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Arte e Ideas

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Misoginia, igualdad y cambio social

¿Qué es lo que permite que las niñas se sientan valiosas, poderosas y capaces?

I/II

La derrota de Hillary Clinton ante un candidato más?ignorante y menos preparado, vociferante y bravucón, racista, xenófobo y machista, se ha leído, entre otras cosas, como un triunfo del machismo, una constatación más del peso de la misoginia en la política y los medios, la confirmación de que faltan décadas para?alcanzar la igualdad de género en lo económico, lo político y lo social. Mucho hay de cierto en estas explicaciones, puesto que ni los dichos más soeces y discriminatorios lograron arrancarle al magnate el apoyo mayoritario de las y los votantes blancos, ni evitaron que una proporción no insignificante de mujeres de color votara por él.?Para colmo, políticos antes indignados por sus dichos ofensivos hoy pactan con el presidente electo y se aprestan a apoyar sus propuestas, incluyendo el nombramiento de un candidato pro vida y pro armamento para la Suprema Corte.

Sin duda, la misoginia contaminó la campaña y dejó en el aire peligrosos venenos, como la normalización del acoso sexual y la?trivialización del sexismo, en un discurso de odio también racista?y xenófobo. Más enrarecido aún quedó el ambiente tras las elecciones: enoja que los derechos de las mujeres sean moneda de cambio entre políticos; agobia el techo de cristal que pesa inamovible. Largos meses de incitación al odio, a la violencia y al menosprecio han deteriorado la convivencia y dejado heridas en la psique y el espíritu de muchas personas.

Tal vez para contrarrestar este legado envenenado, en su discurso del 9 de noviembre, Hillary?Clinton envió un mensaje de aliento a mujeres y jóvenes, cuya causa defiende con orgullo . Animó ?también a las niñas al pedirles que nunca duden que son valiosas, poderosas y que merecen toda la suerte y todas las oportunidades del mundo para perseguir y alcanzar sus propios sueños .

Más necesarias que nunca, ante el anunciado ataque conservador contra los derechos humanos y de las mujeres, estas palabras son un recordatorio de la larga lucha por la igualdad y una invitación a seguir adelante, a resistir contra los discursos excluyentes y las acciones opresivas.

Al mismo tiempo, desde una perspectiva menos apegada al reformismo de Hillary Clinton y de muchos actores políticos progresistas , tanto el mensaje de la excandidata como el resultado electoral pueden leerse como llamada de atención acerca de las políticas de igualdad que se promueven desde gobiernos y organismos internacionales. Sin restarles importancia, sobre todo en estos tiempos obscuros, cabe preguntarse si medir la igualdad en números y porcentajes, leyes aprobadas y cuotas de género es suficiente. ¿Hasta qué punto el afán de medir y de demostrar avances deja de lado?la substancia de lo cotidiano??¿Cómo integrar en la búsqueda de una igualdad real la palabra, el trato y los sentimientos, aquello que la economía descalifica y la política menosprecia a menos que se ?trate de manipularlo ?

Preguntémonos qué es lo que permite que las niñas se sientan valiosas, poderosas y sean capaces?de imaginar proyectos propios y de lograrlos. No es ni una ley, ni la mera búsqueda de la paridad, ni el solo ejemplo de una candidata presidencial. Sí, importa que una mujer llegue a ocupar la presidencia de Estados Unidos y rompa con los prejuicios y obstáculos que hasta ahora se lo han impedido; importa que haya más mujeres en todos los ámbitos productivos y creativos y que deje de exigírseles el triple para reconocerles la mitad de su capacidad y de sus logros. Pero importan también la educación y la socialización para la igualdad de niñas y niños; los mensajes de medios, familia, escuela y redes. Importan sobre todo las condiciones de vida y las oportunidades reales de educación, empleo y trabajo para todos.

Aunque el panorama sea más negro que nunca, quizá es hora de asumir la necesidad de un cambio profundo, un cambio de la estructura económica y social, hacia una sociedad en que las aspiraciones de niñas y mujeres no se topen con barreras de clase, etnia o raza; ni se rompan en pedazos ante la violencia; ni se pudran bajo la pobreza; ?ni sean sólo sueño de unas cuantas.

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