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La tentación de los cangrejos

Al compás de la marcha por la familia y del discurso vaticano que condena la ideología de género , engendro que sólo existe en mentes conservadoras, organizaciones sociales opuestas al aborto, al matrimonio entre personas del mismo sexo, y a la igualdad de género, como Voz Pública y Familias y Sociedad, han presentado ante la asamblea constituyente de la Ciudad nuevas iniciativas regresivas en materia de derechos humanos.

Al compás de la marcha por la familia y del discurso vaticano que condena la ideología de género , engendro que sólo existe en mentes conservadoras, organizaciones sociales opuestas al aborto, al matrimonio entre personas del mismo sexo, y a la igualdad de género, como Voz Pública y Familias y Sociedad, han presentado ante la asamblea constituyente de la Ciudad nuevas iniciativas regresivas en materia de derechos humanos. Estas propuestas, de nuevo, pasan por alto el principio elemental de que los derechos humanos, ya ganados, pueden ampliarse, no limitarse y, menos, eliminarse.

Estas iniciativas en conjunto atacan el concepto de género, el principio de igualdad y los derechos sexuales y reproductivos (DSR), que incluyen el derecho a saber sobre sexualidad, a controlar la fecundidad, a decidir libremente sobre la maternidad y el derecho a la salud. Entre otros argumentos, plantean que la perspectiva de género no es científica y rompe con la identidad de género , que la igualdad sustantiva es dañina para la dignidad de las mujeres y que los DSR no son derechos (CIMAC Noticias).

Como puede notarse, estas propuestas se derivan de la incomprensión, o ignorancia, de los estudios de género. En efecto, éstos y su aparato conceptual no han incidido en la normatividad nacional e internacional mediante una conjura sino porque permiten entender una realidad compleja y diseñar medidas para confrontar, entre otros problemas, la desigualdad y la violencia de género. La perspectiva de género, recordemos, es una aproximación a la realidad que toma en cuenta la condición de mujeres y hombres, las desigualdades estructurales, los factores que inciden, por ejemplo, en las brechas salariales, la violencia contra las mujeres, o los crímenes de odio, y su normalización. Es una herramienta de análisis crítico que cuestiona un orden social basado en la desigualdad y en una visión binaria de la sociedad, pero que en modo alguno conlleva anarquía.

La embestida contra la igualdad es quizá más preocupante, ya que se trata de un principio básico para la democracia, inscrito en nuestra Constitución. ¿Por qué tachar el precepto de que nacemos libres e iguales ? ¿Acaso algunos, las mujeres por ejemplo, nacemos para la sumisión? ¿Qué pretenden quienes rechazan el concepto de igualdad sustantiva ? ¿Conformarnos con la igualdad ante la ley sin reconocer los obstáculos que la anulan o disminuyen en los hechos? Lejos de minar la dignidad de las mujeres, tomar medidas para darle substancia a la igualdad formal, considerando las desigualdades, le da consistencia en la práctica al sentido de Justicia.

La intención de borrar el término derechos sexuales y reproductivos , por último, expresa una vez más el temor de los grupos conservadores ante la sexualidad y el derecho a decidir sobre la procreación y la maternidad. Ya en el foro de Naciones Unidas el Vaticano y gobiernos conservadores han atacado este concepto. Lo mismo sucedió en México en 2014 cuando se discutió la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Con ello se pretende eliminar el concepto de derechos del ámbito de la sexualidad, e imponer la creencia de que la ignorancia del cuerpo es mejor que el conocimiento, que la reproducción es destino, y que el libre albedrío nada tiene que ver con la vida sexual.

Dar marcha atrás en derechos humanos y derechos de las mujeres implicaría, esto sí, romper un principio constitucional y jurídico básico y atentar contra la libertad, la igualdad y la autonomía, fundamentales para la convivencia en democracia.

En vez de enfocarse en problemas tan graves como la pobreza, la desigualdad o la violencia que nos afectan a todos, las organizaciones conservadoras parecen obsesionadas con frenar o revertir los logros de las mujeres y otros grupos, en un afán de control que mira hacia el pasado.

La tentación de los cangrejos, evidente en estas iniciativas, se extiende por el mundo y sigue un curso preocupante en nuestro país. Por absurda que parezca, su atractivo para las mentes autoritarias no debe ignorarse.

lucia.melgar@gmail.com

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