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Arte e Ideas

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Los recuerdos no son de fiar

La psicología experimental y las imágenes del funcionamiento del cerebro indican que imaginación y memoria se parecen más de lo que creemos; éstos son algunos de los resultados presentados en la reunión anual de la AAAS.

San José, EU. La memoria, la mía, la tuya, lector, la de los seres humanos en general, no es de fiar. Nuestros recuerdos, sí, esos que atesoramos con gran cariño y que en última instancia nos dicen quiénes somos, son maleables, susceptibles, acomodaticios, inexactos y, en última instancia, debemos desconfiar de ellos.

Esto es algo que se sabe desde hace tiempo, pero la ciencia ha encontrado recientemente pruebas de hasta qué grado la memoria puede llegar a ser, y en muchas ocasiones es, más un invento o una ficción que una verdadera historia de nuestro pasado. Y algunas de esas pruebas se presentaron en la reunión anual de la Academia Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) llevado a cabo en San José, California, como parte de una revisión necesaria para reconsiderar el valor que se da a los testimonios en el sistema judicial estadounidense, pero que también puede resultar aplicable a la vida diaria de las personas comunes y corrientes.

Errar con la memoria es humano

Elizabeth Loftus, de la Universidad de California en Irvine, comienza con ejemplos de celebridades, como el periodista Brian Williams, quien recordaba ver un ataque y el derribamiento de un helicóptero desde otro helicóptero pero que, luego se demostró, llegó 30 o 40 minutos después de la batalla.

O Hillary Clinton, quien recordaba haber bajado en Bosnia en medio del fuego cuando había fotografías que mostraban que lo hizo en paz y besando a niños que acudieron a recibirla.

Yo tenía un recuerdo diferente, prueba de que soy humana, lo cual para mucha gente es una revelación , dijo, al ser confrontada con la evidencia.

En el laboratorio de Loftus, y en otros, se han hecho experimentos con los que se ha logrado implantar memorias en personas para que recuerden con detalles cosas como, por ejemplo, haberse perdido en un centro comercial cuando eran niños o haber sido atacados por un animal feroz. Alrededor de una cuarta parte de las personas adquiere una memoria así, en lo que se ha llamado una sugestión fuerte , es decir, que en este caso consiste en decirle que es algo que sus padres recuerdan.

Uno de los ejemplos más notables de esta técnica es que se puede generar que una persona recuerde un incidente, durante la adolescencia, en el que llegó a tener un arma en la mano y la policía estuvo involucrada. Y se sabe de casos en que el mal uso y el abuso de las herramientas psicológicas hizo que varias mujeres recordaran participar en sacrificios rituales y hasta posesiones demoniacas .

Las sugestiones suaves, en cambio, pueden no crear memorias con detalles pero generan reacciones, como que una persona evite un cierto tipo de comida o bebida después de que se le ha sugerido que algunas vez se intoxicó con eso.

Incluso al mentir podemos generarnos memorias falsas. Nos creemos nuestras mentiras.

La certeza en lo falso

La psicología experimental indica que nos involucramos emocionalmente con las memorias falsas, tanto como con las verdaderas.

No sólo eso. Según Jack Gallant, experto en imágenes cerebrales, los recuerdos falsos y los verdaderos activan las mismas zonas cerebrales.

Y por supuesto que cada quien confía en su memoria y cree que, en caso de que esto sea verdad, le sucede a otros. Pero lo cierto es que se ha visto que cualquier persona es susceptible, aunque no a cualquier persona se le puede implantar cualquier recuerdo.

Algunas de las cosas que nos hacen más susceptibles a los recuerdos falsos son la falta de sueño o el alcohol.

Mis preciadas memorias

Yo soy mis memorias , dice Henry Greely, de la Universidad de Stanford. Y así se siente la mayor parte de la gente. De hecho, 80% de las personas contesta que preferiría padecer el desorden estrés postraumático que olvidar un suceso traumático. Nos aferramos a nuestros recuerdos aunque nos duelan , afirma.

Aunque también es cierto que la mayoría de las memorias falsas, en especial las que provienen de nuestras propias mentiras, nos deja con una mejor imagen de nosotros mismos, dice Loftus.

Por cierto, el autor de este artículo no grabó la sesión, así que, aunque tomó notas, es probable que al menos algunas de las cosas que se dicen aquí reflejen más sus opiniones y creencias que lo que realmente ha descubierto la ciencia.

Lo que sí recuerda muy bien, y apela a ello en este momento, es la respuesta que dieron los panelistas a la pregunta personal que les hizo: Más allá de su ejercicio profesional y de la práctica legal, ¿de qué manera el saber estas cosas sobre las fallas de memoria y sobre las mentiras ha influido en sus vidas personales? .

Los panelistas (había más que los mencionados en esta nota), salvo uno que dijo en broma que en realidad no recordaba tener vida personal, coincidieron en que los había vuelto mucho más tolerantes con los demás.

@manuelino_

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