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Creemos en la palabra, en el futbol y en las personas
A Alma Rosa Conde le gustaba escribir con un refresco de cola a lado. Empezó en el periodismo en 1976 y cuando la conocí ya tenía 27 años de carrera; era una mujer adulta que siempre sonreía y que se apiadaba de los nuevos periodistas ofreciéndoles una sonrisa y consejos, muchos consejos.
—¿Qué se siente cubrir un evento grande? —le pregunté.
—Cuando llegas allí, te pasa tu vida enfrente, toda, las cosas buenas y las malas. Te da miedo, terror, te quieres volver a casa y luego, cuando empiezas a escribir, puedes llorar y sonreír.
Ella creía en la palabra, en los periódicos y también creía en que todas las personas tenían algo qué contar, que nos podían regalar un episodio que nos ayudara a entender el mundo, al menos un poquito.
Allí también conocí a Juan Carlos Vargas, otro periodista que me hablaba de cosas extrañas, de historias. Nos podíamos ir a casa a las 2 o 3 de la mañana porque así lo queríamos, porque nos gustaba que llegara la noche, comprar una torta al pastor y pensar en qué íbamos a escribir al día siguiente.
De eso hace ya unos 15 años. Y aquí, en esta sección deportiva, también creemos en la palabra, mucho. Creemos en los periódicos, mucho. Creemos que las personas nos pueden regalar algo de lo que han hecho y compartirlo, también creemos mucho en eso.
Los periódicos van a morir, dicen. Quizá, no lo sabemos, lo mismo decían de la radio cuando apareció la televisión. Y también dicen que el Internet nos aplastará un día de estos, puede ser, pero por lo pronto hay periodistas y cronistas que defienden la palabra, los textos largos, el rigor y nosotros, en esta sección, decidimos ir por ese camino. Es cuestión de creer, de estilo.
El dossier de Rusia de El Economista es un homenaje a las personas. No a Messi, no a Cristiano, no al Chicharito, no al negocio, no a la táctica, tampoco a la competencia, no para decir que somos mejores. Lo hacemos porque consideramos que ustedes, los lectores, nos tienen mucho qué decir.
Así como creemos en la palabra, también validamos a los niños que nos dicen que México le ganará a Alemania, confiamos en que los invidentes ven con sus sentidos y que el futbol te puede provocar ganas de vivir y se nos hace un nudo en la garganta cuando a nuestros viejos se les corta la voz al momento de recordar.
El futbol, sólo el futbol, en estado puro, cura, nos ilusiona, nos hace pensar que las personas tienen muchas historias para compartir. El Mundial no sólo es un torneo, es alivio y sentimientos.
Con un poco de suerte, algún día, en alguna hemeroteca digitalizada, leerán lo que les contaremos a ustedes de Rusia y queremos que, cuando lo hagan, entiendan un poco de cómo era el mundo en el 2018. Y que la historia no la cuentan las leyendas, sino personas como usted, como nosotros y de ser posible, arrancarle una sonrisa, coraje, melancolía o que llore.
Muchas gracias. Hasta siempre.
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