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El genio aburrido
Entre la realidad de Kurt Cobain y su leyenda, mejor elegir su leyenda.
Kurt Cobain llegó y desapareció como una centella. Después de su suicidio en 1994 dejó tras de sí a millones de fans descorazonados, fans decididos en convertirlo en la leyenda de su generación. Justo lo que Cobain no quería.
De Cobain en realidad se sabe poco. No le gustaban la entrevistas y, aunque por un par de años Nirvana, su banda, fue la banda más famosa del planeta y torrentes de tinta corrieron sobre ella, Cobain era un personaje monosilábico, oscuro, un posadolescente sarcástico cuando los reporteros lograban sacarle algo: de verdad era como sacarle los dientes.
Ha habido un par de documentales sobre Kurt Cobain, llenos de suposiciones y mitología. El más famoso ha sido Kurt & Courtney (1998), de Nick Broomfield, un culebrón que da a entender que Courtney Love, la esposa de Kurt, conspiró para matarlo.
Pura mitificación: eso ha sido la existencia de Cobain en la mente de millones de personas. Imposible conocer al verdadero Kurt, rey del grunge, mejor crear uno a la medida de nuestras expectativas.
Con su cara de mártir, así de lejos, ese inasible Kurt fascina.
Hasta hoy, que nos cuenta la verdad la primera cinta autorizada por la familia Cobain.
Cobain: Montage of Heck, de Brett Morgen, nació gracias a la iniciativa de Frances Bean Cobain, la hija del malhadado ídolo, de contar la verdadera historia de su padre con documentos íntimos nunca antes vistos por la audiencia. La veinteañera Frances Bean prácticamente no conoció a su padre, así que este documental es una forma, supongo, de acercarse a su memoria más allá del mito; el mito estorba.
Caray, el problema es que sin el mito al parecer Kurt apenas parece meritorio de lugar entre los rockstars. Visto de cerca, Cobain es un genio; un genio aburrido.
Brett Morgen, el director, escudriñó en los archivos de Kurt Cobain: 15 cajas abandonadas en una bodega. Algunos cuadros (a Kurt le gustaba pintar), sus diarios y algunos cassettes grabados. Una de ellos llevaba el rótulo montage of heck , algo así como mezcla infernal , una grabación que lo mismo incluía a los Beatles que fragmentos de bandas sonoras de películas de terror y de ciencia ficción. Era como una ventana a la mente de Kurt, dice Morgen en la entrevista que acompaña al documental.
La grabación es una forma de ?leitmotiv en la película mientras narra la vida de Cobain desde su nacimiento hasta su suicidio a la edad de 27 años.
Como cualquiera
Y nada, resulta que Kurt fue casi como cualquier otro niño crecido en una familia de clase media, en un pueblo de clase media como Aberdeen, Washington, en la década de los 70.
Un tanto hiperactivo, pero nada más. La cosa cambia cuando llega a la adolescencia. En el documental hay entrevistas con sus padres diciendo lo maravilloso que era Kurt: sí, claro, tan maravilloso que pasó la adolescencia de aquí para allá, su hiperactividad lo volvió insoportable para su propia familia. Ya desde entonces pensaba en el suicidio. Más que un héroe, Kurt era una persona deprimida.
La cinta incluye partes en dibujos animados que cuentan en primera persona fragmentos de la vida de Kurt. Bonito, pero no muy interesante.
El ruido del montaje infernal va dando un supuesto ritmo a la película, pero la verdad es que da la sensación de que no hay mucho para mostrar. Lo que hay es soso, aburrido.
Ése es el problema de Montage of Heck: que, a pesar de tener acceso a los documentos más íntimos del personaje, no encuentra nada que contar.
Con las entrevistas a Krist Novoselic, bajista de Nirvana, y a la incomprendida Courtney Love, quizá las personas que mejor lo conocieron, no alcanzamos a sentir que algo nos es revelado sobre el personaje.
Cobain: Montage of Heck es una obra que puede interesar a los fans, pero es demasiado aburrida para realmente llegar a involucrar a la audiencia. Es un buen ejemplo del adagio: cuando tengas que elegir entre leyenda y verdad, siempre elige la leyenda.