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El nuevo salto de Paola Espinosa: altruismo y autodescubrimiento

Con un vasto legado de medallas mundiales y olímpicas, la exclavadista ahora se enfoca en su Fundación para combatir de lleno temas como el sobrepeso, bullying y la violencia contra las mujeres.

El retiro ha cambiado la rutina de Paola Espinosa, pero no su enfoque de vida. Foto EE: Archivo

El retiro ha cambiado la rutina de Paola Espinosa, pero no su enfoque de vida. Foto EE: Archivo

Fueron 28 años en los que el objetivo primordial de cada mañana para Paola Espinosa (Ciudad de México, 31 de julio de 1986) era realizar el clavado perfecto desde un trampolín. Hoy, alejada de las piscinas, una de sus misiones en su nueva rutina del día a día es hacer feliz a su hija compartiendo con ella el proceso de elaboración de un pastel.

“Me está gustando descubrir y hacer cosas muy raras, como el tema de la cocina, con mi hija hemos hecho pasteles, algo que nunca me imaginé hacer en mi vida. Lo veía como algo muy difícil y sí lo es, pero ya lo intentamos y lo logramos. El giro de mi vida ha cambiado totalmente y esto es lo que estoy disfrutando”, cuenta la medallista olímpica con una gran sonrisa en entrevista con El Economista.

El retiro ha cambiado la rutina de Paola Espinosa, pero no su enfoque de vida. Sigue deseando impactar la vida de millones de mexicanos, aunque ahora no a través de sus éxitos deportivos desde un trampolín, sino mediante la fundación que lleva su nombre y también con su propio ejemplo como deportista y como madre, demostrando que en México sí es posible dejar un legado valioso de la mano de los entrenamientos y de la familia.

“Muchos creen que el deporte es un hobby, pero para nosotros es nuestra vida: entrenar ocho horas diarias, estar todo el tiempo metida en una alberca, una pista o un tatami, cuando sales de eso es difícil, pero nada que no se pueda superar. Al final, el deporte te da herramientas y te enseña muchos valores que te sirven también para la vida y creo que sí es complicado pero somos fuertes, aguerridos y estamos listos, por lo menos yo lo estaba, para lo que venga en mi vida”.

Paola Espinosa inició su carrera en los clavados desde que tenía 11 años, sacrificando la cercanía con sus padres para concentrarse totalmente en el deporte. Cumplió uno de sus primeros sueños cuando fue seleccionada para representar a México en unos Juegos Olímpicos por primera vez en Atenas 2004 y desde ahí su legado fue para arriba con dos medallas entre Beijing 2008 y Londres 2012.

Desde la sala de su casa, ya sin el traje de baño, Paola Espinosa enfatiza lo que le gustaría hacer de ahora en adelante: “Vislumbro un futuro padrísimo, ahorita estoy trabajando muy fuerte con mi fundación (Paola Espinosa A.C.), combatiendo la obesidad, el sobrepeso y el bullying infantil a través de la activación física. Se me han abierto muchas puertas en diferentes estados, me da muchísimo gusto porque esta otra parte activista de Paola Espinosa es algo que siempre he tenido, pero que por el tema del deporte me era muy difícil combinar”.

La fundación de Paola Espinosa fue creada en 2013 y está dedicada a ayudar a niños entre seis y 13 años a acercarse a la actividad física para prevenir temas como la obesidad, el sobrepeso y el bullying infantil, a través de pláticas motivacionales, clínicas deportivas, conferencias con especialistas, programas nutricionales, terapias emocionales y asesorías.

Los ámbitos de aplicación de su fundación van desde el entorno familiar al escolar, social y empresarial, invitando a personajes del sector público y privado a unirse ya sea con alianzas estratégicas, donativos económicos o en especie, así como con patrocinios y voluntariados. Actualmente, algunas marcas que aparecen en su sitio web son Gatorade y la Banca de Desarrollo Nacional Financiera, así como organizaciones como Iskalti, la Fundación Muévete y el Instituto del Deporte de la Ciudad de México.

“Es una fundación que puede trabajar en espacios públicos o privados, llegamos a través de pláticas motivacionales, de asesorías nutricionales, psicológicas y legales. Hemos cambiado muchísimas cosas y el chiste es sumar cada vez más hasta que este granito de arena sea un granote en todo México (…) También tengo otro tipo de retos como el combatir la violencia en contra de la mujer y qué mejor que a través de la activación física porque sí creo que puede cambiar la vida y que empodera para romper estos estereotipos”.

Con tu amplio legado, ¿cómo te gustaría ser recordada por las próximas generaciones?

—“Ahora lo traduzco mucho a mi propia hija, si en algún momento ella volteara a ver a Paola Espinosa me encantaría que pensara que fue una mujer tan valiente, que se enfrentó al resto del mundo y pudo traer una medalla para su país, una mujer trabajadora, responsable, dedicada, apasionada y enamorada de lo que hace en cada cosa de la vida que le toca vivir y diría que eso es realmente el éxito: que estés bien en cualquier rol de la vida que te toque”.

El futuro en su relación con el deporte

La rutina de Paola Espinosa cambió desde hace casi un año, cuando fue notificada de que no era parte de la selección que representaría a México en Tokio 2020. Ahí fue cuando empezó a plantearse el retiro, que oficializó a inicios de mayo de 2022. Lleva meses desapegada de los regímenes de entrenamiento, alimentación y sueño a los que se acostumbró por 28 años, un proceso que describe como “difícil”, pero que está disfrutando para poder convivir, viajar y hasta desvelarse con juegos de mesa.

No se visualiza como entrenadora porque describe que para ello son necesarios talentos “que en mi caso, no van por ahí”, pero describe que sí le gustaría estar cerca del deporte incluso en una función más directiva. No descarta llegar algún día a la presidencia de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), pero admite que no es algo que le quite el sueño en este momento.

“Ni siquiera he pensado en cuanto tiempo (podría llegar a Conade), no es una meta, pienso que si se da qué bueno y me encantaría pero no es algo que esté en mi cabeza todo el tiempo. Lo que sí puedo decir es que, si en algún momento se me da la oportunidad, entendería perfecto que yo ya no soy atleta, que yo ya estoy del otro lado y que ahora me toca ayudar y aportar, no esperaría que el tema fuera al revés, sino más bien yo escuchar y conocer las necesidades, porque primero los atletas y después yo”.

Espinosa Sánchez habla en tiempo pasado cuando hace una evaluación del desarrollo del deporte en México: “Íbamos muy bien”, menciona, pues enfatiza que la falta de apoyos por parte de las directivas sigue siendo un tope para el buen rendimiento.

“Si se volteara a ver en serio las necesidades del deportista, si se le diera todo lo que necesita, otra cosa sería, sería un cambio increíble, sería un motor para cada uno de los atletas que sus propios dirigentes confíen en ellos, que cuando tengan resultados sean valorados, en cambio, hoy puedo decir que el deportista que salga del país y tenga un buen resultado va a ser por esfuerzo propio, de sus familiares. De muchos logros que podríamos tener, creo que van a ser cada vez menos”.

La clave para mantenerse tantos años en el alto rendimiento, describe, fue su relación de equipo con su entrenador, Iván Bautista, y con su doctora, Andrea Campos, a quien define también como “amiga, psicóloga y paño de lágrimas”. Por ello recalca que para las próximas generaciones de atletas es un importante contar con un grupo multidisciplinario a su alrededor.

Paola Espinosa estudió la licenciatura en Comunicación y, aunque no se ha titulado, revela que tiene varios proyectos en mente e inversiones en otros campos que por ahora prefiere no hacer públicos. Sin embargo, destaca que la formación académica es una plusvalía que los atletas deben tomar en cuenta para su desarrollo íntegro, algo que además ya es más accesible porque “ahorita ya hay mucha apertura de universidades que quieren hacer esta sinergia entre deporte y educación”.

La entrevista con El Economista cierra con la hija de Paola Espinosa apareciendo a cuadro en el enlace de Zoom, mientras la exclavadista le sonríe y la mira con total emoción. Está disfrutando su nueva etapa alejada de las piscinas, admite no extrañar la adrenalina de los trampolines y más bien se dice contenta por tener más tiempo para su familia.

No es necesario que lo mencione, pues es evidente en su rostro, pero aún así, recalca: “Estoy plenamente feliz, así es como me siento, estoy disfrutando como no tienes idea a mi mamá, mi hermana, mis sobrinas, mi esposo, mi hija y mi casa. Si me pudiera describir fácil y sencillo sería así, como plenamente feliz”, dice la ex atleta de 35 años, con todavía un legado importante que dejar ahora desde fuera de los trampolines.

kg

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