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Arte e Ideas

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La road movie de Rufino Tamayo

La exposición muestra por primera vez decenas de fotografías y grabaciones caseras que los Tamayo hicieron durante sus viajes.

Hay artistas que son interesantes no sólo como creadores, también como personajes. Hay muchos caso, el más emblemático de nuestro arte es el de la pareja de Diego Rivera y Frida Kahlo, cuya historia compartida es un nudo imposible de destrenzar de la obra de ambos (en el caso de Frida quizá la biografía es más importante que la obra).

Rufino Tamayo, curiosamente, ha pasado por a la historia del arte mexicano sin haberse convertido en un personaje legendario. Fue un creador muy presente en los medios de comunicación, tuvo muy buenas relaciones públicas, fue un gran coleccionista y gracias a una combinación de todo lo mencionado hoy tenemos un estupendo museo de arte contemporáneo que lleva su nombre.

Pero la novela de su vida sigue sin contarse. Mejor dicho: se contó, pero hace varios años. Por eso Uno sin el otro: retratos y películas de viaje de Rufino y Olga Tamayo en el Museo Tamayo es como abrir un libro que lleva años cerrado o como ver una película de esas que nunca salieron del circuito de festivales y resulta que sí está buena.

En este caso el autor de la novela o el director del filme es el curador Alejandro Cesarco, que se decantó no por la parte artística sino histórica del acervo Tamayo y hace esta revisión distinta a todas las anteriores de la colección del museo.

Uno sin el otro muestra por primera vez decenas de fotografías y grabaciones caseras que los Tamayo hicieron durante sus viajes. Como el título de la exposición las imágenes son un testimonio de la relación de Rufino y Olga, que tal parece que muy pocas veces estaban el uno sin el otro. Es una road movie de dos protagonistas. Y como toda buena road movie, a veces la historia es monótona y no dice gran cosa y a veces la emoción del viaje logra contagiarse al espectador.

Son 30 años de vida en común los que cubre el recorrido, conformado por cientos de diapositivas (tan indispensables para los turistas hasta hace unas décadas, las diapositivas eran una gran manera de revivir un viaje porque se proyectaban en la pared y los protagonistas tenían que completar la imagen con comentarios y anécdotas. Es un defecto de Uno sin el otro: están las imágenes, falta la narración) y 19 videograbaciones en formato super 8 (el típico para las grabaciones caseras de hace 30 años) de viajes por Veracruz, Oaxaca, París, Holanda, Roma y adonde quiera que la curiosidad y el hambre estética llevara a los Tamayo.

Viendo las aventuras que se despliegan frente al espectador (claramente son imágenes íntimas, no se recogieron para exhibirse públicamente y eso las hace alimento vouyerista), uno puede especular que tanta de la visión artística de Tamayo y se revive el interés por ir a revisar los trabajos del maestro oaxaqueño. Que para la curiosidad el espectador completar la ecuación.

Museo Tamayo Arte Contemporáneo

Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec.

Martes a domingo, de 10 de la mañana a 5 de la tarde.

cmoreno@eleconomista.com.mx

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