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Una historia fantástica que no podía aburrir
El canto, las actuaciones, la producción, el trazo escénico y la dirección musical del montaje del Met, de insuperable calidad.
Antes que nada, este reseñista debe admitir que hasta el mediodía del sábado nunca había asistido a una función de ópera de las que se transmiten en vivo desde el Metropolitan Opera House de Nueva York al Auditorio Nacional. Pero difícilmente habría encontrado algo mejor para esta primera vez que el montaje de Los cuentos de Hoffmann, ópera que, por añadidura, no conocía.
Y es que esta ópera de Jacques Offenbach, basada en historias de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, es amena y divertida, como dijera en estas páginas Vittorio Grigolo, tenor y protagonista del montaje:
Es una ópera que facilita el acercamiento del público al espectáculo operístico, ya que es un planteamiento muy interesante, es una ópera que va a dar oportunidad al público de pasar tres horas con una historia fantástica, que no puede aburrir (...) La construcción dramatúrgica de la obra es fascinante .
Efectivamente, Los cuentos de Hoffmann es una ópera en que la música por sí misma es menos de la mitad del espectáculo, y para su disfrute son imprescindibles las actuaciones, la escenografía y la dirección escénica que permita ir siguiendo la trama. Renglones, todos, en los que el montaje del MET resultó de insuperable calidad.
De hecho, las sopranos Erin Morley e Hibla Gerzmava, como Olimpia y Antonia, estuvieron a un tris de arrebatarle el protagonismo a Grigolo.
En particular, Morley, en su papel de robot tratando de hacerse pasar por una bella señorita, resultó encantadora y arrancó las risas del público tanto en Nueva York como en la ciudad de México, mientras cantaba su virtuosa parte.
Kate Lindsey hace los papeles de musa y de Nicklausse, ambos sabios consejeros de Hoffmann, quien, está por demás decirlo, no les hace caso.
También cabe destacar el desempeño del barítono Thomas Hampson, quien interpreta a los cuatro villanos que frustran los planes amorosos de Hoffmann.
Entre ellos, la producción y la dirección orquestal de Yves Abel, las casi cuatro horas de espectáculo (incluyendo dos intermedios) se disfrutaron de principio a fin.
El amor ideal
La ópera de Offenbach relata la historia de Hoffmann (como un personaje en homenaje al escritor, jurista, dibujante, caricaturista, pintor, cantante y compositor musical vienés que, no en balde, fuera uno de los representantes más destacados del romanticismo) en su búsqueda del amor ideal.
Hoffmann es al principio inocente y, por ejemplo, se enamora a primera vista del robot Olympia. Pero aunque va aprendiendo sobre la vida y las pasiones, siempre se entrega por completo a su dama, aunque apenas la conozca. Desafortunadamente, también siempre hay un malvado que, de una forma u otra, da al traste con sus planes amorosos.
@manuelino_