Lectura 4:00 min
Más allá de los metros y las fronteras: el espacio que nos debemos
En las principales ciudades mexicanas, el desafío de ofrecer vivienda adecuada se entrelaza con la expansión de las mismas, planteando la disyuntiva entre densificación y suburbanización
El mercado inmobiliario en México se enfrenta a un dilema tan antiguo como las ciudades mismas: ¿cómo resolver el déficit habitacional en un contexto de crecimiento urbano acelerado? En las principales ciudades mexicanas, el desafío de ofrecer vivienda adecuada se entrelaza con la expansión de las urbes, planteando la disyuntiva entre densificación y suburbanización. Pero, en el fondo, la pregunta no es solo cómo crecer, sino qué tipo de ciudades queremos construir y para quiénes.
La densificación se ha convertido en la respuesta más recurrida en áreas céntricas, respondiendo a la necesidad de maximizar el espacio urbano existente y reducir la presión sobre la infraestructura y el medio ambiente. Sin embargo, dentro de esta estrategia surge un fenómeno particular: “la shrinkflation inmobiliaria” de la cuál ya planteaba una reflexión sobre su impacto de reducción silenciosa, esta tendencia, en la cual el tamaño de las viviendas disminuye sin que el precio lo haga.
Si bien este modelo responde al aumento de precios en suelos urbanos, reduce el espacio personal, lo que puede afectar la calidad de vida y limitar la posibilidad de viviendas multifuncionales que acomoden las necesidades de diversas familias.
Te puede interesar
En paralelo, la expansión hacia las periferias o suburbanización ha sido una respuesta común para satisfacer la demanda habitacional. Esta expansión suele permitir el acceso a terrenos más económicos, pero agrava la segregación residencial y la desconexión con los centros de actividad. Como trataba de explicarlo en la reflexión sobre la constante de Marchetti, quienes viven en las periferias enfrentan tiempos de traslado largos, costos elevados y un acceso limitado a oportunidades laborales y sociales. En el fondo, esta dinámica profundiza las brechas socioeconómicas y perpetúa un ciclo de desigualdad urbana.
Ante un déficit habitacional estimado en millones de viviendas adecuadas y accesibles, ninguna de estas alternativas es suficiente por sí sola. Es momento de proponer un enfoque híbrido que combine los beneficios de la densificación y la expansión, en favor de un modelo que considere tanto la sostenibilidad como la accesibilidad. Este modelo debe promover:
- Desarrollos de uso mixto y vivienda asequible en zonas centrales: La densificación puede y debe ir acompañada de una infraestructura de servicios adecuada, donde las viviendas convivan con espacios de trabajo y áreas recreativas, reduciendo así la dependencia de los desplazamientos.
- Sistemas de transporte y conectividad integrados: La expansión urbana debe estar respaldada por redes de transporte público accesibles y eficientes que conecten las periferias con los centros urbanos. Esto permitiría no solo reducir los tiempos de traslado, sino también integrar a los habitantes de todas las zonas en una red común de oportunidades.
- Políticas de vivienda inclusiva: Incentivar la construcción de vivienda asequible en áreas bien conectadas permitiría que las personas de menores recursos no sean desplazadas a zonas con menor acceso a servicios y oportunidades. Este enfoque promueve una integración social y económica que reduce las distancias entre sectores socioeconómicos y construye una ciudad más inclusiva.
Más allá de los metros cuadrados o de los límites geográficos, el verdadero espacio que necesitamos construir es uno de equidad y cohesión social. Densificar sin calidad o expandir sin conectividad son caminos que, en el fondo, solo perpetúan la exclusión. El espacio que nos debemos, como sociedad, es mucho más profundo que la simple infraestructura: se trata de construir un México más justo y habitable, donde el crecimiento urbano sea sinónimo de oportunidades compartidas y calidad de vida para todos.