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Somos pobres en dinero, ricos en resultados

Ayer, a 50 metros de la meta, una descalificación le impidió ser medalla de oro. El andarín cuenta sobre su técnica que le ha generado problemas, las carencias y riquezas que le ha dado el deporte.

Boca del Río. Hace ya mucho tiempo que la tristeza y el coraje no invadían a Erick Barrondo. Los rayos del sol tostaban la piel luego de poco más de una hora y 20 minutos caminando. Estaba exhausto, y la anhelada meta estaba a tan sólo 50 metros.

Pensaba, entonces, que pese a tener dos amonestaciones en los casi 20 kilómetros recorridos, la medalla de oro, ésa que le faltaba por conseguir en unos Juegos Centroamericanos, estaba cerca.

Veinte metros y la meta... ¡Lo han descalificado, lo descalificaron! , gritaban integrantes de la delegación guatemalteca que miraban detrás de las vallas cómo se escapaba, frente a sus ojos, un título que ya sentían suyo.

El rostro de Erick se descompuso entonces. Una mezcla de desconcierto, ira y tristeza se entremezclaban con las gotas de sudor que escurrían de su rostro y que le hacían borrosa la imagen de la última amonestación. No quiero volver a competir en México , estallaba el guatemalteco, los jueces son todos localistas , reclamaba, mientras veía cómo Horacio Nava festejaba el oro para México.

El duro golpe para el marchista guatemalteco es sólo uno más que se une a los momentos agridulces de su carrera. Y es que hace dos años el destino le daba una cara muy distinta, cuando en una hora 18 minutos y 57 segundos la vida le cambió. Atrás quedaron esos días en los que dormía en una colchoneta tendida en el cuarto de su entrenador, sobreviviendo con apenas 850 pesos mensuales y compitiendo con un par de tenis viejos que eran de su madre y que él usaba a escondidas.

El marchista guatemalteco forma parte de una élite que pocos logran conquistar. Hace dos años, el oriundo de la aldea Chiyuc en San Cristóbal Alta Verapaz, un sitio pobre con clima frío, a unos 280 kilómetros de la capital guatemalteca, hizo historia al colgarse la plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 justo en 1:18:57 horas y sumó así la octava medalla olímpica de Centroamérica en la historia (junto a las cuatro que tiene Costa Rica y las tres de Panamá).

El marchista, que vino a los Juegos Centroamericanos Veracruz 2014 a ganar las medallas que hace cuatro años no tuvo mi país , acepta que tras ese 4 de agosto, luego de terminar segundo en los 20 kilómetros con el emblemático Palacio de Buckingham como escenario, algo cambió en él.

Hay algo que viene cambiando todos los días y es el hambre de salir adelante, el hambre de saber que no tengo nada y que puedo tener algo el día de mañana , aseguró en entrevista con El Economista.

Sabe Barrondo lo distinta que es hoy esa hambre, diferente a aquella que sufría hace apenas un lustro, cuando se inició en la marcha y tenía que hacer un viaje de 10 horas para ir a entrenar a la capital guatemalteca, y no tenía ni para comprarse una botella de agua.

Tras Londres, el panorama cambió. Luego de la obtención de la plata olímpica, el gobierno de su país le regaló una casa, una empresa le regaló electrodomésticos, entre ellos una televisión que se unió a la que dos meses antes de los Juegos Olímpicos Erick compró para sus padres, quienes sólo así pudieron ver la hazaña de su hijo; mientras que el Congreso le dio un incentivo de 65,000 dólares.

No sólo eso. Barrondo se convirtió en el estandarte del deporte nacional y un ejemplo a seguir para los 14 millones de guatemaltecos, 53% de los cuales viven en la pobreza extrema, quienes tienen fe en que a base de trabajo y esfuerzo se pueden conseguir cosas impensables.

Es un compromiso grande ser el estandarte de Guatemala pero también es un honor que Dios y Guatemala le han dado a uno , detalla.

Su pensamiento positivo y esa hambre de triunfo lo ponen en el panorama internacional, no sólo por las medallas conseguidas (oro en Juegos Panamericanos, plata en Juegos Olímpicos) sino también porque gracias a su cambio de entrenador (el año pasado dejó al cubano Rigoberto Medina, quien lo descubrió y lo llevó a conseguir su medalla olímpica para entrenar con el polaco Bohdan Bulakowski) ha mejorado, a decir de él mismo, una de sus debilidades: la técnica.

La marcha es algo individual y a título individual yo he tratado de estar entre los mejores 10 del mundo cada año, de estar en ranking del circuito internacional de marcha quedamos sextos y hemos tratado de mantenernos.

Años atrás yo ganaba una competencia y después me descalificaban en otras cuatro. Un año tuve cuatro descalificaciones y ahí nos sentamos a analizar mucho las cosas y gracias a Dios llevamos cuatro competencias en Europa sin perder con nadie, terminamos prácticamente limpios, el trabajo de él (su entrenador) ha sido que no engaña a los atletas; te dice realmente cuáles son tus puntos débiles, fortalezas y te pone a trabajar en los puntos débiles, en mi caso era la técnica , destaca.

Es gracias a esto que Erick ve un crecimiento en este deporte en su país, pues asegura que aunque en el ranking de la IAAF los marchistas guatemaltecos no figuran demasiado entre los mejores, considera que se han convertido en una potencia,

La selección de marcha de Guatemala está muy bien posicionada. A nivel mundial es una selección a la cual se le tiene mucho respeto por dos razones: porque somos una selección pobre en dinero y porque somos una selección rica en resultados , asegura.

Por último, no deja de lado que pese a las medallas que ya acumula en su habitación, aún tiene pendiente la más importante.

Queríamos comenzar este ciclo olímpico ganando aquí en Veracruz, pero al final no se pudo por la descalificación. No obstante, nuestro objetivo sigue intacto, queremos ganar en los Panamericanos (de Toronto 2015) y en Río 2016 que realmente ése es mi objetivo principal , concluyó el deportista centroamericano.

cristina.sanchez@eleconomista.mx

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