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Muere pintor camboyano Vann Nath
El pintor que inmortalizara en sus cuadros el horror del genocidio del Jemer Rojo y uno de los tres supervivientes del centro de torturas Tuol Sleng, murió hoy a los 66 años de edad.
París.- El pintor Vann Nath, quien inmortalizó en sus cuadros el horror del genocidio del Jemer Rojo y uno de los tres supervivientes del centro de torturas Tuol Sleng, murió hoy a los 66 años de edad, en un hospital de Pohm Penn, la capital camboyana, por problemas respiratorios, informaron sus familiares.
Sus grandes cuadros, por los que ganó reconocimiento internacional, aún están colgados en las paredes del S-21, la prisión en la capital camboyana, donde estuvo recluido un año, y los que muestran escenas lúgubres de hombres azotados, oscuros interrogatorios y madres que luchaban porque no les arrancaran a sus hijos de entre sus brazos.
Vann Nath nació en 1946 en la provincia de Battambang, al norte de Camboya, y desde joven estudió dibujo y pintura, a pesar de sus escasos recursos.
Tras la caída del país en manos de los jemeres rojos, tuvo que abandonar sus pinturas porque el nuevo régimen castigaba con la muerte a artistas e intelectuales y fue enviado, como el resto de sus compatriotas, a trabajar en el campo.
En 1978, la policía política lo detuvo y lo recluyó en la principal prisión del régimen, el S-21, donde su director, Kaing Guek Eav o Duch, su nombre revolucionario, se interesó por sus habilidades artísticas y le encargó pintar un retrato de Pol Pot, el hermano número uno del régimen, cuadro que le salvó la vida, pues por éste no lo mataron como a muchos de sus compatriotas en los 'campos de la muerte'.
Duch apreció el trabajo realizado por el artista y puso una anotación personal al lado del nombre de Vann Nath: "Conservar al pintor".
Vann Nath, Bou Meng y otros cinco supervivientes en S-21 tuvieron que esperar a que el ejército vietnamita entrase en Phnom Penh, a principios de 1979.
Poco después, este centro fue convertido en un museo y Nath pudo usar sus pinceles para reflejar fielmente lo padecido entre aquellas paredes.
El artista, quien se ganaba la vida pintando posters y retratos para los soldados, decidió enfrentarse con los fantasmas de su pasado en 2002. Realizó su serie de cuadros sobre el horror de los Jemeres Rojos.
Pintó trágicas estampas que muestran hileras de presos encadenados y con los ojos vendados que se dirigen a los campos de la muerte en plena noche.
Otras de sus pinturas reflejan las dolorosas torturas que sufrían los prisioneros, a quienes les arrancaban las uñas de los dedos y les aplicaban electroshocks, mientras eran salvajemente golpeados.
El pasado 26 de agosto, sufrió un ataque al corazón que le sumió en un coma profundo, del que no volvió a despertar.