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Arte e Ideas

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¿In-visibilidad o ceguera?

El 27 de abril, el Senado de la República aprobó un Punto de Acuerdo mediante el cual exhorta al Colegio Nacional a implementar las acciones necesarias que permitan la inclusión de las mujeres bajo los principios de igualdad, paridad y no discriminación en la integración de sus miembros, en el acceso a la educación superior y a los puestos de investigación científica y académica .

El 27 de abril, el Senado de la República aprobó un Punto de Acuerdo mediante el cual exhorta al Colegio Nacional a implementar las acciones necesarias que permitan la inclusión de las mujeres bajo los principios de igualdad, paridad y no discriminación en la integración de sus miembros, en el acceso a la educación superior y a los puestos de investigación científica y académica . Presentada en febrero por la senadora Yolanda de la Torre, esta iniciativa merece una respuesta seria por parte del Colegio Nacional y de otras instituciones culturales, cuyo sentido es reconocer los más destacados aportes en las ciencias y las artes.

Lograr la paridad en estas instituciones no puede ser inmediato, sobre todo cuando se ha reducido el presupuesto para la cultura, la ciencia y cuando el ingreso a ellas debe seguir ciertas normas. Sí es posible, y deseable, en cambio, que quienes integran ya El Colegio Nacional o la Academia Mexicana de la Lengua, o la Academia de Ciencias, se decidan a saldar su deuda histórica con las investigadoras, científicas y creadoras destacadas de nuestro país. Dar prioridad al ingreso de las mujeres desde hoy no sería una mera acción afirmativa , sino un mínimo acto de justicia.

Fundado en 1943, El Colegio Nacional ha tenido 100 integrantes, de los cuales sólo cuatro son mujeres. Por más que las instituciones culturales sean rancias, resulta escandalosa esta colosal desproporción en el reconocimiento al talento de hombres y mujeres, en pleno siglo XXI. Ésta refleja un sesgo histórico hoy insostenible, ya que decenas de mujeres cumplen con el requisito de haber destacado a lo largo de su vida de manera sobresaliente en algún ámbito del saber , según el acta de creación. El reconocimiento internacional a científicas, artistas y escritoras mexicanas así lo prueba.

Para las instituciones culturales mexicanas, como señalé (Nexos, febrero 2015), las científicas y creadoras han sido históricamente in-visibles. Los lentes de la misoginia institucional o la inercia de la tradición han llevado tanto a la Academia Mexicana de la Lengua como al Colegio Nacional, y, en menor grado, a la Academia de Ciencias, a dar prioridad al talento masculino. Lo mismo ha sucedido con los comités que determinan qué grandes creadores pueden ser inmortalizados en la Rotonda de las Personas Ilustres, o a qué servidores de nuestra?Patria o de la humanidad se distinguirá con la medalla Belisario Domínguez (hoy tan desprestigiada). Así resulta que, si bien todos sus integrantes son dignos de respeto o admiración, la primacía masculina en nuestras prestigiosas instituciones no puede sino inspirar malestar y extrañamiento.

Habrá quien diga que el reconocimiento oficial es irrelevante, que lo significativo es el avance de la ciencia, el goce del oficio, la admiración de los pares, el aplauso del público o la fama póstuma. En más de un sentido, tendrá razón: lo primordial es el trabajo propio, la dedicación al saber o al arte, o el impacto a largo plazo de la obra. Elena Garro no recibió el Premio Nacional de Literatura, a Borges nunca le dieron el Nobel, y sus obras son más vigentes que las de laureados ya olvidados.

Sin embargo, cuando se trata de instituciones públicas, financiadas con recursos públicos, la composición de sus integrantes debe responder, con sentido de justicia y realidad, a la sociedad que las sostiene. No se trata de adoptar criterios populistas ni de buscar la paridad a toda costa. Se trata, sí de aceptar que excluir a las mujeres o incluir a alguna como excepción a la regla es una aberración.

Cerrar el Club de Toby , mirar más allá de redes institucionales y personales, re-conocer la importancia de la inteligencia femenina y sus aportaciones, apreciar la diversidad, traerá aire fresco al Colegio Nacional y otras instituciones que enfrentan el reto de optar por la innovación y la búsqueda de la igualdad o aferrarse a la costumbre y estancarse en el siglo XX.

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