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Arte e Ideas

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Las mariachis, luchadoras entre hombres

Clientes, público y colegas las hacen sentir que no pertenecen a un género musical que pareciera reservado para machos.

Decidida, Isabel desafía la mirada de una quincena de hombres y con su falda de charro, tacones y grandes aros brillantes canta con energía: ¡Ay! ¡Qué linda, que rechula es la fiesta de mi rancho! junto a su grupo mexicano de mariachi.

Desde hace 16 años es una de las pocas mujeres que trabaja en la plaza Garibaldi de la ciudad de México, corazón de este género musical, donde el desdén y la complacencia con la que algunos colegas aún la observan demuestran que para una chica el camino no es fácil en esta profesión.

En un mundo reservado tradicionalmente a los hombres, esta joven de 32 años y madre de un hijo no sólo tuvo que sortear los desaires de algunos clientes o compañeros de profesión, sino también las de su propio padre, quien es mariachi y del que heredó el gusto por la profesión.

Él decía que las mujeres eran para la casa , recuerda Isabel, al admitir que sobre todo son los hombres mayores quienes tienen más dificultades para aceptar a colegas del sexo opuesto.

Actualmente, apenas hay una veintena de mujeres entre los más de 2,000 músicos registrados en la Unión Mexicana de Mariachis (UMM) de Garibaldi, tratando de romper dentro de grupos masculinos el estigma de que este símbolo de la mexicanidad que data del siglo XIX está reservado a los machos.

Pero la tarea no siempre resulta fácil. Cuando la joven toca animadamente su violín y canta con su banda, en la que ella es la única mujer, no todos la ven con buenos ojos.

Me reservo mi comentario , se limita a decir un veterano integrante del famoso Mariachi Vargas mientras observa recostado en un banco la escena y comenta a un compañero el largo recorrido que les queda a las mujeres para llegar al nivel masculino.

Otros no piensan igual y aplauden la calidad de las mariachis, así como la belleza que aportan al espectáculo, pese a admitir que a menudo esta profesión noctámbula confunde la actitud de algunos clientes hacia las chicas.

Muchas reconocen que no siempre se les respeta, que se les minimiza por ser mujeres, que a veces son excluidas de trabajos y que puntualmente deben lidiar con ser acusadas de ser prófugas del metate (evasoras de sus tareas domésticas), pero pocas se atreven a elevar su voz como Isabel.

PIONERAS OCTOGENARIAS

Esta lucha viene allanada por una generación de combativas mujeres que a finales de los 50 rompieron moldes y empezaron a fundar los primeros grupos de mariachis femeninos en México, una realidad hoy inexistente en la capital y sin embargo muy extendida en Estados Unidos.

Lupita Villa, de 80 años, es una de ellas y guarda como un tesoro las fotografías en blanco y negro de su grupo Las Coronelas, que llenó escenarios de todo el país e incluso ganaron fama mundial en giras internacionales.

Aupada por el floreciente rol social de la mujer y por la época de oro del cine mexicano que elevó a figuras de la música ranchera como Pedro Infante, esta generación de mujeres vivió una realidad distinta a la actual, pero también con muchos paralelismos.

Villa, soltera y sin hijos, recuerda que en esa época, la mayoría de las mujeres del grupo no estaba casada y tenía un mayor compromiso con el conjunto musical, recuerda con tristeza como algunas compañeras salieron de la banda una vez que contrajeron matrimonio.

Los señores son medio celosos, medio desconfiados. Dos de las chicas se casaron y ahí acabó el mariachi. El marido la dejó en la casa , recuerda Villa, quien sigue cantando de vez en cuando con antiguas compañeras en el reformulado grupo de Las Pioneras.

Para esta veterana guitarrista y cantante, cuya potente voz todavía retumba al son de canciones como La Tequilera o Qué lindo es Michoacán , el profesionalismo es un factor determinante para que las muchachas se hagan respetar.

Y por eso hace votos para que la nueva Escuela del Mariachi, abierta en octubre pasado en el centro de la capital a modo de universidad, capte a muchas muchachas.

De los 85 estudiantes de la escuela, 11 son chicas y la mayoría, como María Teresa Gabriel, coincide en que una mujer sale mejor preparada para superar cualquier desafío tras el curso de tres años.

Pero, preocupada por la ausencia de grupos femeninos y el ambiente hostil que enfrentan a menudo las mariachis, Lupita Villa pide un deseo en voz alta:

Qué bueno que salieran más chicas y llevaran, así como nosotras tuvimos la dicha, el nombre de México muy alto .

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