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Morelia y Romano se citan de nuevo para retomar sueños pendientes
La vida ha sido cruel con Rubén Omar Romano, ostenta marcas que nadie quiere presumir: seis finales perdidas, 21 partidos consecutivos sin ganar, y en cinco años es el técnico que más veces ha perdido su trabajo: tres despidos.
La vida ha sido cruel con Rubén Omar Romano, ostenta marcas que nadie quiere presumir: seis finales perdidas, 21 partidos consecutivos sin ganar, y en cinco años es el técnico que más veces ha perdido su trabajo: tres despidos. El anhelo de ganar el campeonato no sucumbe, fiel a sus creencias sabe que el buen trato al balón y una propuesta ofensiva lo harán obtener el cetro.
Las personas que han trabajado junto a él no escatiman en reconocer su liderazgo. Los jugadores lo respetan , asegura a El Economista una persona allegada a Romano actualmente y quien prefirió guardar su identidad.
Después de 10 años, el técnico regresa al club donde ganó prestigió, Morelia. La gente lo recuerda con cariño aquellas finales que en el 2002 y el 2003 despertaron la pasión de la afición michoacana. Actualmente, el retorno de Rubén significó al equipo la esperanza de regresar al título, al igual que Romano, ambos no pierden la esperanza de coronar su sueños con el campeonato.
La unión del equipo logró llegar a dos finales, los jugadores siempre creyeron en él, Rubén les decía que siempre habría otra oportunidad para ganar , mencionó a este diario un empleado de Santos que coincidió con Romano durante su estancia en Torreón.
El ánimo del argentino no decae, en cada inicio de torneo tiene la convicción de que al final podría levantar la copa.
Los ritos del técnico no son pocos, intentó dejar el cigarrillo como manda para lograr el campeonato, eventualmente cayó otra vez.
Al llegar al estadio siempre es el último en bajar del autobús , expresa el personal del club Monarcas. Hoy, Rubén ocupa la banca del visitante en los juegos de local, como símbolo que a donde vaya se sentirá como un invitado que tarde o temprano se tendrá que ir.
Luego de ser secuestrado en el 2009, Rubén Omar continuó su vida olvidando aquel incidente. Actúa como si nada hubiera pasado, camina por las calles de la ciudad como cualquier otra persona , expresó el empleado de Monarcas, a pesar de que en los últimos seis años los secuestros en Morelia pasaron de siete a 39 al mes, según la organización México Evalúa.
Tras el incidente, Rubén revaloró su vida, reconoció los errores cometidos, como la señal que le costó el puesto en Santos, pidió disculpas y siguió adelante. El pasado lo marcó, por eso no cambia su estilo para que en el futuro no tenga deudas consigo mismo, nunca traicionaría su filosofía de juego por conseguir un trofeo.