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Cómo quitar de en medio a Biden
El gran problema que los estadounidenses tienen con Joe Biden no es que sea olvidadizo, ni tampoco que ya muestra los estragos de la edad.
El problema con Joe Biden es que cada día… ¡luce más débil!
Para los estadounidenses un viejito afable y olvidadizo ya no es una figura “presidenciable”. ”Presidential” le dicen aquí. Esa falta de imagen de gigante les causa más comezón que la hiedra.
A los estadounidenses les gusta que sus líderes sean fuertes, enérgicos, y llenos de salud y vitalidad. Joe Biden con todo el inmenso poder que tiene en las manos, lo único que no puede cambiar es su edad, ni sus achaques.
Esta semana, los hombres y mujeres cercanos al presidente han salido en hordas a defender a su presidente. Todos dan ejemplos de su agudeza mental, de su experiencia, y de cómo Joe Biden ha sabido gobernar y ha tenido logros únicos en tres años. Pero, para la Casa Blanca, el problema no es explicar lo que ha sido la administración de Biden hasta ahora. El problema es convencer a la gente de que en los próximos 5 años su jefe ejecutivo no se va a equivocar.
Francamente, Estados Unidos tiene muy pocos amigos sinceros. Un presidente decrépito y débil no le da miedo a nadie, pero sí es un riesgo para la seguridad nacional. Lo cómico, es que, si usted lo piensa, lo que debería darles miedo es la alternativa de un presidente fanfarrón, irritable, impulsivo e imprevisible.
Kamala; de ser el gran acierto, hoy es el gran estorbo
Joe Biden debe estar viviendo días y noches de pesadilla. Su gran acierto hace cuatro años fue nominar a Kamala Harris como su vicepresidenta. El candidato Biden lo hizo para atraer el voto de las mujeres especialmente de las afroamericanas, pero hoy esa misma acción se convirtió ya en su peor obstáculo.
Cómo cree usted que luciría ante un electorado demócrata que todos los días pelea desde su posición individual para quitar las injusticias que históricamente le han arrebatado a las mujeres la oportunidad de avanzar, especialmente a las mujeres no blancas.
Imagínese que ahora el hombre blanco que les prometió defenderlas y crear oportunidades para ellas, simplemente hoy, y ya con el poder en las manos, se da la vuelta, ignorándolas y pasando por sobre una mujer de color y poniendo ese poder en manos de otro hombre blanco.
Tenemos que ser muy claros aquí. La vicepresidenta es la heredera natural a la presidencia, a ella le corresponde heredar la presidencia de Biden. ¿Como la hace usted a un lado?
Francamente, cómo le explica usted al país que ella no puede ser la heredera porque ha demostrado ser una incompetente.
La bruta realidad es que diariamente en Estados Unidos cientos de miles de mujeres son hechas a un lado en los ascensos en sus empleos. El pretexto que escuchan cuando son opacadas por hombres es que simplemente “no dio el ancho en su trabajo”.
¿Es cierto que Kamala Harris es una incompetente; o podría ser que la presidencia nunca le dio los instrumentos para que ella brillara? Y aun si alguien más, y no Biden, la acusara de incompetencia ¿qué haría el presidente?
¿Se quedaría callado y no la defendería? Bueno ese sería un suicidio político histórico. Un demócrata que por conveniencia política renuncia a los principios demócratas.
¿Se da cuenta del broncón que tiene Biden?
¿Como duerme?, o ¿no duerme? No sé.
El paso de la muerte
Por si fuera poco, Joe Biden sabe perfectamente que la gente quiere que se haga a un lado.
Tradicionalmente, en la política estadounidense cuando un presidente decide ser candidato para un segundo término todos los demás en su partido se abstienen de retarlo; y cuando lo han hecho los resultados han sido desastrosos para el retador.
Ahora, ya en medio de las elecciones primarias, cambiar de caballo en plena carrera puede hundir al Partido Demócrata y con él se hundiría la mitad del país. Es igual de arriesgado que la suerte del paso de la muerte de la fiesta charra. Los estrategas la llaman “Misión Suicida”.
En Estados Unidos cada estado es libre de manejar sus elecciones con sus reglamentos y sus leyes individuales. Para aparecer en las boletas de votación de las primarias en cada estado, los candidatos deben presentar documentación junto con el pago de tarifas muy cuantiosas y respaldadas con cientos o incluso miles de firmas de votantes.
Las fechas límite para esas presentaciones ya se vencieron en la mayoría de los estados. Incluso, si un candidato entrara a la carrera mañana, no podría aparecer en la boleta en suficientes lugares para que fuera matemáticamente posible ganar una mayoría de delegados en la Convención Nacional Demócrata.
Los cinco bateadores emergentes
Aquí mismo, en esta misma columna hace unos meses, yo le presenté a cinco gobernadores demócratas que desde el año pasado se han estado preparando para ser bateadores emergentes en caso de que Biden no pueda… o no deba continuar.
Los tres punteros son, el gobernador Gavin Newsom de California, la gobernadora Gretchen Whitmer de Michigan y el gobernador J.B. Pritzker de Illinois. Los tres establecieron ya comités de Acción Política para con ellos recoger dinero para una eventual entrada a la carrera presidencial.
Dos más, Josh Shapiro, de Pensilvania, y Phil Murphy, de Nueva Jersey, tienen equipos trabajando para ser bateadores emergentes en caso de ser llamados para eso… para una emergencia.
La única posibilidad de cambio está en la convención nacional demócrata
Joe Biden no puede, ni debe retirarse aún.
Si se retirara temprano en la temporada de primarias, habría una hecatombe. No solo no hay quien iguale los millones de dólares que Biden ha recogido, sino que tendría que surgir un sustituto totalmente creíble, capaz de heredar el aparato político que hoy tiene el presidente. Por eso y por varias otras razones, Biden necesita continuar como candidato hasta que las primarias terminen, en junio.
Como no es conveniente para los demócratas que Biden se retire sin terminar y ganar las primarias, la única solución que queda estaría en la Convención Nacional Demócrata, a celebrarse en agosto en Chicago, porque el presidente, ahí sí, tendría que renunciar a la candidatura.
Pero antes de que eso ocurra los presidentes estatales del partido demócrata, los delegados elegidos en cada estado y los delegados con voto de calidad tendrían que haber acordado ya quién sustituirá a Biden y quién sustituirá a Kamala Harris.
Evidentemente, tanto Biden como Harris tendrían que estar de acuerdo en sacrificarse renunciando a la campaña por el bien de su partido y del país.
Ese proceso debería estar iniciándose ya. Porque nadie puede contar con que a los cinco bateadores emergentes que le he presentado simplemente se van a hacer a un lado cuando la gente del partido escoja al más guapo, o a la más guapa.
El riesgo de una guerra interna demócrata iniciada por cada uno de ellos para prevalecer es muy real. Es más, los demócratas esperarían que la nominación no sea un regalo, sino una victoria estratégica.
Ahora complique usted aún más esto cuando surja gente del congreso con la muy “guapachosa idea” de que esta es, también, la gran oportunidad de su vida y que ellos también quieren ser los candidatos a la presidencia y vicepresidencia.
Si Biden manejara esto desde ahora, evitaría lo anterior y podría ser el héroe de esta elección.
Además, no pierda usted de vista la idea de que la enorme fuerza impulsora de los demócratas es el miedo a otra presidencia de Donald Trump.
Hoy, a mitad de febrero no hay otra solución fuera de un arreglo previamente acordado y llevado a la convención. Impulsar a otro candidato de otra forma sería necio y suicida.
¿Cómo evitar batallas campales y una guerra civil demócrata?
La proximidad de las elecciones generales crearía incentivos muy fuertes para que Harris, o cualquier otro perdedor decepcionado, acepte una oferta tras bambalinas y se sepa alinear, sacrificando sus aspiraciones sólo por cuatro años más.
Contemplar una retirada de la convención le da al presidente Biden una manera enérgica y hasta heroica de responder a la crisis de confianza que hay en su liderazgo en Estados Unidos y en el mundo entero.
Solo él puede llenarse de gloria siendo el estratega detrás de una jugada maestra para enfrentar a Donald Trump con un candidato demócrata invencible.
Solo Joe Biden, por el bien de todo el país, puede hacerse a un lado.