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Economía y sector cultural: urge, INEGI
El reporte sobre el PIB y, con ello, el anuncio del cambio de año base del 2003 al 2008, a efecto de actualizar la medición de la economía, evidencian la urgencia de la cuenta satélite de la cultura.
La contención del gasto público y el estancamiento del gasto interno, de manera importante el consumo, involucran a la cultura. Lo primero implica la tarea gubernamental en cualquiera de sus niveles y la de quienes desde diferentes nichos del sector dependen del subsidio.
Algunas de las variables de este proceso son: manejo de deuda, pasivos, incumplimiento de pago a proveedores, recortes sobre presupuestos autorizados, demora en la entrega de las ministraciones, lo cual impide las transferencias a los beneficiarios; reducción del empleo temporal, cancelación de obras, la suspensión de servicios y algo insólito, el subejercicio. Se trata de una mezcla letal, cuyas consecuencias apenas se conocen.
Lo segundo, el gasto interno, asoma por ciertos instrumentos del Sistema de Cuentas Nacionales de México (SCNM) y tiene que ver, en buena medida, con el ingreso y gasto. Sin embargo, al definirse la desagregación en educación y esparcimiento, la cifra actualizada a julio de este año, un 13.8%, sobre un gasto corriente total promedio por hogar de 33,746 pesos trimestrales, nos deja presos de la incertidumbre y la especulación.
Los factores descritos influyen en el PIB, que creció 1.5% en el segundo trimestre; en la desaceleración o estancamiento de la economía y en los pronósticos nada buenos que nos sitúan en una meta anual de crecimiento del 1.8 por ciento. Ahí va la cultura, su complejo andamiaje sectorial, y por ello, su difícil cuantificación. En esa perspectiva, conviene destacar algunos elementos del reporte entregado el martes 20 por el INEGI.
Por ejemplo, las actividades terciarias, en las que se ubican numerosos servicios culturales, aumentó 2.6% a tasa anual durante el trimestre en cuestión.
Al decir del INEGI, sobresalió por su contribución a dicha variación, el PIB del comercio, con 3.8%; servicios inmobiliarios y de alquiler de bienes muebles e intangibles, 2%; servicios financieros y de seguros, 6.7%; los servicios de información en medios masivos, 5.3% y servicios de apoyo a los negocios y manejo de desechos y servicios de remediación, 3.7%, etcétera.
Tengamos presente que en el sector 51, información en medios, se concentran, entre otros, las telecomunicaciones, el cine, la radio y la televisión. Pero igualmente observemos que este reporte no toma en cuenta al sector 71, que aglutina servicios de esparcimiento, culturales y deportivos y otros servicios recreativos. Pese a ello, se podría traducir en que a la cultura no le fue tan mal.
Pero lo que considero la médula del reporte es la actualización del SCNM al nuevo año base 2008. Para tal fin, se adoptó el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte 2007.
Entre los cambios se encuentra uno que en el medio cultural es piedra de toque: los pagos de honorarios a los trabajadores del gobierno federal, que se han reclasificado como consumo intermedio. La jugada no queda clara, a sabiendas del peso que este tipo de relaciones laborales tiene en la movilidad del aparato gubernamental y del empleo informal. ¿Qué favor parece hacerle el INEGI a los gobiernos panistas y ahora al del PRI? Veo a un Eduardo Sojo maquillista.
Otra novedad: el Cuadro de Oferta y Utilización tiene nuevo rostro. Una triada le enriquece: los recursos biológicos cultivados (aquí hay materia prima, por ejemplo, para artesanías e instrumentos musicales); el Gasto en Sistemas de Armamento y los productos de la propiedad intelectual (PPI).
Y cito: Se reconocen los resultados de investigación y desarrollo, la exploración y evaluación minera, los programas de informática y base de datos y los originales para esparcimiento, literarios o artísticos. Se caracterizan por el hecho de que la mayor parte de su valor se atribuye al esfuerzo intelectual; por lo tanto, el valor de un activo de propiedad intelectual está determinado por los beneficios obtenidos por su propietario económico .
Diré que el dato es curioso: al contabilizar a partir de una desagregación que no queda clara, quien aporta más del terceto son los PPI: 176,000 millones de pesos, casi la totalidad de 1.46% como porcentaje del PIB. El reporte da para más, pero sobre todo evidencia algo: la esperanza de que la cuenta satélite de la cultura resulte convincente y fuerte.
eduardo.cruz@eleconomista.mx