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Tendencias globales en la producción industrial de América Latina
El análisis de las tendencias globales en el caso de América Latina, se concretan con la fase inicial del neoliberalismo en la década de los ochenta, permitiendo desarrollar un proyecto industrial definido por la des localización productiva.
El estudio de la producción industrial en el siglo XXI se vincula intrínsecamente al análisis y proceso que la globalización ha desempeñado a lo largo de la historia, en un espacio económico, político y social desde un carácter multidimensional y asimétrico.
Al hablar de cuestiones y tendencias globales, es preciso partir de una base histórica que enlaza el sentido de los procesos económicos,los cuales se han construido en función de un modelo específico e imperante en la estructura productiva mundial, la cual se manifiesta de manera generalizada desde mediados del siglo XX hasta la actualidad.
En el análisis de la globalización, en cuanto a sus etapas y periodizaciones, se esclarece una aproximación que la define como una serie de elementos que han consolidado las relaciones del capitalismo, como un modo de producción de origen histórico y de alcance mundial.
José Antonio Ocampo,ex-Director Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, ha manifestado en diversas publicaciones, que la expansión del capitalismo ha sido el único sistema económico de alcances verdaderamente globales, aunque incompletos y con resultados diferenciados.
A medida en que se fueron integrando las economías en la segunda mitad del XX, los capitales transnacionales generaron un cambio en la estructura política mundial.
La globalización enfrenta un momento de enorme trascendencia en la década de los setenta.
Crisis de sobreproducción
La esfera industrial de Estados Unidos vería en el desarrollo industrial de Japón y Alemania, la gestación de una nueva problemática dada la falta de nuevos espacios para abastecer su producción.
La desaceleración productiva que estaba socavando a la economía norteamericana, fue una causa explicativa que re plantearía una búsqueda en activar las tasas de ganancia que se encontraban en una continua desaceleración.
Por tanto el propio modelo de industrialización tradicional(fordista), el cual definió la estructura productiva occidental a lo largo del siglo XX, llegaba a sus límites.
Los espacios de mercado quedaban plenamente ocupados por una parte, mientras que la mejora productiva y el incremento en el grado de tecnificación de la fuerza laboral demandaba mejores condiciones salariales.
Ambos elementos mitigaban las condiciones de la tasa de acumulación para los industriales norteamericanos.
Por tanto la emergencia de una nueva estrategia se dirigió en abordar, por una parte, el eje de los costos productivos y en crear nuevos focos de inversión.
La dirección de los flujos de inversión estaban sustentados en aprovechar los costos laborales de los países periféricos dependientes de tecnología y de un aparato institucional de Estado estructuralmente vulnerable.
La fragmentación productiva
El economista Carlos Rodríguez menciona que "...el llamado toyotismo o producción flexible, dio respuesta a los problemas que habían surgido en la crisis fordista.
Era capaz de producir grandes volúmenes y a la vez generar una producción diferenciada, además, podía adaptarse eficazmente a los cambios de la demanda.
Se abandonaron entonces relaciones de automatización rígida, especialización del trabajo en torno a la cadena de montaje, para tomar como estandarte la automatización flexible y reprogramable, haciéndose posible el fraccionamiento de los procesos productivos que posibilitaba la relocalización parcial de parte de los mismos.
Esto último se habría de expresar en una nueva división in-ternacional del trabajo que habría de ligarse a la aglomeración, es decir, a la concentración de las actividades productivas en ciertas regiones .
El toyotismo como nueva forma productiva, se concretó en una suerte sistemática, que los países industrializados, coordinaron, indirecta y directamente con las grandes empresas transnacionales.
Una nueva etapa del ciclo del capital quedaría concretada con el proyecto del neoliberalismo económico, definido por la implementación de una estructura productiva con alto componente tecnológico, que así mismo demandaría menor trabajo asalariado en una primera instancia aparente.
La producción industiral dejarían de realizarse en un solo país, en donde nuevas sinergias dirigidas por una política que solicitaba como condición necesaria una mayor flexibilidad laboral, el libre flujo de capitales y una desregulación financiera que permitiera a las inversiones extranjeras localizarse en los mercados periféricos.
Cabe resaltar, que gran parte de la teoría económica ortodoxa de la década de los ochenta, apostaba en que la liberalización de los mercados conduciría a un rápido éxito económico y , así mismo se reducirían los graves niveles de desempleo que atenuaban a las economías.
De la crisis de la deuda latinoamericana al cambio de paradgima económico
En 1982 el gobierno mexicano declara abiertamente su incapacidad para cumplir con el pago oportuno de los intereses de la deuda, posteriormente otras 7 economías latinoamericanas se declararían en la misma circunstancia.
¿Qué significó la crisis de la deuda para América Latina?
Pierra Salama, catedrático de la Universidad de Paris XIII, menciona que:
La especulación sin freno, el endeudamiento masivo, la dificultad para recurrir de nuevo a los mercados financieros internacionales a pesar de la garantía masiva otorgada por el FMI y varios países desarrollados, las caídas del peso mexicano y de la actividad económica, el repunte de la inflación y el descenso del nivel de vida de los más pobres, son el tipo de fenómenos que dan lugar a un cambio radical en las estrategias económicas.
Podemos analizar que si bien el momento más álgido de la crisis del pago de intereses de la deuda se vio con la paralización de los flujos de préstamo financiero dado que varios países latinoamericanos se declararon en bancarrota en término oportuno de pago de los intereses de la deuda externa con las instituciones financieras internacionales y privadas , posteriormente esta situación permitió que las renegociaciones de la deuda , concretadas en el Plan Brady , lograran fomentar ciertas medidas de ajuste estructural promovidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que permitirían estructurar un aparato productivo global y sistematizado en la desregularización y libre movilidad de inversiones en los mercados periféricos (especialmente en América Latina la década del ajuste de primera y segunda generación conformarían el inicio del neoliberalismo económico).
Dichas medidas que en 1990 se concretaron en el Consenso de Washington legitimarían el nuevo proyecto neoliberal en los mercados periféricos.
La intervención del Estado, la cual es un instrumento dinámico en la construcción de todo proyecto de desarrollo económico, paulatinamente fue perdiendo eficacia e intervención ante los flujos comerciales.
Así mismo la política económica de las naciones periféricas eliminaron de su agenda de acción las herramientas económicas de carácter anti cíclico que, paradójicamente serían necesarias ante un panorama de amplia vulnerabilidad en términos de entrada y salida de flujo de capitales a través de las tasas de interés.
Frente a este nuevo panorama Salama describe que la reducción de los gastos del sector público, consecuencia de las políticas de ajuste a principio de los ochenta, acentuó su ineficacia para encarar una situación de crisis provocada en gran parte por el tratamiento de la deuda externa y destacó el carácter parasitario de algunas actividades.
El recorte del gasto se orientó más sobre los servicios estatales que sobre el personal de esas entidades.
La caída de los gastos sociales profundizaron las desigualdades en el ingreso y la pobreza
Podemos decir que del servicio de la deuda adquiere un problema macroeconómico estructural que manifestaba altas tasas inflacionarias, que obligó a las economías deudoras latinoamericanas a generar un ahorro forzoso frente al servicio de la deuda y hacia una tendencia creciente a la financiarización.
Es importante mencionar que los procesos de financairización que vivió América Latina permitió conformar un nuevo sistema de producción basado en la flexibilidad creciente de los salarios y el nivel de empleo, así como una libre movilidad de capitales ajenos a los requerimientos en términos de desarrollo internos de las regiones donde estos operan.
El análisis de las tendencias globales y su interrelación con el caso de América Latina se concretan con la fase del neoliberalismo y los sistemas productivos definidos por la des localización como una la consecuencia de la crisis de la deuda, que permitió gestionar el tipo de políticas económicas que operarían en la región a lo largo de la década de los años noventa y años posteriores.
sebastian.irigoyen@eleconomista.com.mx