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Geopolítica

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Los cuatro sectores claves de Argentina con los que Alberto Fernández rompió filas

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, se muestra cada vez más aislado de los problemas de la ciudadanía. Los efectos de la marcha en Plaza de Mayo y el plan de segmentación de tarifas.

Foto: Reuters

Foto: Reuters

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, tiene un poder de autodestrucción cada vez más prolífico. En la última semana el Presidente se encargó de dinamitar los escasos canales de diálogo y sustento de apoyo político que tenía con, al menos, cuatro sectores sociales clave en la Argentina: la CGT, los movimientos sociales, los gobernadores del PJ y la clase media.

La masiva y variopinta marcha de gremios y piqueteros a Plaza de Mayo desnudó una ausencia de estrategia política del Gobierno para contener algunos de los sectores de base que hasta hace poco tiempo apoyaban al Presidente sin objeción alguna.

"Los tiempos de pato rengo se aceleraron y la debilidad de Alberto cada vez está más expuesta", graficó ante El Cronista un funcionario del Gobierno que se considera un albertista de la primera hora pero no por ello deja de admitir una cuota relevante de autocrítica.

Este esquema de debilidad presidencial se acrecentó en los últimos días y se cristalizó en la marcha de Plaza de Mayo. La ruptura de Alberto Fernández con distintos sectores sociales aparece ahora como irreversible y se traduce en el siguiente escenario:

1. Los gremios

El duro mensaje de Pablo Moyano pidiendo al Presidente que "ponga todo lo que tiene que poner" reflejó un vínculo roto entre el Presidente y la CGT. El Gobierno sólo encuentra el canal de Héctor Daer por el lado de Alberto Fernández y de Facundo Moyano en su alianza con Massa para contener a los grandes gremios. Pero la línea de comprensión es cada vez más delgada.

Los niveles de fragmentación en la CGT son variados: los más duros como Moyano o Walter Correa comulgan con Cristina Kirchner, Máximo y Axel Kicillof. Los más moderados como Facundo Moyano o Andrés Rodríguez se aliaron con Massa. Pero con Alberto Fernández ya casi no hay interlocutores.

La CGT es un planeta fragmentado donde no reconoce liderazgo alguno en el Presidente y se vienen reclamos duros a partir del lunes en el Consejo del Salario Mínimo, un bono especial y el reclamo de reapertura de paritarias. El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, ni siquiera es considerado un interlocutor válido por los gremios. 

Es cierto que la CGT no piensa hoy en nuevas medidas de fuerza y mucho menos en un paro nacional. Pero el nivel de ruptura con el Presidente es irreversible y cada vez más profundo. Expone la antítesis de la histórica receta peronista: es decir, la falta de apego de un jefe de Estado en el ala gremial, tal como Perón fundamentó su poder.

2. Movimientos sociales 

El Gobierno intentó minimizar el impacto de la marcha en Plaza de Mayo y mandó a sus piqueteros-funcionarios para amortiguar el golpe de efecto. 

Estaban en la protesta light de los movimientos sociales alineados al Gobierno referentes como Emilio Pérsico o Gildo Onorato del Movimiento Evita. Son los últimos bastiones del piqueterismo que le quedan al Presidente. 

La Casa Rosada ya rompió filas con la mayor parte de los movimientos sociales. Onorato dijo a El Cronista que "la marcha en Plaza de Mayo no cambió en nada la mirada de apoyo que hay hacia el Gobierno". Añadió que sostendrán la "agenda propositiva" de impulsar el monotributo productivo, el crédito no bancario para las cooperativas y la inversión en la economía popular. 

La Cámpora mira de reojo y con visión crítica de Alberto Fernández. Lo mismo ocurre con movimientos como la UTEP de Grabois que están cada vez más distanciados del Presidente.

A la vez, están los más duros que profundizaron su enfrentamiento al Gobierno. Son las organizaciones sociales nucleadas en el Bloque Piquetero Nacional, el Polo Obrero, Izquierda Unida y el MST que amenazan con un acampe mañana frente al Ministerio de Trabajo para reclamar por más planes sociales, trabajo digno y cuestionamientos a la auditoría a los programas sociales que inició Massa. 

El superministro de Economía avanza con la auditoría a cargo de universidades nacionales que anunció el Ministerio de Desarrollo Social. Buscan controlar los 1.300.000 planes sociales del Potenciar Trabajo con un cruce de datos con la ANSES. Esto irrita a los movimientos sociales críticos al Gobierno y tensó aún más la delgada cuerda de desbande social en las calles. 

La puja entre movimientos sociales críticos versus aliados al Gobierno es cada vez más intensa y se trasladó a los barrios del conurbano con duros enfrentamientos por el control de la calle.

3. Los gobernadores

Alberto Fernández ya no cuenta con el manto de protección de la Liga de Gobernadores del PJ. Este núcleo de mandatarios provinciales decidió soltarle la mano al Presidente hace varias semanas cuando reclamaron desde el Consejo Federal de Inversiones la llegada de Massa al Gobierno. 

El viernes se cristalizó este alejamiento del club de gobernadores del PJ de Alberto Fernández. Una docena de mandatarios peronistas emitió desde el despacho de Axel Kicillof un duro documento dirigido al Gobierno reclamando por la inflación y el mantenimiento de la obra pública. Luego el gobernador bonaerense relativizó el tono de la letra.

Estos mandatarios le pidieron "más esfuerzos" al Presidente para combatir la inflación. Una dialéctica similar a la de Pablo Moyano ("ponga todo lo que tiene que poner"). No es la primera ni será la última vez que los mandatarios del PJ se enfrentan al jefe de Estado. 

Los gobernadores prefieren hablar con el superministro Massa para garantizarse obra pública en el año electoral que se avecina. También cerraron filas con el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, quien en los últimos tiempos potenció sus recorridas por las provincias y mantiene un aceitado diálogo con los gobernadores del PJ. 

El ministro del Interior es un aliado de Cristina Kirchner pero también una caja de pandora que puede acarrear sorpresas para el 2023, evalúan varios gobernadores del PJ. 

En cualquier caso, la alianza de los mandatarios peronistas con Alberto Fernández está quebrada. No hay chances de que lo acompañen en algún proyecto reeleccionista si lo hubiera.

4. La clase media

El esquema de segmentación de tarifas que impuso Alberto Fernández derribó por completo la frágil alianza que existía entre el Presidente y la clase media. El "cambio de paradigma sobre el ahorro energético" que propuso Massa apunta, como dijo la secretaria de Energía, Flavia Royón, a un "sistema de subsidios mucho más justo, con un criterio federal, donde los subsidios los reciban quienes realmente los necesitan".

El Gobierno evalúa que en 2019 se destinaba un 5,4% del sueldo al pago de energía y hoy se destina un 2,5%. Pero con inflación mediante y salarios retrasados, la ecuación de ajuste de tarifas impactará directamente en la clase media.

La portavoz oficial, Gabriela Cerruti, intentó minimizar los daños colaterales de la segmentación: dijo que "no hay razones" para que el tarifazo impacte sobre el precio de alimentos. "En muchos casos las tarifas estaban atrasadas y las grandes industrias no recibieron subsidios con lo cual entendemos que no va a pasar a costos", dijo con optimismo la voz de Alberto Fernández en palabras de Cerruti.

No piensan lo mismo los millones ciudadanos de clase media que necesitan de unos 173.000 pesos para vivir por mes en una familia tipo, según los datos oficiales de la Ciudad de Buenos Aires.

La última encuesta de Taquión reveló que 3 de cada 10 argentinos está preocupado por la pérdida del poder de compra de su salario. El 55% de los argentinos compra alimentos por día o "cuando tiene plata" en el bolsillo, según el mismo sondeo. Es decir, seis de cada 10 argentinos organiza sus compras diariamente según lo que va necesitando o cuando tiene plata para comprar. 

Esta situación se agravará sin dudas con el ajuste tarifario que anunció el Gobierno. La base social escasa de clase media que apoyaba a Alberto Fernández prácticamente se diluye con estas nuevas medidas. Allí están votantes del Frente de Todos y de la vereda del medio. No es un tema menor para un oficialismo que preveía en la clase media cierto sustento político de cara a las elecciones del año que viene.

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