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Janeth Gómez: campeona a prueba de introspección

La halterofilia mexicana consuma una nueva joya en Janeth Gómez Valdivia, que en sus inicios era rechazada por su físico, pero hoy está encaminada hacia sus primeros Juegos Olímpicos.

El nombre de Janeth Gómez Valdivia repuntó en meses recientes como una de las nuevas joyas de la halterofilia mexicana, una disciplina que ha sido motivo de orgullo particularmente con las mujeres, desde Soraya Jiménez en el año 2000 hasta Aremi Fuentes en 2021 gracias a sus medallas en Juegos Olímpicos.

Janeth o ‘Gomita’, como ella misma se nombra desde niña, fue top 10 en los últimos tres magnos eventos de levantamiento de pesas en los que participó: décima en el Mundial de Bogotá en diciembre, campeona del Grand Prix de La Habana y doble medallista de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, estos dos celebrados en junio.

“Puede que sea mi mejor momento porque recién lo estoy experimentando, tanto como persona y como deportista. Ahorita quiero conseguir el pase a los Juegos Olímpicos de París 2024 y estoy más que puesta. Allí califican las primeras 10 del ranking, yo estoy en sexta y hay que seguir trabajando para mantenernos en ese camino”, señala Janeth Gómez desde San Salvador en entrevista con El Economista.

Aunque su nombre sonó recientemente, no es ninguna novata. Tiene 25 años y más de la mitad los ha dedicado a este deporte, alejando su infancia y adolescencia de sus padres y actualmente separándose de su hija en periodos largos. Por eso no pierde la humildad ahora que está en el top, porque no olvida todos sus sacrificios.

“Describiría este momento con cuatro conceptos: sacrificio, constancia, fe y fuerza de voluntad, porque hay muchas cosas que los atletas pasamos. Es bonito el alto rendimiento, pero también tiene adversidades que te chocan y te quieren mandar de regreso. Por ejemplo, las medallas que obtuve en Centroamericanos me llenaron los ojos de lágrimas porque pensé en mi niña, me he perdido sus cumpleaños por estar en competencia o concentración, pero todo tiene que valer la pena, aunque a ella le gusten más los peluches”, comenta la halterista entre risas.

Los logros de Janeth han sido destacados tanto por la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), el Comité Olímpico Mexicano (COM), la Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas (FMLP) y el ayuntamiento de San Miguel El Alto, un pueblo de Jalisco con menos de 33,000 habitantes de donde es originaria.

Tenía 11 años cuando conoció la halterofilia y se aferró a ella a pesar de que muchas voces le dijeron que no tendría futuro por su complexión delgada, hasta que la entrenadora Miriam Valadez, a quien conoció en la primaria de su pueblo, le dio una oportunidad para entrenar y le respondió con medallas en un torneo nacional organizado por la FMLP.

Más de una década después, Gómez Valdivia es top 10 mundial en la categoría de 59 kilogramos y tiene toda la confianza de los rectores de la halterofilia en México para alcanzar el sueño de sus primeros Juegos Olímpicos en París, aunque para ello sabe que es necesario mantener la madurez mental y metodológica que ha aprendido abruptamente desde la niñez.

“Después de los Juegos Olímpicos de Tokio me operaron de la cadera. Me senté a reflexionar y a preguntarme qué estaba haciendo mal. Me agarró el llanto y me preguntaba por qué no me salían las cosas. Una persona me dijo que Dios no te da lo que piensas necesitar, sino lo que realmente necesitas, entonces empecé a cambiar varias cosas como mi alimentación, hábitos de dormir, comer y mi terapia de la cadera, aprendiendo de compañeras y de mis papás”, dice en alusión al punto de inflexión que marcó en su carrera no calificar a Tokio 2020.

Y es que Janeth tiene un recorrido completo en levantamiento de pesas. Antes de cumplir 12 años ya había sido reclutada por el Consejo Estatal para el Fomento Deportivo (CODE) del estado de Jalisco para prepararse en el alto rendimiento, a los 14 fue medallista en su primer campeonato centroamericano y a los 15 también alcanzó el podio en su primer Mundial Juvenil (sub 17).

“Hice un vínculo de amor y satisfacción con la halterofilia, me demostré a mí misma que sí podía porque había muchas personas que me decían que me iba a lastimar o a quedar sin espalda, que no iba a poder por ser flaquita y yo me apachurraba. A una niña no se le tiene que decir eso. Me costó irme a Guadalajara (al CODE), fue un giro de 180 grados porque no sabía ni lo que era el transporte público, el primer año se me hizo muy pesado por extrañar a mi familia, lloraba noche tras noche”.

Empezó cargando 57 kilos de envión y en San Salvador 2023 llegó a 121 para quedarse con la medalla de plata. Finalmente, su complexión de 1.64 metros y 59 kilos no ha sido el impedimento con el que muchos intentaron minimizar su talento.

“No sé si como tal debería existir un estereotipo para las halteristas, pero siento que las mujeres mexicanas somos muy aferradas, tenemos unas ganas y fuerzas que, aunque nos digan que no podemos, demostramos que sí; eso nos hace únicas. Nos autoexigimos y proponemos metas aunque no seamos fuertes de cuerpo porque trabajamos mucho la cabeza. Sí me ha costado y he cambiado, de niña era un palito, pero gané volumen en piernas y me siento muy bien, muy bonita”.

En el camino al éxito la acompaña su entrenador, el también jalisciense Jesús Emmanuel Vázquez, así como un cuerpo multidisciplinario entre fisioterapia, psicología y nutrición que le aportan tanto el CODE como la FMLP. Tampoco olvida a la entrenadora Miriam Valadez, que fue quien la catapultó de San Miguel El Alto al rendimiento máximo.

“Mi entrenadora Miriam fue a hablar con mi mamá para convencerla de irme al CODE a los 12 años, le dijo que era una gran oportunidad porque si me dejaba en el municipio no iba a conocer el nivel que podía alcanzar. Luego yo entendí que el deporte de alto rendimiento es así, hay que sacrificar y dejar a la familia. Me limpié las lágrimas y me dije, ‘si lo quiero, tengo que aguantar’. Ahí entró la etapa de maduración y decidí ser alguien para no estancarme como una muchachita por la que nadie daba nada”.

Después de brillar en torneos juveniles nacionales e internacionales, vino su etapa de maternidad en 2017 que impactó en su preparación y la hizo perderse los que habrían sido sus primeros Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla 2018. Aunque logró calificar a los Panamericanos de Lima 2019, ya no le alcanzó para el boleto a los Olímpicos de Tokio. Por eso este ciclo a París tiene un sabor especial.

“Desde el ciclo pasado tenía esa visión de ir a Juegos Olímpicos, pero no se me dio, así que ahora para París me lo propuse aún más, el doble o triple. Siento que rumbo a Tokio me hizo falta un poco de paciencia, porque como no hice el ciclo completo y me atrasé un año, quise correr para las marcas y eventos, entonces me empecé a autoexigir y autodestruir por hacer las cosas rápidas”.

—¿Qué significaría para ti alcanzar esos Juegos Olímpicos en París?

—“Es el sueño que todo atleta quisiera, pero para mí sería un logro muy grande con sólo asistir, porque estaría lleno de muchas cosas que he pasado. No lo veo imposible pero sí un poco difícil por el nivel tanto en México como en otros países, ya que mi categoría es muy cerrada. En el Grand Prix me coloqué en un gran lugar, pero en este lapso pueden pasar muchas cosas. No es como que lo veo lejos, pero tampoco me puedo confiar, lo veo sólo como un paso más hasta poder llegar”.

Gracias a su rendimiento, Janeth Gómez se ha hecho acreedora a apoyos económicos por parte del CODE Jalisco y de Conade que, juntos, se estiman en 20,000 pesos mensuales. Sin embargo, también tiene la meta de vincularse con patrocinadores privados, ya que hasta el momento no lo ha conseguido.

Ya no es aquella niña que pesaba 32 kilos y que era vista con fragilidad para la práctica de la halterofilia mientras jugaba en las calles de su pueblo. Ahora cumple el rol de madre y deportista de alto rendimiento, así como el de ser una de las joyas mexicanas rumbo a los Juegos Olímpicos de París.

Falta un año y al menos tres eventos más para lograrlo (un Mundial, otro Grand Prix y los Juegos Panamericanos de Chile), pero está dispuesta a no perder el foco: “Sé que hay altas y bajas, pero a veces los consejos que damos a los demás no los aplicamos con nosotros mismos. Me di cuenta que tenía que pulir eso, que lo esencial es tenerme a mí misma, tenerme la misma fe que los demás tenían en mí. Eso es lo que he estado trabajando en este ciclo”.

fredi.figueroa@eleconomista.mx

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