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Opinión

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Analgésicos 101

COX-1, una de las enzimas causantes del dolor. Foto: Shutterstock

COX-1, una de las enzimas causantes del dolor. Foto: Shutterstock

A pesar de las obvias razones en contra, es difícil disputar la importancia del dolor como mecanismo para preservar nuestra salud y nuestra vida. El dolor es la respuesta de nuestro cuerpo a situaciones que nos causan daño físico o que el cuerpo interpreta como tales, y nos obliga a generar respuestas como los reflejos, el estrés, irritabilidad, etc. que nos ayudan a ponernos a salvo del peligro o poner en marcha mecanismos de analgesia endógenos (tu propio cuerpo suprimiendo el dolor). Si no sintieras dolor sería imperceptible romperte un hueso o provocar un corte profundo y desangrarte hasta morir. Pero el dolor es una cosa muy poco placentera, al menos para la gran mayoría de humanos, por lo que desde los inicios de la Historia hemos creado un amplia demanda para sustancias que alivien el dolor.

Hace ya 4,000 años los antiguos sumerios consumían corteza de sauce como método para calmar el dolor y la fiebre, los egipcios que construyeron las pirámides masticaban hojas de mirto para sus músculos cansados y los mexicas utilizaban el copal y el peyote (entre muchísimas otras sustancias) como remedios. Hoy tenemos muchas y muy variadas drogas que hacen mucho más llevadero el tratamiento de heridas o enfermedades o procedimientos invasivos; como ya conocemos el mecanismo detrás del dolor, veamos cómo funcionan sus antagonistas, los analgésicos. 

Cuando las  terminaciones nerviosas de tu mano detectan el calor de una sartén, por ejemplo, sólo sienten una cierta calidez; pero pronto la temperatura aumenta lo suficiente para cruzar el umbral de los nociceptores, y entonces ¡Auch! y a ver si quitas el dedo que te estás quemando. Ahora, si te das con un martillo en el dedo, tu cuerpo empezará a mandar ciertos compuestos químicos a tu dedo amoratado, los cuales bajan aún más el umbral de nocicepción de la zona, lo que provoca que un simple roce en el dedo te duela más que el primer martillazo. Estas sustancias son el origen del dolor, y es ahí donde los científicos se enfocan para encontrar la cura.

Por ejemplo, el ácido araquidónico es una de las principales sustancias que las células dañadas liberan, lo que a su vez provoca la síntesis y liberación de prostaglandinas y tromboxanos (causantes de la inflamación, el dolor y de bajar aún más tu umbral del dolor) gracias a su interacción con las enzimas COX-1 y COX-2. Así, si logramos evitar el contacto entre el ácido araquidónico y las COX podemos evitar la producción de sustancias que causan el dolor, y es justo así como funcionan dos de los principales analgésicos modernos: la aspirina y el ibuprofeno. Hoy nos limitaremos a estos dos y sus parientes, los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y dejaremos para después los derivados del opio, con un mecanismo bastante diferente y una potencia órdenes de magnitud superior.

Los AINEs bloquean el dolor al bloquear en COX1 y COX-2 los receptores del ácido araquidónico, pero dado que son incapaces de localizar la lesión tisular, simplemente se dedican a bloquear todas esas molestas enzimas COX, impidiendo así que hagan sonar la alarma; es decir, no saben dónde se está generando el dolor, así que lo bloquean en todas partes. La aspirina es un compuesto derivado de la salicina, la sustancia presente en la corteza de sauce que consumían los asirios hace miles de años. El ácido salicílico, subproducto de la digestión de la salicina, es particularmente eficaz a la hora de bloquear los receptores enzimáticos en COX-1 y COX-2, y la principal diferencia con el ibuprofeno es la manera en que bloquean los receptores, y por cuánto tiempo; mientras mayor tiempo permanezcan bloqueados, menos ácido araquidónico entra en contacto con las enzimas, y menos dolor sentirás en el dedo. El ibuprofeno es más fácilmente expulsado de los receptores que la aspirina, por ejemplo, lo que reduce su efecto analgésico.

Los AINEs han sido grandes aliados en la mejora de la calidad de vida de los humanos de todo el planeta. La facilidad de ir a la tienda de la esquina y adquirir dos pastillitas blancas que eliminarán el dolor de cabeza que nos impide trabajar nos brinda tranquilidad, pero saber que mucho más allá de eso hay medicamentos que pueden aliviar prácticamente cualquier dolencia, aunque con mecanismos muy distintos, es un verdadero alivio.

Es ingeniero en Sistemas Computacionales. Sus áreas de conocimiento son tecnologías, ciencia y medio ambiente.

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