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Arte e Ideas

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Di Donato y Flórez, apoteosis en el Met

El tenor de origen peruano no quiso caer en un juego de competencia con el mexicano Javier Camarena por su interpretación en La Cenicienta.

Joyce DiDonato y Juan Diego Flórez cerraron estupendamente la temporada 2013- 2014 del Met de Nueva York, con soberbias actuaciones en la ópera de Gioacchino Rossini, La Cenerentola, la noche del sábado, en transmisión en vivo al Auditorio Nacional; se trató de una puesta en escena divertida, bien equilibrada en lo estético, con estupenda música y buenas actuaciones de todo el elenco.

La señora DiDonato terminó su actuación con lágrimas, al recibir una larga ovación de pie, en lo que será, según entendimos, su última actuación como Cenicienta. Por lo pronto, nos dejó en el alma su interpretación del aria Non più mesta y su fresca, muy agradable, actuación angelical, como el nombre que le dieron en la obra, Angelina.

Apoteósico, Juan Diego Flórez, quien se notaba un tanto demacrado y un poco bajo de energía, no obstante, deleitó al público neoyorquino con una soberbia interpretación del aria del segundo acto Si, ritrovarla io giuro (Sí, juro que la encontraré) en la que demostró las tablas que tiene, el manejo de su estupenda voz aterciopelada, agradabilísima, rica de matices,y en la que se deslizaba con soltura de las notas bajas a las endemoniadamente altas.

El público interrumpió la escena para retribuirlo con una enorme ovación. Todos esperaban con ansias la repetición del aria (el bisado), pero Juan Diego no quiso caer en el juego de la competencia con el gran Javier Camarena y se mantuvo sereno agradeciendo las muestras de afecto, pero muy en su papel como gran figura del Met que no tiene que demostrar nada, ni mucho menos recurrir a juegos infantiles de quién es el mejor .

EFICIENCIA DRAMÁTICA

En esta historia presentada por el Met, que conserva lo esencial del cuento de Charles Perrault, hay varios elementos que son modificados en aras de una mayor eficiencia dramática: el Hada Madrina se convierte en un Hado Madrino, muy cool, con alitas doradas de ángel y con lentes; no hay una zapatilla de cristal que pierda Cenicienta, sino una pulsera que el príncipe debe buscar y éste se disfraza de un asistente que es su ayuda de cámara, para descubrir la verdadera personalidad y las intenciones de las hermanas de Cenicienta; tampoco hay una madrastra, medio mágica y diabólica, sino un padrastro, Don Magnífico (Alessandro Corbelli).

La producción de Cesare Lievi tiene como punto culminante la escena en donde, estando en la boda de Cenicienta, no se ofrece un pastel con figuritas de novios como se acostumbra, sino que la escenografía la llena un enorme pastel en donde las figuras que deberían ser de azúcar ahora son de carne y hueso: Joyce Di Donato (Angelina) y Don Ramiro (Juan Diego Flórez).

La idea es magnífica y el resultado es espectacular. Lo que logró Lievi es una buena combinación entre estética teatral moderna y la tradicional que exige el libreto de Jacopo Ferretti.

A propósito de este pastel, cuando el gran tenor Javier Camarena sustituyó a Juan Diego Flórez en este mismo papel, el 25 de abril, el mexicano al final de la escena se lanza desde el pastel a los brazos de los coristas tal como si fuera un cantante de rock, lo que gustó mucho al público neoyorquino por la frescura del personaje (y de Javier). Por supuesto que Juan Diego, convaleciente y en otra tónica, no hizo lo mismo.

La dirección orquestal corrió a cargo del maestro Fabio Luisi al frente de la orquesta del Met, siempre tan correcto, tan meticuloso con el tempo y tan justo en el apoyo a los cantantes, tan brillante en la interpretación de la música rossiniana.

ricardo.pacheco@eleconomista.mx

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