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Arte e Ideas

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La ciencia y las comunidades científicas refuerzan su utilidad social

En México el 80% de la inversión en ciencia viene del sector público por un 20% del sector privado, esto aún es un desafío para el país: UNESCO.

“La ciencia y la tecnología proveen soluciones y conocimientos esenciales para solucionar los retos comunes que comprometen el desarrollo social y económico de la humanidad, para ello es preciso contar con conocimiento científico de causa y avances tecnológicos para transferirlos efectivamente al ámbito de la política pública, la cooperación para el desarrollo y el multilateralismo”, dijo Rosaura Ruiz Gutiérrez, titular de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI).

En el marco del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, a través de un conversatorio los participantes coincidieron en que en un momento donde el mundo entero lucha contra la pandemia de Covid-19, la ciencia y las comunidades científicas han reforzado su utilidad en la sociedad y se necesitan de manera crítica.

“La ciencia puede ser un idioma universal que une a países más allá de sus conflictos y diferencias a nivel político e ideológico”, dijo Marga Gual, diplomática científica, “un ejemplo es el sincrotrón Sesame que se construyó con la participación de nueve países en Medio Oriente y que sabemos no tienen las mejores relaciones entre ellos, hablamos de Israel, Palestina, Turquía, Egipto, Irán, entre otros. Aun así han reconocido el valor de apostar por un proyecto común en ciencia y fortalecer las capacidades de la región”.

Pero para construir un proyecto como este no solamente vale hacer ciencia,  se requiere de un cuerpo diplomático que construya alianzas y marcos legales, que la política de cada país entienda que eso está en beneficio de todos, dijo la especialista. “Modelos como el Sesame dan la inspiración para decir, si se logró en una zona tan conflictiva, esto puede suceder en otros países”, aseguró.

Gual agregó que en América Latina, la escala de nuestros conflictos es mucho menor, por lo que esperemos que las historias y retos sean multinacionales ya que los temas se comparten, como el cambio climático, temas transfronterizos, las agencias espaciales, grandes laboratorios o telescopios, además de la pandemia.

Por su parte, Dorian Rommens, especialista de Programas en el sector de Ciencias Naturales de la oficina de la UNESCO en México, dijo que a medida que nuestro planeta se enfrenta a un número cada vez mayor de desafíos como el cambio climático, la pérdida de diversidad biológica o desastres naturales, el conocimiento científico es justamente más importante que nunca, “para hacer frente a estos retos necesitamos aumentar la inversión en ciencia, investigación y tecnología, con miras en concebir ideas innovadoras”.

Agregó que las cuestiones de índole mundial requieren de respuestas del mismo orden en la que además intervengan los miembros de todas las sociedades, “el enfoque inclusivo es fundamental”.  Desde la UNESCO explicó que hoy se busca ayudar a los países a invertir en ciencia y orientar el desarrollo de políticas científicas nacionales, todo ello acompañado de evaluaciones que generen indicadores y estadísticas. En México, por ejemplo, el 80% de la inversión en ciencia viene del sector público por un 20% del sector privado, “esto en otros países es a la inversa, por lo que creemos que para México esto todavía es un desafío”.

Desde el escenario mexicano

Gustavo Cabrera, de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexid), opina que hoy necesitamos vincularnos en esquemas de coparticipación, “venimos de un escenario de varias décadas donde la individualidad se consideraba como el elemento mas relevante dentro de la actividad social paradójicamente, pero la actividad comunitaria nos permite generar escenarios de aprendizaje y comunicación”. Por ello dijo que  ahora se está promoviendo que esa cooperación internacional se genere desde el conocimiento entre los saberes populares y los más altos estándares científicos, “no aspirando a un modelo de un país desarrollado sino reconociendo las capacidades de la infraestructura propia”.

Agregó que el capital humano es el principal valor de cambio y de uso en el proceso científico, tecnológico y de innovación.

Para Nora Gomis, de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán-UNAM, uno de los eslabones más importantes para que esto suceda son  instituciones de educación superior, “toca además de ser formadoras de los próximos científicos e investigadores, participar en la comunicación de la ciencia”.

En el caso de la pandemia por ejemplo, se crearon comités o grupos de comunidades científicas como la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Covid, que lo que hace es juntar a un grupo de especialistas que permiten entender y atender de mejor manera las situaciones que se están viviendo, así de manera fidedigna conocer lo que la ciencia está reportando y los avances en la atención.

Concluyó que muchos estudios y diagnósticos también provienen de las instituciones educativas, “entender esta nueva realidad ha sido un punto que las universidades han asumido como un reto. Esto permite mitigar las brechas y las diferencias sociales que estamos viviendo”.

nelly.toche@eleconomista.mx

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