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Costará a México aranceles, retraso en transición energética

En el 2022 se delineará el rumbo de un nuevo consenso que penalizará las manufacturas con alto contenido de carbono, por lo que México debe rectificar su política energética y devolver atractivo a las inversiones en renovables, coinciden expertos y empresarios.

El próximo año será crucial para la transición energética porque las grandes economías, incluidos los socios del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (T-MEC), Canadá y Estados Unidos, posiblemente implementarán aranceles a las manufacturas con alto contenido de carbono, lo que implica un enorme riesgo para la competitividad de México, que es el país con más tratados comerciales en el mundo, mientras la presente administración no prioriza a las energías renovables y busca el fortalecimiento de las empresas estatales, aunque esto implique incrementos de generación mediante combustibles fósiles.

Así lo explicaron expertos en economía, energía y relaciones regionales durante el panel “Los retos del sector energético en América del Norte”, organizado por la Universidad Anáhuac, donde Carlos Pascual, exembajador Estados Unidos en México y actual vicepresidente senior de IHS Markit, recordó que los países cuyo PIB representa el 80% de la economía global están comprometidos a llegar a cero emisiones de dióxido de carbono en 2050, con lo que por lo menos en tres grandes economías: China, la Unión Europea en su conjunto, además de Canadá y Estados Unidos, que son los mayores socios comerciales de México, cuentan ya con planes para llevar a cabo un incentivo a las energías renovables como la imposición de tasas impositivas a los productos manufacturados mediante energías fósiles. 

“Para nuestro principal socio comercial (Estados Unidos) es un asunto de política y rivalidad económica con China, es el futuro y es claro hacia dónde se dirigen nuestros principales socios, es un asunto de competitividad económica basada en el cambio climático y México puede bien aprovechar la oportunidad de participar o quedarse fuera y comenzar a vivir los costos que sin duda llegarán, quizá antes de lo que pensábamos”, dijo el experto. 

A la vez, las 36 empresas que representan el 40% de la inversión extranjera directa en México ya cuentan con compromisos específicos para descarbonizar sus operaciones en el 2050 o antes, entre ellas Shell, dijo su presidente y director general en México, Alberto de la Fuente, por lo que necesitarán que sus componentes vengan de plantas eléctricas que no generan bióxido de carbono y buscarán el mercado dónde conseguirlas. 

“Existe el riesgo de que estas empresas y otras que podrían llegar al país tengan que decidir si invertir en México o llevar su capital y empleos a otro país porque aquí no se les permite cumplir con sus reglas de emisiones de carbono y energía limpia”, dijo De la Fuente. 

Tania Ortiz Mena, directora general de IEnova, recordó entonces que México ya no es un exportador de petróleo, sino que depende de la exportación de sus manufacturas, con una ubicación muy privilegiada en términos comerciales al tener el TMEC con dos grandes economías que constituyen a la región como la segunda más dinámica del mundo, pero que requieren de energía limpia, segura y a precios asequibles. 

No se necesitan subsidios para desarrollar estas energías, se necesita estabilidad y certidumbre, marcos regulatorios e instituciones fuertes, que promuevan estructuras de mercado para que beneficien al consumidor final”, dijo la directiva. 

El otro privilegio que tiene México son los enormes recursos solares y eólicos, sobre todo en el Oeste del país donde además también llega el gas natural que se puede importar del país con los precios globales más bajos, como combustible de la transición, aseveró Rosanety Barrios Beltrán, analista del sector energético y ex directora de petrolíferos en la Secretaría de Energía 

“El fuerte apoyo del actual gobierno a las estatales y sus formas de consumo de combustibles fósiles, y su escepticismo a las renovables pueden ser un obstáculo, pero la transición es algo inevitable, el mundo apunta hacia esa dirección y necesitamos inversiones en transmisión y distribución eléctrica, y mayor conectividad con nuestros socios en Norteamérica, porque tenemos todo para subirnos al barco de la transición hacia una economía no sólo más limpia, sino más redituable con energía más barata”, dijo Benjamín Torres Barrón, socio líder del Grupo de Prácticas de Energía de Baker McKenzie. 

karol.garcia@eleconomista.mx

Karol García es reportera de Empresas y Negocios.

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