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Aviación y Covid-19
En una entrevista otorgada hace unas semanas, el capitán Luis García, fundador de ABP Safety, explicaba la importancia de hacer frente a la pandemia en el rubro de aviación, tomando en cuenta lo estresante que puede ser para un tripulante la situación general, tanto relacionada con su salud, la de sus familiares, la del resto de la tripulación y la de los pasajeros, como la incertidumbre económica que se ha generado a partir de la cuarentena.
Estos nuevos riesgos que deben analizarse ya están incidiendo en la seguridad operacional. Recientemente, por ejemplo, se dio a conocer la grabación de voz captada durante el accidente de Pakistán Airlines, ocurrido el 22 de mayo pasado. En esta grabación se detecta la preocupación de los pilotos por un problema de salud de un familiar, relacionado con Covid-19. Esta preocupación desvió la atención hacia los procedimientos que debería haber cumplido la tripulación en la aproximación final.
El tema de los factores humanos en la seguridad operacional es, con frecuencia, desestimado por muchos actores de la industria. Pero no hay nada más cierto que este es, precisamente, el eslabón que debe cuidarse con más celo justamente porque el piloto no es una máquina, sino un ser humano que aun cuando sea disciplinado y con mente ágil, está sujeto a los vaivenes de la vida real: tiene preocupaciones y es falible.
Es por ello que la Iniciativa Europea de Apoyo a Pares Piloto (EPPSI), que cuenta entre sus creadores a fundaciones relacionadas con la salud, la psicología y el estudio de los accidentes, es una de las nuevas propuestas que debería ser integrada como parte de las acciones a nivel mundial para salir de la crisis de la pandemia.
Es evidente que, en este momento, es fundamental atender el problema financiero de las aerolíneas. Sin aerolíneas no hay aeropuertos, no hay una gran cantidad de turistas (sobre todo los que traen divisas), no hay mercancías suficientes y no hay conectividad. Ese es el problema número uno. Pero el problema de la incertidumbre y su efecto en el factor humano, va atado a éste.
Algunas aerolíneas han optado por mandar mensajes reconfortantes al público y de paso a sus trabajadores, y es comprensible, pero no es creíble. Nadie puede creer que no habrá despidos y que los salarios se mantendrán tal como estaban. Basta ver cómo están todas las aerolíneas del mundo, incluso aquellas que suelen exhibir más fortaleza financiera y operativa, para saber que nadie saldrá indemne y que incluso, muchas van a desaparecer.
Pues bien, la Iniciativa en cuestión contempla el apoyo para los tripulantes, sus familias e incluso las empresas en sus áreas de recursos humanos, para dar soporte psicológico, de cuidado de la salud e incluso estrategias de acuerdos salariales y contractuales que permitan a los pilotos y sobrecargos (y esto puede hacerse extensivo a otros gremios, como Controladores de Tránsito Aéreo y empleados de aeropuertos, entre otros) para que se pueda enfrentar mejor el futuro.
Y no es broma: por más que se pretenda eludir el problema, éste seguirá ahí y es indispensable que los líderes de la industria lo encaren con realismo y con creatividad: vamos a necesitar mucha fuerza y solidaridad para volver a echar a andar a nuestra aviación. Urge.