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Solonei, el hombre que se hizo maratonista entre bolsas de basura

Silva tomó el comando de la carrera aproximadamente desde el kilómetro 22, y no lo soltó hasta el final, para entrar con amplia ventaja sobre los colombianos Diego Alberto Colorado y Juan Carlos Cardona.

Guadalajara, Jal. Es Penápolis, ciudad brasileña a 479 kilómetros de Sao Paulo. Los suburbios. Dos años atrás. El 2009. Es el basurero municipal en donde trabajan cientos de empleados que recolectan los desechos del municipio. A lo lejos se mira a un hombre de piel tostada por el sol que apenas cubre su esquelética estructura ósea.

Corre, se acerca velozmente con un par de bolsas de basura en sus manos que le obligan al desequilibrio. No para de correr. Debe huir de la manada de perros que, rabiosos, lo persiguen. Varias cuadras, quizás 10 y los deja atrás. La ha librado.

Su nombre es Solonei Silva, que lejos está de imaginarse que, dos años después, su capacidad y talento para correr le darán una medalla de oro en el maratón de los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011.

Todos los días la misma escena, correr con los perros detrás de él. Le parece divertida, porque le gusta demostrar que en la carrera puede ganarle a esos cachorros, frustrados por no alcanzarlo, o a quien quiera que sea.

No se imagina lo que vendrá después, pero su esposa sí. Solonei llegó al atletismo tarde, a los 27 años, y por casualidad. Un día decidió asistir a una carrera porque mi esposa me despertó, diciendo que soñó que había ganado una carrera. Por curiosidad fui y me quedé en tercer lugar, cuenta.

Ocurrió hace dos años, en una carrera en su localidad en honor a San Francisco de Asís. Y ahí empezó todo. Descubrió entonces Silva que podía seguir corriendo para librar a la feroz manada de perros pero también que podía hacerlo por algo que le daría, además de diversión, algo llamado satisfacción.

Y decidió dedicarse a correr. Y gracias a ello hoy, a sus 29 años, es una figura en su país. Su potencial es tan amplio que lo mismo corre los 5,000 metros, que un extenuante maratón. Pero son justo los 42.195 kilómetros la prueba que más logos le ha redituado.

Debutó en el maratón en el 2010, en Porto Alegre, donde se llevó la gloria con un tiempo de 2:15.45 horas. Ese año corrió algunas otras carreras de 5,000 y 10,000 metros. Aunque no llegó a ganar medalla, le sirvieron de preparación para su competencia en el maratón.

En marzo de este año corrió el Medio Maratón de Lisboa, llegando décimo y como el primero del continente en un tiempo de 1:04.10 horas. Enseguida corrió el Maratón de Padua, Italia, donde estuvo a punto de subir al podio, pues quedó cuarto con 2:11.32 horas, de nuevo el primero de América, mejorando su propia marca.

La historia del título

Gracias a sus logros, hoy Solonei es segundo en el ranking de su país de esta disciplina y en octubre del 2010, apenas un año después de su incursión en el atletismo, la Cámara Municipal de Penápolis lo reconoció con la medalla Ayrton Senna.

Pero el de ayer fue un día especial. Había venido el brasileño a México a sus primeros Juegos Panamericanos para colgarse el oro. Y lo logró. Como en aquellos días en Penápolis corrió, ya sin bolsas de basura y sin perros detrás suyo. Corrió disfrutando el aire en su rostro, sonriendo. Kilómetro 20, el maratón es suyo.

Corrió sin saber en qué lugar llegaría, porque para él la vida es como una bolsa de basura, nunca sabes lo que encontrarás dentro de ella . Kilómetro 30, se acerca el oro, bandera en mano y aprieta el paso.

Pensó también en sus amigos, ésos que hace dos años lo veían correr y divertidos se reían de la escena. Y pensó en el sueño olímpico, en llegar a Londres.

Kilómetro 40, ya nadie lo alcanza, dejó atrás a sus rivales, los fundió.

Pensó que valió la pena, vaya si no, haber abandonado su trabajo como recolector de basura en agosto de este año, después de obtener el permiso para apostarlo todo por su carrera atlética. Kilómetro 42 y 195 metros y llega a la meta con la bandera brasileña en el puño y con 2:36.37 horas en el reloj.

A unos centímetros de romper el listón, se detiene. Camina, lento, dos pasos y llega. Alza los brazos, agotado, pero su alegría le da ánimos para bailar al ritmo de samba y festejar con los mexicanos su triunfo.

Y en su mente se traslada de nuevo al basurero. Y piensa en sus compañeros, quienes, curiosamente, hoy abrieron la vacante que dejó el hoy campeón en el Departamento Autónomo de Agua Potable y Alcantarillado de Penápolis.

Dedica el oro a ellos. Hoy en día si estoy corriendo el maratón, un poco es por eso. Ahí es donde me dieron la fuerza que tengo hoy. Hoy soy profesional y ya llegó mi gloria . Y sonríe. Porque ya no corre Solonei por evadir a los perros. Hoy, el objetivo es algo más fascinante. Recolectar oros.

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