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El Tren Maya permitió una oportunidad histórica para la arqueología: Diego Prieto

"Nos ha permitido emprender un proyecto de investigación sin precedente en el área maya y un programa de mejora de las condiciones y los servicios en 29 zonas arqueológicas que se asientan alrededor de esta ruta", defiende el titular del INAH.

El 2023 fue para el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) el año más intenso en materia de salvamento arqueológico y mejoramiento de sitios prehispánicos desde el arranque de la construcción del Tren Maya, de acuerdo con el antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del organismo, quien conversa con El Economista cinco días después de la inauguración del tramo Campeche-Cancún de la vía ferroviaria.

La fecha inaugural del pasado 15 de diciembre supuso redoblar el paso en las tareas de salvamento arqueológico de los tramos 5, 6 y 7 del tren, que van de Cancún a Tulum, de Tulum a Chetumal y de allí a Escárcega, Campeche, y acelerar las labores de mejoramiento en las zonas arqueológicas que se asientan en toda la ruta.

El megaproyecto prioritario del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien este 31 de diciembre inauguró el tramo Cancún-Palenque, no ha estado exento de señalamientos ecocidas y de la destrucción de vestigios de la civilización maya, sin contar el sobrecosto que al final alcanzó la obra, como lo ha consignado este diario: 511.2 mil millones de pesos sumado el presupuesto asignado en 2024, que representa 3.3 veces los 156 mil millones de pesos presupuestados originalmente, de acuerdo con cálculos del IMCO.

Rechaza destrucción natural

"Lo niego rotundamente", responde Diego Prieto al rechazar por enésima vez las críticas que ecologistas y arqueólogos han señalado sobre la destrucción que pudo suponer el paso del Tren Maya en extensos tramos de selva, donde habita una diversidad de especies de flora y fauna, algunas de ellas amenazadas, y se asienta una extensa capa de suelo kárstico que protege cenotes y acuíferos, que aportan un servicio irremplazable a la biodiversidad y donde en años recientes se han encontrado restos sumergidos de civilizaciones antiguas, como templos, osarios, oratorios, tumbas e incluso algunos de los ejemplares humanos más antiguos del continente americano.

Prieto Hernández detalla que el trazo original del Tren Maya sufrió más de 20 modificaciones por razones arqueológicas para poder preservar así más de 58,000 bienes inmuebles, los más de 1,946 bienes muebles y más de 2,250 rasgos naturales, como por ejemplo el hallazgo del sitio arqueológico desconocido hasta 2022, denominado Paamul 2, que obligó a realizar ajustes en el trazo del Tramo 5 Sur; además, añade que otros desvíos en la ruta fueron para atender las necesidades de karsticidad que se presentaban en algunos tramos, todo lo cual -reconoce- encareció el proyecto.

El desafío más importante en las últimas décadas

El megaproyecto, reitera, “fue una oportunidad histórica que el instituto no podía desaprovechar. Nos ha permitido emprender un proyecto de investigación arqueológica sin precedente en el área maya y un programa de mejora de las condiciones y los servicios en 29 zonas arqueológicas que se asientan alrededor de la ruta".

El antropólogo explica que el salvamento arqueológico se demerita porque comúnmente se asocia a la tarea de "ir recogiendo los objetos que van apareciendo" en una obra, y no es así -asegura-; "se trata de proyectos que implican prospección, excavación, registro y estudio de materiales".

De allí que -dice- el Tren Maya puso al INAH frente al desafío arqueológico más importante de las últimas décadas, como en su momento ocurrió con la construcción del Metro en la Ciudad de México. Y es que estas megaobras aportan los recursos necesarios para la investigación extensiva que de otro modo tardarían muchos años en conseguir.

"La investigación arqueológica que el INAH está desarrollando en el área maya-mesoamericana, que es el área de influencia del Tren Maya, tienen dos pilares de sustentación: el salvamento arqueológico bien hecho, que no daña el patrimonio pero por supuesto supone una alteración metódica del contexto, programada y controlada, y el otro pilar es el programa de mejoramiento de zonas arqueológicas, que no es nada más arreglar los baños, aunque también hay que arreglar los baños, pero es sobre todo una tarea de investigación y conservación de esos sitios patrimoniales. No se puede investigar sin conservar y tampoco se puede conservar sin investigar", explica.

Una obligación de Estado

Lo anterior obedece a un contexto histórico y jurídico, explica el antropólogo Prieto. En México, las zonas arqueológicas son propiedad de la nación y el INAH tiene la obligación de investigarlas, conservarlas y difundirlas, es decir, acercarlas al disfrute y comprensión de todos los mexicanos y sus visitantes, de acuerdo con el Artículo 4 Constitucional.

"Si yo nada más investigo y conservo, algo falta, difundir, y ahí cobra sentido que en los sitios el baño esté funcionando, que haya una sala de interpretación, un cedulario actualizado, un museo. Por eso se estableció el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza)”.

Destaca la estrecha relación que el INAH sostiene con el turismo, "aunque haya compañeros que les parece que es puro mercantilismo". Pero "el turismo es una de las fuentes más importantes de generación de divisas y de recursos para el país (...) las comunidades quieren que haya turismo, lo único de lo que nos tenemos que hacer cargo es de que sea un turismo sostenible, ordenado, regulado para que no afecte las otras tareas que son la conservación y la investigación".

Principales hallazgos:

  • Ek’ Balam, YucatánImagen tallada en piedra de un personaje con un faldón decorado con huesos.
  • Siete tapas de bóveda recubiertas con pintura mural, reusado por los antiguos habitantes como cámara funeraria.
  • Chichén Viejo,Chichén ItzáTorso de la figura de un atlante que se descubrió al desbrozar el camino hacia la Serie Inicial.
  • Tulum, Quintana RooCueva con depósitos mortuorios al interior del recinto amurallado.
  • Tramo 7,en CampecheUna vasija con la representación del dios K’awiil, el cual es vinculado con el rayo, la fuerza y el poder.
  • Efigie del numen maya de la muerte, reconocida por su modificación craneal de tipo tabular erecta, su nariguera y un antifaz que cubre su rostro descarnado.

francisco.deanda@eleconomista.mx

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Editor de Arte, Ideas y Gente en El Economista. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Filosofía Social, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Especialista en temas de arqueología, antropología, patrimonio cultural, religiones y responsabilidad social. Colaboró anteriormente en Público-Milenio, Radio Universidad de Guadalajara y Radio Metrópoli, en Guadalajara.

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