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Economía

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Grecia y acreedores llevarán discusión hasta el límite

El bloqueo en las pláticas hace ?pensar en el riesgo de un corralito.

Las negociaciones sobre el rescate de Grecia entraron en una fase frenética en la que volvió a rozarse la ruptura completa, sólo unos días después de que el acuerdo pareciese a punto de cerrarse. Las dos partes se atrincheraron en sus respectivas posiciones y Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, decidió suspender los contactos y retomarlos, con toda probabilidad, mañana sábado.

Fuentes próximas a Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, descartaban el miércoles convocar una nueva cumbre extraordinaria de la zona euro y se remitían a la del lunes pasado, en la que se aceptó la última propuesta de Grecia como base para la negociación.

Sin embargo, la presencia en Bruselas de todos los presidentes de gobierno para asistir a una cumbre de la Unión Europea (UE) permitirá mantener los contactos al máximo nivel de manera más o menos informal.

El mismo miércoles, la cumbre europea tuvo que variar su agenda y dedicar casi dos horas a debatir el estado de las negociaciones con Grecia y retrasar el polémico debate sobre la gestión de los flujos migratorios. Incluso, el temido referéndum de David Cameron sobre la continuidad del Reino Unido en la UE parecía menos importante.

Los líderes europeos se negaron a entrar en los detalles técnicos, como el alza del IVA o el recorte de pensiones, pero encomendaron a Dijsselbloem que remate el acuerdo en la nueva reunión extraordinaria del Eurogrupo, la cuarta de esta semana sobre Grecia.

Las últimas horas han sido críticas, pero tengo el presentimiento de que, a diferencia de las tragedias de Sófocles, esta historia griega tendrá un final feliz , comentó Tusk antes de dar comienzo a la cumbre europea.

Angela Merkel, canciller alemana, que rara vez se equivoca en sus pronósticos sobre el calendario europeo, reclamó un acuerdo antes de que abran los mercados el próximo lunes (29 de junio) .

El plazo fijado por Merkel augura una ronda final de negociaciones este fin de semana para que el acuerdo sobre el rescate se pueda votar en el Parlamento griego el domingo o el lunes.

El Parlamento alemán ratificaría el mismo acuerdo 24 horas después.

Si esas previsiones se cumplen, la zona euro prolongaría durante varios meses (entre tres y nueve) el rescate actual, que expira en la medianoche del 30 de junio. La prórroga permitiría a Atenas recibir la última entrega de la zona euro con cargo al rescate (1,800 millones de euros), parte del remanente reservado para la recapitalización de la banca (10,900 millones) y los beneficios derivados del plan de compra de deuda griega (1,900 millones de euros).

Menos segura es la liberación de la partidas pendientes del Fondo Monetario Internacional (FMI) (3,500 millones de euros en la próxima entrega y 16,000 millones de euros hasta marzo del 2016).

El organismo que dirige Christine Lagarde se reserva la posibilidad de retener esos préstamos hasta que la zona euro aclare el debate sobre la sostenibilidad de la deuda griega, eufemismo para una posible reestructuración de los préstamos bilaterales (51,900 millones de euros) y multilaterales (131,900 millones de euros a través del fondo de rescate de la zona euro, con un aval español equivalente a 11 por ciento).

Grexit o corralito

El bloqueo de las negociaciones ha vuelto a agitar los fantasmas de un corralito o, incluso, de una salida de Grecia de la zona euro (Grexit).

Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, alertó contra los llamados expertos que proclaman que el Grexit sería sólo un percance marginal. Nadie les pedirá cuentas por sus predicciones, pero sí a los que estamos sentados en esta mesa (de la cumbre europea) .

Las posiciones de Grecia y sus acreedores no parecen demasiado alejadas. Los ajustes ofrecidos por Atenas rondan los 8,000 millones de euros (4.5% del PIB griego) en dos años, mientras que los acreedores (CE, BCE y FMI) desean elevar esa cifra hasta 11,000 millones de euros.

Esa brecha presupuestaria parece superable. Pero buena parte del ajuste que plantea el gobierno de Alexis Tsipras se basa en medidas para aumentar la recaudación fiscal mientras que los acreedores, en particular el FMI, desean recortes lineales.

Algunas delegaciones de la zona euro no ocultan su malestar con el FMI, al que acusan de bloquear innecesariamente el acuerdo.

Pero otras se apoyan en el Fondo para evitar lo que consideran una excesiva complacencia con Atenas por parte de la Comisión Europea de Jean-Claude Juncker.

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