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¡No, señor! El Arte de decir “no” en un mundo de “sí”
"Aceptar todo lo que nos piden tiene consecuencias serias. La sobrecarga de trabajo es solo el comienzo. Cuando aceptamos más de lo que podemos manejar, el estrés se acumula y perjudica nuestra salud mental".
“Decir ‘no’ es el nuevo superpoder”. Suena raro, ¿verdad?, pero créeme: es más importante de lo que piensas. Déjame contarte cómo aprender a decir "no", no solo me salvó la vida, sino que también cambió mi carrera para siempre.
Era diciembre, estaba en mis treintas altos, trabajando como loco. Jefes exigiendo más y más, un equipo desmotivado y desgastado por el exceso de urgencias y prioridades, y yo, tratando de manejarlo todo: como el 90% de los que vivimos en el mundo Godín.
“Estoy demasiado ocupado y reventado, pero es temporal”, me decía una y otra vez, aunque ya llevábamos un par de años a ese ritmo. No podía darme el lujo de perder el trabajo. Fingía estar motivado y entusiasta, pero por dentro, estaba quemado.
El quiebre llegó cuando terminé en el hospital antes de cumplir 40 años. Mi cuerpo no podía más. El diagnóstico: divertículos, causados por un estrés brutal. Sí, suena asqueroso, y fue mi llamada de atención. Necesitaba cambiar, pero no sabía cómo.
La trampa de decir "sí" a todo
Cada vez que alguien me pedía algo, mi mente entraba en modo automático y sentía que si decía que “no” me veían débil o me iba a perder de algo. Terminaba diciendo “sí” a todo. Como dice el dicho, “El que mucho abarca, poco aprieta”, y yo estaba abarrotado.
La respuesta a por qué me pasaba lo que me pasaba era porque usaba un filtro emocional sin darme cuenta. Cuando alguien me pedía algo, una tormenta de pensamientos y emociones se desataba en mi cabeza.
Primero, pensaba en la persona que me lo pedía: “¿qué pensará de mí si digo que no? ¿Perderé su respeto o afectará nuestra relación?” La preocupación por la percepción ajena es un poderoso motivador, a menudo impulsado por el miedo a ser visto como incompetente o perezoso.
Luego venía el temor a las consecuencias: “si digo que no, ¿perderé esta oportunidad? ¿me estaré cerrando puertas?” Este miedo a perder oportunidades nos atrapa en un ciclo de aceptación constante, creyendo que cada solicitud podría ser la clave para nuestro próximo gran avance.
También estaba la preocupación por la conveniencia social: “si digo que no, ¿me excluirán de futuros proyectos o decisiones importantes?, ¿quedaré aislado en mi propio equipo?” El miedo a ser apartado o a no ser considerado parte del grupo nos lleva a aceptar más tareas de las que podemos manejar, sacrificando nuestra paz mental en el proceso.
Estas preguntas y miedos son presiones reales que afectan nuestra capacidad de tomar decisiones racionales. Cada “sí” dicho por miedo o conveniencia añade más peso a nuestra carga, hasta que llega un punto en el que todo se derrumba.
Las consecuencias de no decir “no”
Aceptar todo lo que nos piden tiene consecuencias serias. La sobrecarga de trabajo es solo el comienzo. Cuando aceptamos más de lo que podemos manejar, el estrés se acumula y perjudica nuestra salud mental.
Además, al decir “sí” a todo desplazamos lo que realmente importa, dejando nuestras metas y prioridades en un segundo plano. Esto crea un desequilibrio entre nuestra vida personal y profesional, afectando nuestras relaciones y nuestro bienestar general, creando un ecosistema tóxico.
La revelación: El filtro racional
En una conversación con un compañero colombiano que vivía en Estados Unidos, me dijo: “Los latinos, siempre decimos que sí. Somos demasiado emocionales. Los americanos aplican la razón”. Eso me llevó a encontrar un sistema que llamo "sí racional, no emocional". La idea es simple: no dejar que mis emociones decidan por mí. En vez de eso, cada solicitud tiene que pasar por un filtro racional que me ayude a tomar decisiones más inteligentes.
A partir de ello, nunca más volví a contestar ya a bote pronto. Empecé a meter mi filtro racional y a hacerme preguntas clave cada vez que llegaba una nueva solicitud. ¿Esto realmente me ayuda a alcanzar mis metas? ¿Está alineado con mis valores y lo que quiero para mi vida? ¿Tengo el tiempo y la energía para hacerlo sin comprometer otras cosas importantes? ¿Va a tener un impacto positivo significativo? ¿Es más importante que lo que ya tengo en mi lista de tareas? Si la respuesta a la mayoría de estas preguntas era “no”, entonces también era “no” para la solicitud. Si las respuestas eran mayormente “sí”, entonces consideraba aceptarla.
Un nuevo comienzo
No fue fácil al principio. Decir “no” me hacía sentir culpable. Pero con el tiempo, las cosas empezaron a mejorar. Aprender a decir “no” salvó mi vida y mi carrera. Aplicar el filtro racional antes que el emocional fue la clave. Ahora, lidero eficazmente, tengo el respeto de mis jefes y equipo, y mantengo un equilibrio saludable entre mi vida personal y profesional. Así que la próxima vez que te pidan algo, recuerda: “Decir 'No' puede ser el acto más valiente que hagas por ti mismo”.
Tu bienestar y éxito dependen de ello. “El que sabe decir 'no', encuentra su verdadero 'sí' en la vida”. No tengas miedo de ser asertivo y proteger tus límites. Tu salud y tu futuro te lo agradecerán. ((Fin))