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Barcelona en reconciliación catalana
¿“Más que un club”? El FC Barcelona, precisamente, representa más que solo una entidad deportiva. Los blaugranas también patean el balón sobre la cancha política, social y económica, hasta intentarlo en colores catalanes. Todo esto ha tenido un peso que trasciende a nivel internacional.
Fue en 1898 cuando el suizo Hans Gamper llegó a Barcelona por motivos profesionales. Un año después, junto a otros suizos y catalanes, impulsó la creación de una asociación deportiva que, en una primera instancia, utilizó el escudo de la ciudad como un compromiso abierto con la catalanidad. Desde aquel año hasta ahora la historia de la entidad blaugrana se ha relacionado -directa e indirectamente- con momentos políticos que han marcado a España: las dictaduras de Primo de Rivera (1923 a 1930) y de Francisco Franco (1939 a 1975), así como la Guerra Civil Española (1936 a 1939) e incluso los intentos de Cataluña por independizarse de España.
En 1919, el club apoyó las demandas de Cataluña de un "estatuto de autonomía". En los años 20, durante las protestas nacionalistas contra el General Primo de Rivera, se ondearon banderas blaugranas del equipo. Y a finales de los años 60, cuando inició el declive de la dictadura del General Francisco Franco, la señera -bandera catalana- y lengua catalana, ambas prohibidas, comenzaron a aparecer nuevamente en el estadio Camp Nou.
Precisamente bajo los colores amarillo y rojo de la señera es que el Barcelona ha dado muestras abiertas de un posicionamiento ideológico. Los partidarios de la independencia establecen que Cataluña tiene su propia lengua y cultura, le conciben como una “nación”, por lo que se les debería permitir erigirse como un Estado: el derecho a decidir. Mientras que otras regiones ibéricas, entre ellas Madrid, consideran ilegal tal acción.
Por supuesto que los nombres de futbolistas también entran en conversación cuando se trata de esto. Tan solo pensar en Pep Guardiola, Xaxi Hernández, Carles Puyol y, por supuesto, Gerard Piqué, quienes apoyan abiertamente la posibilidad de votar para que Cataluña pudiera independizarse de España. En su momento el ex zaguero blaugrana, Oleguer Presas, pidió al entonces DT de la Selección Española, Luis Aragonés, no convocarlo, pues no sentía los colores del representativo.
El simbolismo del Barcelona orbita no solo en su filosofía de “generar” sus propios futbolistas en La Masía, así como el hecho de, abiertamente, hablar en catalán en conferencias de prensa, incluso en el campo durante un partido; sino también en su valor en el mercado (810 millones de euros) y claro, la cosecha de éxitos deportivos materializados en trofeos.
El Barça, desde hace tiempo, es un símbolo del nacionalismo que los catalanes apoyan como un sustituto emocional del Estado que no tienen, lo que permite explicar las pasiones que despierta. El FC Barcelona es una entidad viva y, de un modo u otro, siempre ha jugado otro partido: político. “Más que un club”.
“Los que creen que el deporte no tiene nada que ver con la política, o no saben nada de deporte o no saben de política”. (Gerardo Caetano Hargain).
El autor es: Ricardo Olín García, académico en la FES Aragón UNAM y Editor en Apuntes de Rabona @ricardo_olin