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Política

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Niños del narco, sin opción a negarse y desechables

Ante la falta de empleos y educación, miles de menores de edad son cooptados por el crimen organizado a través de la promesa de dinero o de amenazas; una vez adentro, su expectativa de vida es de dos o tres años.

El narcotráfico seduce a niños y adolescentes con las armas del dinero, autos de lujo, mujeres y poder para ser reclutados en labores de sicario, de halcón, en narcolaboratorios o siembra de droga, afirma el escritor Javier Valdez Cárdenas, autor del libro Los huérfanos del narco.

Entrevistado por El Economista, el autor destaca que los niños sicarios pueden acceder a convertirse en criminales por 15,000 pesos al mes y estar dispuestos a realizar cualquier crimen. No son monstruos, dice, pero tienen una coraza de insensibilidad a cambio de dinero.

La semana pasada, tres menores de 12 años y una niña de 13 fueron detenidos en la Unidad Tlatelolco de la ciudad de México en posesión de una navaja y una pistola de juguete, luego de que asaltaron a un peatón.

La Encuesta de Cohesión Social para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (Ecopred), presentada la semana pasada, refiere que de 50,099 jóvenes encuestados, hasta 21% dijo haber tenido experiencias en un entorno delictivo; que alguna vez portó un arma; han estado en una pandilla violenta; han cometido actos de vandalismo; o bien, han tenido problemas con la policía.

Valdez Cárdenas refiere que los niños y adolescentes cooptados por la delincuencia son chavos ruidosos, mequetrefes, peligrosísimos porque están armados , pero se dejaron seducir porque no hay empleo, no hay educación, es caro estudiar .

Según el autor de Los huérfanos del narco, de los 27,000 desaparecidos que existen en el país, por lo menos 10% son menores de edad que tuvieron alguna relación con la delincuencia, ya sea porque fueron obligados a trabajar en labores ilícitas o bien por dejarse seducir por la apología al narcotráfico.

Valdez Cárdenas destaca que la mayoría de los cárteles utiliza a los niños y jóvenes como su último eslabón en las labores delictivas, tales como el Cártel del Golfo, Los Zetas, el Cártel Jalisco Nueva Generación, la Familia Michoacana y el Cártel de Sinaloa, principalmente en Tamaulipas, Guerrero, Chihuahua, Veracruz, Sinaloa y Michoacán.

No dejan de ser material desechable y parte del último eslabón, junto con las mujeres, de la maquinaria criminal. Son objetos, un cartucho, un casquillo, una granada o el gatillo de un arma automática, no son más. Duran dos o tres años (vivos).

Lo que pasa es que nada compite con la pobreza que hay en el país; no hay empleo, no hay educación, es caro estudiar. Entonces, es muy fácil que un niño le entre al narco, por dos métodos: por la zona del Golfo, es a través de las amenazas, de que si no le entran, matan a su familia. Y del lado del Pacífico, es la seducción; el narco es seductor, es atractivo, nada compite con eso.

El narco de Sinaloa son los narcos tradicionales. Ellos siguen cultivando, son tus vecinos. Es una región de cerca de 100 años conviviendo con la siembra de drogas, entonces, no puedes decir: me voy a otra colonia (...) ¿A dónde? (...) Ahí está la diferencia, ahí está el narco poderoso, seductor, se pasea por las calles y nadie lo detiene, está protegido, y eso tiene un impacto en los jóvenes, en los niños, porque dicen: ‘yo quiero ser narco’ ¡Qué mejor seducción que ésa! Son dos vías, incluso contrapuestas, pero que ahí están. Son caminos que los niños y las niñas están siguiendo, que en eso terminan, y con dos o tres años de vida dentro del narco.

Luego los ejecutan, porque como son jóvenes y son inquietos, se insubordinan y se drogan y se emborrachan, no hacen bien las cosas, roban; entonces, los narcos los sacrifican, en el mejor de los casos los entregan a la policía, pero la mayoría de las veces los asesinan. Esto es una realidad desde hace cinco años, y desgraciadamente se ha multiplicado.

Un joven dice: ‘Éste cómo vive, nadie lo castiga: yo voy a ser narco’. Y lo peor es que se asume que van a vivir muy poco, dos o tres, asumen la muerte; antes no, pero ahora te dicen: a mí me van a matar, pero nada me va a quitar estos años, esta camioneta, esta vida, esta mujer, viaje, este lujo, este poder .

• ¿Por cuánto accede un adolescente para ser criminal?

Antes, cuando empecé a reportear, unos 20 años, un asesino podría cobrar 100,000 pesos por una ejecución, un asesino profesional. Ahora ya no. Son asalariados. Son muy pocos los que trabajan como profesionales. Ellos (el narcotráfico) tienen un ejército de sicarios. Entonces, ahora cobran 15,000 pesos al mes por andar matando gente, y al mes pueden sumar 10, 15 o 20 asesinatos .

•¿Qué hay antes y después de un niño sicario?

Yo creo que se ponen una coraza para no sentir. Se enferman de poder y se resignan a que eso es lo que tienen que hacer. No son monstruos (...) Están enfermos de esos fantasmas que los persiguen y que son sus víctimas. Pero sí, hay un acto de vacunarse (...), para no sentir, para realizar el trabajo. Conozco casos de chavos que después del trabajo, están a solas, van y vomitar, se desmayan, y luego van adquiriendo una costra de insensibilidad, y detrás de ello hay un niño sin amor, abandonado, sin mañana .

•¿Tiene cura un niño sicario?

En la mayoría de los casos, no regresan. Tendría que ser muy especial, con permiso de los jefes, pero se me hace difícil. Pero si ellos quisieren, se salen, y quieren rehabilitarse, es posible, a través de terapia .

•¿Cómo actúa la familia?

Creo que se destroza, es como un tiro de gracia para una familia, la pudre por dentro, porque la desesperanza es homicida. ¿A quién acudes?, ¿a quién lo denuncias?, ¿quién va a investigar?, ¿quién los va a perseguir, a detener, a castigar? Entonces, la familia se queda sola, es como una sobredosis de desesperanza .

jmonroy@eleconomista.com.mx

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