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El valor de un caballo de cuadra
Once millones 800,000 pesos es el valor aproximado de Revuelo, caballo de la cuadra del rejoneador lusitano Diego Ventura que murió el domingo pasado tras sufrir una cornada en La Monumental de Morelia.
Once millones 800,000 pesos es el valor aproximado de Revuelo, caballo de la cuadra del rejoneador lusitano Diego Ventura que murió el domingo pasado tras sufrir una cornada en La Monumental de Morelia.
Cuando le dan una cornada a tu caballo y muere en la plaza, dentro de la desgracia que representa, muere toreando, haciendo lo que siempre hizo y le gusta. Un torero sabe que se dispone a eso, que las cornadas hay que asimilarlas porque pueden venir en cualquier momento, pero cuando estás en medio de la nada, sin poder hacer nada por él y sin tiempo de llegar a la clínica, eso te rompe por la mitad lamentó entrevistado por El Economista, Diego Ventura.
La pérdida de Revuelo es otro trago amargo sufrido por el centauro avecindado en La Puebla del Río, quien hace poco lamentaba las bajas de Distinto, Morante, Oro y Sueste, ya sea por muerte o fractura: Son caballos increíbles, con calidad y que me han sacado de la nada aseguró.
A pregunta expresa, Ventura contestó: Un caballo con esas cualidades ronda los 400,000 o 500,000 euros, 600,000 o 700,000 dólares, incluso ya me habían ofrecido una cantidad importante pero no lo quise vender dijo.
A pesar de los dolores consecuencia del percance, el jinete tiene la intención de actuar este 25 de diciembre en Querétaro, donde alternará con Arturo Macías, Alejandro Talavante y Diego Silveti con toros de Rancho Seco y Santa María.
Puedo decir que paso más tiempo con mis caballos que con mi familia, pues estoy montado de las 9 de la mañana hasta la noche, sólo paro una hora para comer, entonces, imagínate el cariño y el aprecio que les tengo agregó.
Convertido en una figura del arte de Marialba, Ventura pierde la mirada en el horizonte, una lágrima asoma tímida por el rabillo de sus ojos y recuerda:
Le ofrecí disculpas a los apoderados de mis alternantes, sabía que el percance era grave, que el tiempo era imprescindible para el caballo y, a pesar de mi propio dolor, de lo dramático de la cornada, me derrumbé al verlo caer en el piso del camión, sin poder levantarse. Sentí rabia, impotencia de no poder hacer nada, vi a mi madre y a mi novia y fui a consolarlas para que ellas no lo pasaran peor todavía, son momentos muy duros reflexionó el torero, que continuará sus andanzas sin su compañero fiel en el ruedo.