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Arte e Ideas

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Liliana Márquez ?y el FECA Colima

La fiebre emprendedora desatada por el INAEM hizo aún más evidente la precaria visibilidad del vasto campo de la economía y el sector cultural. Por ello,celebramos la labor de la investigadora colimense.

Las cifras pueden o no ser aterradoras. Me temo lo son. Vea usted: en 20 años de existencia del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Colima (FECA), han sido emitidas 18 convocatorias. El recurso ejercido suma 18 millones 700,500 pesos, una sexta parte de lo etiquetado por el Congreso a Fundación Azteca para su programa de orquestas en el 2013. Este dinero se distribuyó en 590 individuos, para un promedio de 33,695 pesos.

Escribe la investigadora Liliana Márquez Orozco: Una misma persona recibió el beneficio en siete ocasiones, dos personas recibieron seis, tres personas recibieron estímulos hasta cinco veces, nueve han obtenido el beneficio en cuatro, 40 ya cuentan con tres becas, 93, con 2 y el resto, con sólo un estímulo recibido .

Justo con un financiamiento del FECA, la también gestora cultural de la Universidad de Colima realizó el estudio Desarrollo cultural en Colima. A 15 años de la creación de la Secretaría de Cultura Estatal , con el objetivo central de conocer el funcionamiento desde la perspectiva estadística del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico del estado.

Nos cuenta Liliana que la institucionalidad de la cultura en Colima adoptó, a partir de noviembre de 1997, un esquema de Secretaría. Cinco años antes se instalaría el FECA, el cual es resultado de una de las políticas culturales a escala nacional como una medida de descentralización de recursos a las entidades federativas de la República Mexicana .

Inspirada en buena medida en el trabajo de Tomás Ejea, Poder y creación artística en México. Un análisis del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (editado en el 2011), quien es catedrático de la UAM Azcapotzalco e integrante del Grecu, la colimense entrega datos que, como en el caso de Ejea, deberían ser tomados en cuenta para reorientar las políticas nacionales y locales de estímulo a la creación. Liliana indica que en 1993 el fondo inició con 570,000 pesos, para alcanzar, en el 2012, la suma de 2 millones 10,000 pesos. Esto promedia poco más de 1 millón por año. Pero, ¿es posible saber qué criterios fueron aplicados para fijar en el curso del tiempo el monto de las aportaciones federales y estatales? ¿Estuvo al alcance de la estudiosa medir el impacto de la creación en la productividad? ¿Son accesibles los criterios de los dictaminadores de los postulantes? ¿En algún momento se emplearon cruces para orientar las convocatorias hacia una política de desarrollo? La respuesta es no.

La autora comenta: No obstante que a la fecha hay grandes avances en cuanto a transparencia y acceso a la información, sólo es fácil hallar información en el espacio virtual de años recientes (...) Hasta el momento no se concreta la reflexión sobre los recursos aportados a lo largo de las 18 emisiones por falta de acceso a la documentación oficial . ¿Dónde están los archivos de este historial?

¿Dónde, los estudios de impacto? Márquez Orozco advierte desde el inicio que el problema es la carencia de estudios que permitan asociar o precisen cómo la Secretaría de Cultura ha contribuido al desarrollo cultural de la entidad a través del establecimiento de sus programas .

El catálogo estadístico que entrega Liliana va a numerosos detalles: al establecer casos primarios y duplicados , se entera uno de que, de los 590 beneficiados, 442 han recibido estímulos en más de una ocasión; que por género, 59% del padrón es hombre (350) y 41%, mujer(240); que la categoría más taquillera es la de Jóvenes Creadores (26.9%), en tanto que las menos solicitadas son Investigación, con 0.7%, y Patrimonio Cultural, con 0.5 por ciento. Las disciplinas más socorridas: artes escénicas, artes visuales, literatura y música.

¿Aterrados? Yo lo estoy. Lo vivido en 20 años en el FECA Colima no está muy distante de lo que ocurre en otras entidades federativas, pues de sobra sabemos el teje y maneje de estímulos en el Distrito Federal. En perspectiva, la coreógrafa y emprendedora Marcela Flores, colega de Liliana, me ha compartido una apreciación: el subsidio mal planeado no incentiva el mercado cultural en el estado. Tanto por corregir. Como dice Juan Villoro, prevalece la actitud de preferiría no hacerlo .

(Se diseñó una línea de tiempo para sintetizar el historial: http://prezi.com/lzudjqvd8zu6/untitled-prezi/).

eduardo.cruz@eleconomista.mx

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