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Nos hizo marchar a la gloria
El polaco instauró un escuela que hizo de méxico una potencia en caminata.
¡Vamos, mi sargento! , se escuchaba en un español con acento polaco que le delataba. Es México, 1968. A los oídos de José Pedraza llega ese aliento que no puede ser de nadie sino de Jerzy Hausleber, su entrenador. El mismo que dos años atrás había llegado a nuestro país a hacerse cargo de un deporte que, hasta entonces, no tenía historia: la marcha
Y apretó el paso El Sargento, con el único objetivo de conseguir lo que hasta entonces Hausleber le había metido en la cabeza: podía ganar una medalla. Y lo hizo. Pedraza se convirtió así en el primer medallista olímpico mexicano en marcha al conseguir la plata, la primera de nueve medallas en justas veraniegas que conseguiría el grupo comandado por un polaco que había llegado para revolucionar la marcha en México.
Jerzy Harol Hausleber Roszezewska (Vilno-Gdansk, Polonia, 1932) fue uno de esos personajes únicos en el deporte nacional. Llegó a México en 1966, en un grupo de ocho entrenadores: tres de atletismo, uno de voleibol femenil, uno de esgrima, dos de boxeo y uno de gimnasia.
Inició, El Profe, como algunos lo conocían, con un grupo de solamente seis atletas que con el tiempo fueron incrementándose y, a la par, el número de medallistas olímpicos, mundiales y regionales.
La fórmula de Hausleber no era ningún secreto: se trataba de entrenar a gran altura, por lo que con menos oxigenación el cuerpo produce mucho más glóbulos rojos. Los atletas mexicanos llegaban a las competencias con mayor oxigenación, lo que hacía una gran diferencia con los otros deportistas.
Entonces los campamentos de marchistas mexicanos en el Lago Titicaca, en Bolivia, a una altura cercana a los 4,000 metros, se hicieron rutinarios. Vinieron pues los resultados que le dieron al polaco el sobrenombre de Padre de la Marcha, porque hasta entonces los atletas nacionales no habían figurado en competencias internacionales.
El polaco naturalizado mexicano le dio a nuestro país la primera medalla en el atletismo olímpico con la plata de José Pedraza en México 1968; siguió con el oro de Daniel Bautista, Montreal 1976; oro de Ernesto Canto, Los Ángeles 1984; y plata de Carlos Mercenario, Barcelona 1992. Y aunque quien hizo a Raúl González fue Hausleber, lo cierto es que cuando Raúl ganó sus dos preseas en Los Ángeles Jerzy había dejado de entrenarlo, luego del fracaso de Moscú 1980.
En total sumó 118 medallas ganadas por mexicanos en competencias internacionales.
Es el estadio de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ahí, en sus instalaciones, se disputan las pruebas de atletismo de la Olimpiada Nacional 2012. En las gradas se encuentra un cansado Jerzy Hausleber, otrora incansable entrenador que enseñó a caminar a los mexicanos, quien desde su retiro en el 2004 vivía casi en la miseria.
Pese a haber sido uno de los entrenadores más exitosos del deporte nacional, dos veces reconocido con el Premio Nacional del Deporte (1995 y 2011), el ex entrenador sobrevivía dando conferencias de actualización a los entrenadores, además de recibir 3,600 pesos de pensión y una promesa de beca vitalicia que al parecer nunca se cumplió.
Ya no quiero ser nada más un viejito pensionario que está chillando y recordando otras épocas, con todo y que se dice que recordar es vivir. Pero para recodar hay que vivir doble y vivir sin trabajo no se puede , explicaba ahí en la BUAP.
Hausleber a decir de las personas que lo conocieron era una persona con un gran sentido del trabajo, una sinceridad extrema .
Ayer, Jerzy, el hombre que hizo de México su hogar, aquel que confesaba que su gran satisfacción era llevar a los deportistas a ser hombres de bien fuera de las pistas , el mismo que se apegaba fuertemente a su filosofía de tener pasión y autodisciplina , dejó huérfana a una disciplina que busca incansablemente renacer y honrar la escuela que Hausleber fundó.