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¿Algún día cambiará la percepción?

Los costos de la guerra contra el narco han sido enormes, más porque se trató de declararle la guerra a un contrincante que no se rige por las estrategias militares, si no por el agandalle y la traición, explica Rubén Torres en su columna Puerto Madero.

En México todos son expertos en temas de narcotráfico. Hay quienes trabajaron de reporteros y ahora forman parte de organizaciones o son consultores sobre los problemas que generan las luchas internas de los cárteles de la droga y con el Estado, incluso se atreven hasta profetizar.

Pero nadie ha logrado explicar la triada del por qué la violencia, que es sujeta a una primicia: violencia, crimen y muerte, esto independientemente del inmenso dinero que genera y se cobra en divisa estadounidense, desde donde precisamente se promueve el tráfico, siembra y recolección y producción de drogas duras o de diseño.

Tampoco los estrategas de la guerra declarada por Felipe Calderón en diciembre del 2006 han logrado descifrar esta analogía que es muy particular de los cárteles de la droga para llegar a su objetivo, que es la cooptación, control, violencia y muerte.

Uno de los estrategas, Genaro García Luna, quien ha desempeñado por años cargos de relevancia policíaco aún siendo ingeniero, sobre este aspecto decidió enviar 2,000 elementos de la Policía Federal a Ciudad Juárez, Chihuahua, ciudad que en los últimos dos años se ha convertido en la más violenta del mundo.

Esto según datos revelados por las organizaciones civiles Movimiento Blanco’’ y Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal’’, que expone la existencia de 191 homicidios por cada 100,000 habitantes que ocurren en el estado más grande la República mexicana: Chihuahua.

Pero particularmente en Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos, cuna del cártel del mismo nombre forjado a sangre y fuego por el extinto Amado Carrillo Fuentes El Señor de los Cielos, pero no solo eso, sino que cuenta con otro estigma lapidario Las Muertas de Juárez’’.

Cuando los expertos marca ACME’’ hablan y vociferan embarran las frases con argumentos que leen, escuchan o ven en noticieros de toda índole, que también son refritos de políticos improvisados, sino solo hay que remitirse a su accionar como legisladores cuando votan y después rebuznan, perdón, corrigen lo que echaron a perder por sólo levantar la mano.

La verdad es que el Presidente cuando decidió atacar el problema y declaró la guerra contra un enemigo que no es el tradicional contrincante de estrategia militar, sino de agandalle’’ por la espalda o a traición, las fuerzas armadas se vieron sorprendidas.

Pero todo va caminando hacia ellos. No cabe duda que se han recuperado ciertos espacios que eran propiedad de las gavillas de narco-novatos y de los Barones de la droga, sin duda y sus sicarios profesionales hechos con los años y adiestrados en las refriegas –aún sobrevivientes- desde la década de los 70’s y 80’s.

Las capturas de 89,500 personas relacionadas a esos ilícitos y ocho de sus líderes, más 47 cerebros financieros, 60 lugartenientes, 2,061 sicarios y 600 funcionarios –la mayoría policías-, el decomiso de 389 millones de dólares en efectivo, 30,500 armas largas y 24,900 armas cortas no pueden ser echadas en saco roto, son resultados tangibles de una guerra que va a durar más años.

En efecto alguien tenía que asumir el costo y sólo la historia despejara el velo de las dudas e incluso de los expertos marca ACME’’, algunos de ellos habrán de comerse sus palabras y diagnósticos’’, para tal vez siquiera rescatar que alguien tenía que hacer algo y para eso se utilizó el Ejército, Fuerza Aérea y Marina Armada de México y que habría excesos.

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