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Suplemento especial. Energías renovables: Ímpetu que no se detiene

El ímpetu de las fuentes de energía limpia (eólica, geotérmica, fotovoltaica hidroeléctrica e incluso nuclear) es ineludible y el potencial de México en esta área es ajeno a los ciclos políticos.

La urgencia de tener una matriz energética con una mayor presencia de fuentes limpias no conoce fronteras y mucho menos de ideologías y sistemas políticos. Ya sea en regímenes de izquierda o de derecha, populistas o liberales, la promoción de fuentes no emisoras de gases del efecto invernadero es imperativa por economía, por respeto al medio ambiente y por principios elementales de sustentabilidad.

México, que el año pasado tuvo una transición de gobierno histórica con la asunción del poder de una facción política que nunca había tenido acceso a él, no es la excepción. Las nuevas autoridades han anunciado que el suyo no es un cambio de gobierno, sino un cambio de régimen, lo que tiene interpretaciones más o menos claras cuando se trata de temas como el combate a la corrupción o un impulso vigoroso de la política social.

Sin embargo, cuando hay que decodificar el mismo mensaje en terrenos más técnicos como las políticas de cuidado al medio ambiente o de transición energética, las señales son más difusas. ¿Cómo debe entenderse en el sector energético y, en particular, en el rubro de energías limpias, una Cuarta Transformación como la que dice enarbolar el actual gobierno federal?

Si nos atenemos a las mayores apuestas declaradas por la autoridad en el ramo: la construcción de una nueva refinería para reequilibrar la balanza comercial del sector petrolero —como si se tratara de un fin en sí mismo—, y el rescate financiero de una Pemex con una visión cerrada de los negocios petroleros (sin asociaciones con privados, sin interés en los recursos shale ni en las aguas profundas), las señales no son alentadoras.

El panorama se ensombrece más si repasamos las avenidas que, de momento, el gobierno ha cerrado sin anunciar vías alternas para desahogar el incipiente tránsito de actores interesados en participar en la transición energética del país. La cancelación de las subastas eléctricas y de las licitaciones de sendos proyectos de líneas de transmisión eléctrica —el que interconectaría a Baja California y el de corriente directa para unir el Istmo con el centro del país— son los ejemplos claros.

Pero, como dijimos, el ímpetu de las fuentes de energía limpia (eólica, geotérmica, fotovoltaica hidroeléctrica e incluso nuclear) es ineludible y el potencial de México en esta área es ajeno a los ciclos políticos. Una semilla pujante fue sembrada en este terreno con la reforma energética del 2013-2014 y afortunadamente, floreció un interés entre sociedad, academia y empresarios por impulsar fuertemente la transición. ¿El desafío? Contribuir a clarificar la agenda sectorial de la 4T. Entre todo, señales positivas comienzan a dibujarse. Veremos.

Los contenidos del suplemento Energía, del viernes 27 de septiembre de 2019:

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