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Arte e Ideas

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La historia de valor y afecto detrás de la foto “Jódete cáncer”

Este martes, la fotoperiodista Sáshenka Gutiérrez recibe en España el Premio Ortega y Gasset a Mejor Fotografía, una que se gestó por un fortuito cruce de caminos con la activista y sobreviviente de cáncer Sandra Monroy, quien ahora lucha contra los estigmas estéticos.

Es el 8 de julio de 2021. La lente se posa sobre el rostro de Sandra, quien ha tenido ya un tiempo de recuperación después de haberse sometido a una mastectomía bilateral por la detección de un tumor maligno en uno de sus senos. Su madre y su mejor amiga le acaban de retirar las vendas bajo las que han sanado ambas cicatrices en su pecho. Es la primera vez que al menos dos de las tres mujeres presentes en este instante —la madre, la amiga y la fotógrafa— conocen el resultado de la exitosa mastectomía que le ha salvado la vida.

Sandra está sentada frente a la cámara, cierra los ojos, aprieta los párpados, endurece los labios, arruga el mentón. Su amiga permanece de rodillas y de espaldas a la fotógrafa, toma a Sandra de la mano derecha: la acompaña, la contiene. La madre la toma delicadamente de la coleta mientras la besa por el costado izquierdo; también tiene los ojos cerrados, los cierra de manera que parece que se adentra en su ser para extraer el amor más puro que habrá de entregar a su hija.

Sobre la mesa, algunos paquetes con más vendas, alcohol antiséptico, alcohol en gel y un florero. Es su casa, su refugio, desde donde ella se desnuda frente al mundo.

La imagen lleva por nombre “Jódete cáncer” y es parte de una serie fotográfica tomada por la periodista gráfica Sáshenka Gutiérrez, quien este domingo abordó un avión con rumbo a Madrid para apersonarse en la trigésima novena edición de la entrega de los premios Ortega y Gasset. Sáshenka se ha llevado el de mejor fotografía. Y todavía no sabe qué va a decir en su discurso. A nosotros nos cuenta la historia que hay detrás de la imagen, la historia que le ha cambiado la vida y no precisamente por el premio.

Así se conocieron

¡Jódete, cáncer! Esta nota suscribe a la arenga con la que la fotoperiodista y la ahora activista Sandra Monroy decidieron titular a ese instante congelado que adosa un relato de valentía, arrojo, sororidad, autovalidación y amor colectivo.

Se conocieron en la parada del transporte público durante la pandemia. Sandra tiene talento con las manos. Dedica parte de su tiempo a crear pequeños personajes, ya sean animales, personas u otras fantasías, a partir de una técnica con el trabajo de lana llamada felting. Y fue un trabajo personalizado solicitado por Sáshenka vía Instagram lo que la acercó al mundo de Sandra.

“La amistad creció de repente, me pasó con ella lo que sucede cuando conoces a alguien de poco tiempo pero la quieres mucho y no te explicas por qué”, presume. “Me compartió que ella se hacía sus revisiones periódicamente y en una de esas el doctor le dijo que había detectado algo que no le gustaba mucho”.

Los resultados de la biopsia arrojaron un resultado positivo para cáncer. Por la posición del tumor detectado, era inminente practicar una mastectomía. La posibilidad de que el cáncer se manifestara en el otro seno convenció a Sandra de retirar ambos senos. Después de la operación, el duelo de Sandra se convirtió en una convicción.

“Recuerdo que ella me dijo: ‘no quiero que esto le pase a alguien más, quiero que todas lleguen a tiempo’. Acordamos mostrar las fotos que resultaron a todo el mundo y fue así que empecé a ir a su casa a documentarlo todo”.

El concepto de belleza

La imagen premiada se tomó tres días después de la mastectomía de Sandra. “Llegué ese día a su casa. Entonces llegó su amiga Gina, le pregunté si no tenía inconveniente en salir en la imagen. Pasó el momento en que le empezaron a quitar el vendaje para bañarla, me puse de frente y de ahí no me moví. Recuerdo que todo el cuerpo se me empezó a electrizar, quería llorar, pero la escena fue sumamente bonita. Yo veía a Sandra como una mariposa cuando le estaban quitando los vendajes. Ella nos contó que sentía miedo de cómo la íbamos a ver nosotras, que nos fuera a dar miedo. Esta sociedad y su concepto de la belleza. Ella no quería la lástima de las personas y menos de nosotras. Pero no fue así, sino uno de los momentos más bonitos que he vivido”.

La fotoperiodista cuenta que Sandra tomó la decisión de no ponerse implantes que no le hacen falta. Está a unas semanas de cumplir un año de la intervención y muestra su cuerpo sin pudor, lo muestra a las miles de mujeres que lo esconden. Abrió la cuenta en Instagram “jodetecancer”, desde la que genera conciencia sobre la detección a tiempo y, sin borrar su sonrisa, ofrece acompañamiento oncológico a las personas que pasan por lo mismo.

“Un montón de mujeres nos empezaron a escribir que estaban pasando por el mismo proceso y que han tomado valor de su ejemplo o para contar que sus esposos las dejaron o de gente que les dice cosas horribles. Muchas mujeres viven escondidas, con miedo a mostrar sus cicatrices. Todo por una tontería de este tamaño”, lamenta, mientras con el índice y el pulgar minimiza el estigma. ¡Jódete, cáncer!

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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