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Arte e Ideas

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La lengua de Ernesto?una exhibición que requiere políglotas

Lo mejor de la exposición, La lengua de Ernesto: divertido, atractivo, despierta la curiosidad. Recorrerla, sin embargo, resulta decepcionante. Sin duda hay que hablar la lengua de Ernesto Neto, el artista, para entenderle a sus ideas de minimalismo abstracto.

Lo mejor de la exposición, La lengua de Ernesto: divertido, atractivo, despierta la curiosidad. Recorrerla, sin embargo, resulta decepcionante. Sin duda hay que hablar la lengua de Ernesto Neto, el artista, para entenderle a sus ideas de minimalismo abstracto.

La exposición se encuentra en el Antiguo Colegio de San Ildefonso y es una de las propuestas de arte contemporáneo más importantes del año. Acompaña a otras dos grandes muestras: la de retratos del pintor sueco Johan Falkman y la recién inaugurada Croacia del artista mexicano Bosco Sodi. Esto quiere decir que si se quiere tener una buena tarde de arte contemporáneo, San Ildefonso es el lugar a visitar.

Pero hablemos en concreto de La lengua de Ernesto. El trabajo de Ernesto Neto provine de un movimiento importante en Brasil, su tierra natal, donde el arte contemporáneo vivió una era dorada a finales de la década de los 80 y toda la década de los 90.

Barras de hierro colocadas sobre pelotas de látex, dibujos que parecen fetos o células reproduciéndose, mallas llenas de bolitas de unicel. Eso es lo que el visitante se encuentra en el recorrido. Es un paseo disparejo: primero parece muy cerebral, pero luego es pura sensación. No está nunca uno seguro si lo que Neto quiere es que pensemos o que sólo juguemos (aunque, claro, se puede jugar pensando).

La parte divertida llega cuando nos encontramos con las obras monumentales de Neto. Son figuras redondas hechas de mallas flexibles llenas, algunas, de arena y especias, de tal forma que la sala se llena de aromas: comino, cúrcuma, lavanda. Son instalaciones hechas para olerse, tocarse y jugar con ellas.

Incluso para interactuar con algunas hay que quitarse los zapatos, como la muy bonita Camelocama que parece una alberca de pelotas o los curiosos Humanoides, que el visitante puede ponerse a modo de botarga.

En fin, que para entender de lleno la propuesta de Ernesto Neto hace falta adentrarse en su lenguaje. Ser un políglota estético.

cmoreno@eleconomista.com.mx

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