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Esta es la vida de las trabajadoras del hogar; urge reconocer, dignificar y formalizar su labor

Las personas trabajadoras del hogar están organizadas, conocen sus derechos y continúan luchando por ellos. La tarea de todos es contribuir a la formalización de estas tareas desde la dignificación y el reconocimiento. 

“Yo nunca firmé un papel ni recibí el dinero de diciembre, aunque sí he trabajado con personas buenas, casi siempre son indiferentes, es cumplir con lo que nos piden y ya, a veces ni se acuerdan de mi nombre, pero me pagan a tiempo. En una de las casas que trabajé hace unos años, la señora me dio un pollo y unos refrescos por Navidad, yo los recibí bien porque la verdad no conocía nada de los derechos y la comida siempre suma, pero ahora lo entiendo más”, dijo Carmen López, trabajadora del hogar y residente del municipio de Chimalhuacán en el Estado de México en entrevista con El Economista.

Norma Palacios, trabajadora del hogar y secretaria general colegiada del Sinactraho (Sindicato Nacional de Trabajadores del Hogar) asegura que son las propias experiencias las que te van marcando y te empujan a cuestionarte tu situación laboral.

“Yo tuve algunas experiencias, creo que mi primera relación laboral duró cinco años y al término sólo recibí una pequeña indemnización, que siempre me quedé con la duda si era lo justo. Después estuve batallando para conseguir trabajo y pasé por varios hogares en donde hubo situaciones que te dejan la duda de por qué el trato es como es. En una de ellas, me daban una taza diferente para tomar agua o lo que fuera y para la familia era otra vajilla, y era muy marcada la diferencia; era una taza de plástico, muy viejita, y hacían notar que era la que usaban las compañeras trabajadoras que estuvieron en esa casa antes que yo”, compartió Norma con esta casa editorial.

En el trabajo del hogar suceden múltiples violencias y abusos. Hay trabajadoras a las que les llaman una semana y tres meses no, no tienen un contrato, no les pagan a tiempo, no tienen ninguna prestación laboral, no tienen acceso a la salud en caso de enfermedad o embarazo, las despiden injustificadamente sin indemnizarlas, a veces son víctimas de abusos físicos y sexuales e incluso llegan a ser privadas de la libertad. “Es un trabajo bien pesado y a veces hasta peligroso, tanto para quienes viven en las casas como para las que trabajamos de entrada por salida”, dijo Carmen López.

En México cerca del 98% de las trabajadoras del hogar laboran en la informalidad y 9 de cada 10 son mujeres. Hay poco más de 2 millones de personas que se emplean en este sector. La mayoría ha experimentado algún tipo de agresión o violencia, no sólo en materia de derechos laborales, también en materia de derechos humanos.

“Recientemente escuchaba el audio de una de las compañeras y nos compartía que su –‘regalo de diciembre’ era una bolsa de azúcar y me acuerdo que a mí también me llegaron a dar una bolsa de azúcar y cada año era tener la sensación de que eso era lo más a lo que podías aspirar. Luego las vacaciones nunca es como que las escoge una, te descansan cuando la familia sale, a veces te las pagan y a veces sólo te dicen te vemos hasta tal fecha y por la necesidad de trabajo, regresas sin exigir nada”, dijo Norma Palacios.

No es raro que las familias empleadoras en México cambien las prestaciones y derechos de las trabajadoras del hogar por presentes; desde ropa usada, juguetes usados, una despensa o la comida que ya no quieren del refrigerador. “Yo me preguntaba cómo, en una casa que trabajé, no les parecía feo decirme que si algo ya no servía lo sacara a la basura o me lo quedara yo, pero creo que no lo pensaban porque pues no les importaba”, compartió Carmen.

Y aunque las realidades que viven las empleadas del hogar son complejas, la organización colectiva y su lucha las ha llevado a vencer batallas importantísimas, como la seguridad social vía afiliación al IMSS con los cinco seguros que cubre a todos los trabajadores.

El acceso a la vivienda está en la lista de pendientes. En México adquirir una propiedad es casi una imposibilidad para la mayoría de las familias y el Infonavit termina siendo una de las únicas opciones, cotizar para acceder a este beneficio laboral debería ser un derecho de todos y todas las trabajadoras del hogar.

Pero, como lo afirman Norma y Carmen, la lucha va más allá, porque para que la seguridad social, el acceso a la vivienda y otros derechos laborales sean una realidad, este sector debe salir de la informalidad, y sobre todo, “la manera de ver al trabajo del hogar” tiene que cambiar.

Las cifras muestran que hace falta todavía un impulso importante para hacer esta transformación. Sólo considerando el tema de la seguridad social se ha observado que los avances son constantes, pero todavía lejos de ser una realidad para quienes se emplean en el trabajo del hogar. Por ejemplo, en junio del 2019 –a inicios del programa piloto de afiliación de estos trabajadores al IMSS, se registraron 4,890 altas mientras que al corte de marzo del 2022 ya son 46,011 altas.

Esto implica un crecimiento importante, pero todavía el 98% de las personas trabajadoras del hogar está fuera de la seguridad social.

Adicionalmente, en materia de derechos humanos se siguen documentando casos de abusos de todo tipo en estas relaciones laborales, así lo asegura Norma Palacios, quien junto con sus compañeras de Sinactraho atienden decenas de solicitudes de asesoría y apoyo de trabajadoras del hogar alrededor del país.

“Ha habido avances, pero no es suficiente porque nosotras vemos que las compañeras que están inscritas a la seguridad social son pocas. Hay muy pocos contratos firmados, los salarios siguen siendo precarios, no se respetan las prestaciones, el acceso a la vivienda, y muchas situaciones donde las trabajadoras quedan muy vulnerables en todos sentidos”, comentó Norma Palacios.

¿Qué falta y cómo aceleramos?

“A mí fueron mis sobrinas las que me comentaron que había organizaciones que te asesoraban y eso fue lo que me hizo despertar, porque una vez que conoces los derechos y las opciones ya puedes exigirlas, aparte compartirlas con las personas que también trabajan en casas y así ganarnos un poquito más de lo que nos toca”, dijo Carmen López.

Las trabajadoras del hogar han avanzado en otra de sus grandes tareas: la organización colectiva. Desde el sindicato, “buscamos dotar a las compañeras de herramientas y de conocimientos, visibilizar y ganando espacios de representación en lugares fundamentales –como el Congreso, la Secretaría del Trabajo Federal o con los gobiernos de estados–, esto también nos ha dado la oportunidad de llevar la voz del movimiento. Y resaltar la importancia de cuando hablamos de dignificación y reconocimiento de derechos para nosotros como mujeres y trabajadoras del hogar”, aseguró la también secretaria colegiada del Sinactraho.

Y en este sentido es que debemos impulsar la formalización, siempre desde una perspectiva que revalorice estas actividades.

“Sí se puede logar la formalización, teniendo ambas partes –empleadores y trabajadores– la información, haciéndolo desde el reconocimiento de las realidades de esas dos partes y fomentando el diálogo desde la empatía. Nosotras a través de nuestro trabajo hacemos que sus vidas sean más accesibles y que puedan realizar otras actividades, lo que buscamos es la responsabilidad y reconocimiento que corresponden desde la otra parte”, agregó Norma Palacios. 

Existe una deuda histórica con este sector de la población, que es fundamentalmente femenino, en materia laboral, social y económica, y es urgente saldarla. Erradicar cualquier perspectiva racista, clasista y misógina sobre el trabajo del hogar es fundamental para contribuir a la lucha de más de 2 millones de personas que se emplean en este sector que continúa organizándose para asegurar sus derechos básicos laborales y profesionalizar sus labores.

Si eres una persona trabajadora del hogar o das empleo a alguna persona en tu hogar y tienes dudas sobre el proceso de afiliación al IMSS, prestaciones, cálculo de salarios, despidos o algún otro tipo de situación puedes contactar con el Sinactraho aquí o en su sitio oficial.

ana.garcia@eleconomista.mx

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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