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Un mundial para limpiar la imagen... o empeorarla

La IAAF tiene como reto hacer olvidar un poco la difícil crisis que atraviesa el organismo, pero no será fácil.

Este 2015, quizá no se hablará de las marcas, de si Usain Bolt será capaz de romper el récord del mundo. Acaso tampoco será la audiencia o la asistencia a uno de los estadios más hermosos y modernos del orbe lo que llamará la atención.

El inicio de Mundial de atletismo, este fin de semana en Beijing, encontrará al atletismo en una de sus crisis más complicadas. En medio de las dudas por dopaje, las competencias atléticas, las más vistosas del mundo, buscarán darle un giro positivo a la imagen de trampa y dopaje que en los últimos meses se ha gestado alrededor de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, por su sigla en inglés).

El organismo ha estado en la mira del mundo desde inicios de este año, cuando Alberto Salazar, entrenador de Mo Farah, campeón olímpico y mundial en 5,000 y 10,000 metros, fue involucrado en un caso de dopaje: el del estadounidense Galen Rupp en el 2002, al que le habrían salido altos niveles de testosterona.

Salazar dirige el prestigioso centro de entrenamiento Nike Oregon Project (NOP), en Portland, Oregon, y aunque tanto entrenador como atleta han negado las acusaciones, lo cierto es que la duda es latente y la Agencia Antidopaje de Estados Unidos está en la investigación de otros 28 casos que salieron adversos en una segunda prueba de los mundiales del 2005 y el 2007, quienes también habrían sido entrenados por Salazar.

También está el caso del entrenador ruso Viktor Chegin, quien conformó al equipo de su país para el Mundial de Beijing y está en el ojo del huracán, luego de que más de 20 atletas bajo su custodia han dado positivo por dopaje o han sido investigados.

Acaso el golpe más duro para la IAAF previo a su mundial es la investigación que ha hecho la televisión alemana junto con el diario británico The Sunday Times, en el que tras haber tenido acceso a los resultados de 12,000 análisis de sangre de 5,000 atletas constataron que, entre el 2001 y el 2012, un tercio de medallas, incluyendo 55 oros ganados en Juegos Olímpicos y mundiales, fueron ganados por atletas con un historial de análisis sospechosos.

Quizá el mundial podría ser la oportunidad perfecta para limpiar la imagen de la IAAF que el dopaje ha manchado. Pero esta situación se antoja muy difícil, sobre todo si se toma en cuenta que sólo uno de cada tres atletas pasará por un examen antidoping en este Mundial.

Y es que, mientras en el mundial de Moscú la IAAF tomó una muestra de sangre a cada uno de los atletas, en Beijing sólo serán controlados entre 600 y 700 competidores, de los 1,900 que participarán en la justa del orbe.

Aunado a ello, el organismo rector del deporte no ha logrado invertir más dinero para combatir el dopaje, pues anualmente invierte 1.5 millones de dólares 3 millones en total si se incluye el costo del personal a cargo del órgano antidopaje para controlar este problema.

En contraste, en deportes como el ciclismo anualmente se invierten unos 9.4 millones de dólares para este rubro; sin embargo, es importante señalar que en este deporte los equipos aportan gran parte de ese presupuesto, lo que en el atletismo no podría ocurrir.

El panorama no mejora cuando se habla de lo deportivo, si se toma en cuenta que una de las pruebas reinas de todos los mundiales son los 100 metros libres varoniles, donde Usain Bolt, vigente campeón de la prueba, podría hacer olvidar el trago amargo que el dopaje está haciendo pasar al organismo.

No obstante, todo apunta a que el jamaicano no será la figura, sino más bien, Justin Gatlin podría ser la figura... y el estadounidense es un atleta que ha sido suspendido dos veces por dopaje.

Gatlin podría convertirse en la estrella del Mundial, pues esta temporada ha corrido en 9.74 segundos, logrando así el mejor tiempo de su carrera. Pero el atleta ha estado bajo sospecha por muchos años.

Fue sancionado en el 2001 por consumir metanfetaminas, pero alegó que eran parte de un tratamiento contra la hiperactividad. Aunque en un principio fue sancionado con ocho años, logró que su castigo se redujera a cuatro años.

Incluso, Sebastian Coe, reciente presidente electo de la IAAF, criticó la reducción de la sanción a Gatlin alegando que el deporte no podía permitir la trampa en ninguna de sus formas.

La duda crece más aún si se considera que Gatlin está corriendo más rápido que cuando se sospechaba que tomaba sustancias prohibidas y más rápido que cuando ganó los títulos olímpicos y mundiales en el 2004 y el 2005, respectivamente en el 2004 su mejor marca fue de 9.85 en los 100 metros y peor aún, lo hace 11 años después, con 32 años encima, por lo que ya algunos comienzan a cuestionarse si su rendimiento es real o producto de un sofisticado dopaje.

Así, el sentimiento es que todo puede empeorar en lugar de mejorar para la IAAF, para sus atletas, para el Mundial... todo gracias a la sombra del dopaje que abraza al atletismo en una de las peores crisis de su historia.

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