refinación de las plantas, esto es: a mayor producción, menor el costo de la refinación. De forma inversa, en una planta diseñada para bajas producciones el costo del barril se eleva.

Para Labardini, la construcción por decreto de una refinería haría temer a los inversionistas un control de precios, que acabaría con el incipiente mercado libre surgido a partir de la reforma energética. Aseguró que la sola presencia del sector privado en el mercado puede llevar a precios que beneficien al consumidor.

La amenaza de los subsidios y control de precios

Una de las mayores preocupaciones tanto de inversionistas como de analistas convencidos de que la apertura del mercado energético es benéfica para el país es que la reactivación de la producción de gasolinas por parte de Pemex redunde en control de precios y subsidios. Abel Hibert quiso calmar el ambiente y aseguró que será la competencia la que determinará el precio de las gasolinas, en un mercado con un número creciente de oferentes propiciado por la reforma energética.

Una disminución en los precios podría tener efectos negativos. Los precios actuales de venta de los combustibles en el país han dado, en opinión de Labardini, confianza a los mercados, misma que atraerá inversiones en refinación y logística. Una disminución del precio, derivado de una mayor participación de Pemex en el negocio de la producción de gasolinas, podría ser un gesto que desalentaría estas inversiones.

La otra gran interrogante es si se implementarán subsidios y disminución de impuestos a las gasolinas. Abel Hibert dijo que sería inviable para el Estado destinar recursos para subsidios a las gasolinas, los cuales, aseguró, son los más regresivos. Por lo que toca a la reducción de impuestos, fue tajante: “No hay márgenes fiscales para reducir los impuestos en las gasolinas. De reducirlos, no hay de dónde sacar lo que se dejara de captar. El balance fiscal es bastante limitado”.

Financiamiento

López Obrador ha expuesto un esbozo del proyecto para elevar la producción de combustibles en el país, planteando que la construcción de una nueva refinería tendría un costo de 6,000 millones de dólares, monto promedio para una planta con una capacidad de producción de 300,000 barriles de combustibles al día.

Para la reconfiguración de las seis refinerías de Pemex en el país, según cálculos de Ramsés Pech, es necesaria una inversión de entre 6,000 millones de dólares y 8,000 millones de dólares, cifra equivalente al presupuesto de Pemex Exploración y Producción de un año.

Los recursos para financiar las obras de infraestructura, expuso Abel Hibert, provendrían principalmente de Pemex. La estatal, explicó, cruza por un proceso de saneamiento financiero y se le ha bajado la carga fiscal, dejándole recursos para la inversión. Complementario a esto, se recurriría a las asociaciones público-privadas, toda vez que el gobierno federal por sí solo no podría financiar el proyecto de infraestructura. Hibert recordó que Pemex cuenta con una refinería en Texas en copropiedad con la petrolera privada Shell Oil Company. La refinería opera desde 1993 como una empresa de inversión conjunta 50-50 entre ambas empresas y genera beneficios económicos.

leon.martinez@eleconomista.mx

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