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Arte e Ideas

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Leonardo: de lo sublime y lo terrible

La idea de la belleza es el tipo de exposición de la que uno eventualmente le hablará a sus hijos y a sus nietos.

Lo intuimos, la verdad es que lo sabemos: a un lado de lo más bello puede estar ocurriendo lo peor. Tan sólo unos metros separan el desbarajuste del Centro Histórico de las obras inmortales de Leonardo da Vinci y de Miguel Ángel en Bellas Artes. La distancia es nimia pero está presente, y demuestra que Leonardo en particular tenía razón: la armonía es una composición de opuestos.

Dos exposiciones completamente irrepetibles están en Bellas Artes. Leonardo y la idea de la belleza y Miguel Ángel: artista entre dos mundos.

Sin necesidad de ir a Florencia, uno puede, después de una considerable fila, presenciar a esos dos genios. Nunca antes en México se había presentado exposición semejante. Es el tipo de evento del que uno hablará a sus hijos. La inteligencia sólo debe postrarse ante la belleza, así que si se quedan sin habla, considérenlo buena señal de su coeficiente intelectual.

Esta reseñista sólo vio la exposición de Leonardo. Es mi consejo: déjense seducir en diferentes visitas para cada maestro. Digieran una exposición y luego hagan de nuevo el ritual: fila, plática en la fila y emoción por ver algo fantástico, como si estuvieran a punto de subir a una montaña rusa. Aumenten sus expectativas: no habrá manera de que se decepcionen. El recorrido no es cansado, pero sí muy intenso.

No esperen ver La última cena y La Piedad , todavía hay razones para viajar a Italia, pero sí una mezcla de las obras más celebradas y algunas menos conocidas.

A hombros de Leonardo

Recorrer La idea de la belleza es muy emocionante. Es decir: es la comprobación de primera mano de que Leonardo existió, no es ningún mito fundacional al estilo de Hércules.

Me explico: obviamente Leonardo existió, es un personaje histórico, pero también es una leyenda. ¿No le ha pasado ese fenómeno de que los grandes personajes, de tanto repetirse, se van convirtiendo en personajes de ficción?

Tomemos por ejemplo una de las piezas más importantes de la exposición, un retrato de César Borgia... parte de la familia que hizo de su nombre el equivalente a la intriga cortesana, a quien Maquiavelo le dedicó El príncipe. Vean: el Borgia de verdad vivió y Leonardo lo retrató. De nuevo un cruce entre lo sublime y lo terrible: Leonardo, con su lápiz infalible; Borgia, con su maldad, su -nunca más adecuado el término- maquiavelismo.

La exposición incluye varios bocetos para obras, primeros estudios y dibujos varios. Impresionantes (estoy usando muchos superlativos, ustedes disculpen, estoy muy impresionada) son los caballos de La batalla de Anghiari , los restos que quedan, obra perdida del gran maestro toscano. Dan ganas de llorar: cómo se pierde el arte, a qué cielo se van las grandes obras. Lo sublime y lo terrible.

Aunque no está completa, la pieza más atractiva es el Codex del vuelo de las aves , el famoso estudio de Leonardo sobre el vuelo, donde adelantó al Renacimiento en la era de las naves espaciales. El Codex está presente de manera incompleta, pero de todos modos se le puede disfrutar gracias a una serie de proyecciones en las paredes del museo.

Sin duda, Leonardo: la idea de la belleza es una exposición memorable. Hay que dejarse traspasar por esas muestras de lo más alto de la humanidad. Son colosos, Leonardo y Miguel Ángel. Parémonos sobre sus hombros.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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